En la última década se han venido implementando reformas estructurales, que desde el discurso político, tienen el objetivo de optimizar los recursos y con ello beneficiar a la mayor parte de la población. Una de las reformas más importantes ha sido sin duda la educativa.
Si de por sí la docencia ha sido una profesión demandante, aunado a la incertidumbre de los profesores al enfrentarse a una evaluación y correr el riesgo de perder el trabajo (que consideraban “seguro”), los ha colocado en un pedestal endeble, emocionalmente hablando.
Infinidad de estudios han revelado la influencia que ejercen los estados emocionales sobre el cuerpo. De tal manera que en los docentes la carga de trabajo bajo un ambiente carente de compañerismo además de la inseguridad laboral, los enfrenta a elevados niveles de estrés, teniendo consecuencias tanto a nivel físico como emocional. Lo anterior se ve reflejado en el absentismo laboral, generando incomodidad entre compañeros, como un ciclo que nunca termina.
En este sentido, se considera que las emociones forman parte esencial de la actividad cotidiana de los profesores por la interacción que tienen con alumnos, padres de familia y directivos. De su buen manejo dependerán las respuestas actitudinales, las relaciones que establezca y finalmente, su calidad de vida.
Ante tales circunstancias, la intervención desde la perspectiva de la psicología positiva puede rendir frutos. El énfasis que ésta pone en que los sujetos reconozcan sus fortalezas y se enfoquen menos en las debilidades, es decir, en promover las emociones positivas mediante el desarrollo de estrategias para fomentar la salud y permitir el crecimiento personal.
En la investigación realizada se contó con la participación de 18 docentes mediante una entrevista a profundidad. Se tomaron dos casos para hacer un análisis desde la perspectiva cualitativa. Dicho análisis refleja la necesidad existente de recibir apoyo en el área emocional.
Palabras clave: manejo de emociones, psicología positiva, docentes.