El presente trabajo pretende exponer a la luz de los observadores cotidianos algunos de los rasgos más contradictorios que hacen del conflicto escolar una zona de vida común, estable, “natural” y que por desgracia han postergado la posibilidad de construir un marco de convivencia armónica dentro de las escuelas. Las tensiones, si bien son consustanciales a la vida escolar, solo pueden resolverse por dos vías: 1) la violencia (una salida inquietante, toxica y recurrente) y 2) la Convivencia sana y solidaria entre sus integrantes. En este sentido, la escuela y específicamente la escuela pública, no es ajena a las turbulencias, luchas, expresiones y crisis del orden social. La sensación inmediata pareciera ser que el “discurso de la convivencia” es ajeno a toda la comunidad, es un discurso vacío, lleno de buenas intenciones pero sin capacidad para ser concretado, sin actividades concretas, que permitan hacer cambios significativos en la conciencia de quienes conviven día a día dentro de las escuelas. A saber convivir también se aprende. No es de extrañarse que en la vida diaria dentro de las escuelas el dilema para enfrentar las múltiples tensiones y contradicciones sea, violencia o convivencia. Lo que no hemos ensayado, y no hemos aprendido es a construir una Convivencia más armónica y participativa. Este estudio se realizó en nivel básico (primaria). Se utilizó una metodología cualitativa, bajo un enfoque descriptivo, a partir de los resultados obtenidos, se diseña un taller para promover la convivencia escolar.
Palabras clave: Convivencia escolar, Conflicto escolar, Violencia escolar.