Las manifestaciones violentas están presentes en distintos puntos del mundo y estas se expresan a través de faltas de respeto, intimidación, hostigamiento, robos, asaltos, secuestros, sicariato, extorsión, etc. La escuela, como ente social, no es ajena a esta coyuntura; ahí la interacción entre los estudiantes está sujeta a la percepción y la regulación emocional, lo que puede ocasionar conductas ofensivas dejando de lado los límites normativos en el aula de clase. Estadísticas revelan que el 70% de escolares limeños presentaron agresividad y que un 30% de docentes se mostraron agresivos en forma verbal (Minedu, 2014).
La investigación que presentamos surge como una reflexión acerca de esta problemática y de aquellos incidentes críticos presentes en estudiantes de educación básica de Perú. Los incidentes críticos se definen como los eventos que subsisten en los sujetos y que perturban la estabilidad de una buena convivencia; las dimensiones de violencia física, verbal y disrupción fueron analizadas a partir de una intervención educativa y mediante una investigación cuantitativa, aplicando un método hipotético – deductivo, experimental y con un diseño cuasi experimental. En tal sentido, el objetivo investigativo propuesto fue el determinar qué diferencias estadísticamente significativas podrían evidenciarse al aplicar dos talleres para desarrollar conductas proactivas y prosociales. Ambos talleres estuvieron basados en los planteamientos teóricos de Covey (1996), Xifra (2009) y Roche-Olivar (2004).
Con el afán de recolectar los datos, se aplicaron dos instrumentos: el primero fue la Pauta de incidentes críticos, instrumento elaborado por Monereo y Monte (2011) y el segundo fue el Reporte de incidentes críticos elaborado por nosotros los investigadores en el año 2016. Refiriéndonos a los resultados estadísticos, estos indican que existen diferencias estadísticamente significativas en favor del taller de conducta proactiva, reiterándose tal diferencia en estudiantes que manifiestan violencia física; a comparación de los estudiantes que desarrollaron conducta prosocial disminuyendo su violencia verbal; y por último, en la disminución de la dimensión disrupción ambos talleres tuvieron similar efecto. Por el lado pedagógico, estos hallazgos nos conducen al reconocimiento y la valía de este tipo de intervenciones educativas puesto que en este caso se brindaron estrategias cognitivas personales al grupo de estudiantes participantes en los talleres quienes lograron reflexionar sobre sus actos en la escuela, autoevaluarse, plantear técnicas para mejorar sus formas de acción de vida como el lenguaje proactivo, como también la organización de actividades académicas según su estado de vida; y toma de decisiones.
Palabras claves: Incidentes críticos, proactivo y prosocial, educación básica.