La preocupación ante el incremento de la violencia de género en el Estado de México en años recientes ha dado pie a la búsqueda de nuevas estrategias para contrarrestar sus efectos. La intención del presente trabajo es emplear la geografía de género como herramienta de territorialización y empoderamiento de las mujeres universitarias. De manera concreta se habla del municipio de Ixtapaluca, Estado de México. Centrándose en las jóvenes universitarias que son beneficiarias de un programas de movilidad a su centro de estudios, que es gestionado por el gobierno local (Ixta-puma e Ixta-poli).
La geografía de género aborda la construcción de los lugares a través de las relaciones de poder. Su uso discrecional tiene mecanismos de dominación sutiles y otros no tanto que subordinan, invisibilizan y naturalizan la acción de las mujeres en los diferentes espacios, como los espacios privados, públicos y mixtos; estos últimos vierten la idea de que los lugares privados con usos publico (como centros de consumo) solo emancipan parcialmente a las mujeres bajo la lógica capital de la organización territorial y que el municipio solo provee de este tipo de lugares para recrearse y relacionarse.
Uno de los elementos más notables y necesarios en la construcción de un territorio, es la valorización del espacio, de ello emana la necesidad de evaluar cual es la percepción del espacio según el género, ya que de ello dependen las acciones, usos y relaciones espaciales. Para lo cual se emplea una cartografía participativa que nos muestre los espacios percibido por mujeres y hombres (como grupo control) que nos den luces de cinco rubros de análisis: La movilidad y desplazamientos, es decir lugares inhóspitos o de preservación así como su localización temporal y espacial; Lugares de recreación e interés en este caso se evalúa si son espacio públicos mixtos o privados; sobre la libertad sexual, que son los lugares donde pueden manifestar su afecto; los lugares que perciben como peligrosos y las estrategias que emplean las universitarias individualmente o de manera colectiva para disminuir el riesgo; por último los lugares que usan para participar políticamente en su comunidad.
El objetivo final es que el mapa participativo es que vincule a las universitarias en su comunidad para que por medio de la sororidad generen redes de apoyo y ellas mismas formulen estrategias de apropiación del espacio que busque subsanar y crear lugares de convivencia y participación libres de violencia.
Palabras clave: geografía de género, territorialización, mujeres universitarias.