La obra

Hace algu­nos años leí en un libro de eco­no­mía que aquel que sólo sabe de eco­no­mía no sabe nada. La fra­se me resul­tó reve­la­do­ra y com­par­ti­ble. Por supues­to, apli­ca tam­bién para el cam­po de la peda­go­gía, como si la hubie­ran acu­ña­do Pau­lo Frei­re o Michael Apple. Es una ver­dad cada vez más inob­je­ta­ble: abrir las pare­des de la dis­ci­pli­na, cien­cia o pro­fe­sión per­mi­te obser­var otros ángu­los, o des­de miri­llas dife­ren­tes a nues­tros obje­tos de estu­dio; a noso­tros mis­mos en ellos. El ries­go de la dis­per­sión tam­bién está laten­te, hay que reco­no­cer­lo, pero es inevi­ta­ble en las nue­vas con­fi­gu­ra­cio­nes cien­tí­fi­cas y epis­te­mo­ló­gi­cas. En auto­res aje­nos al currí­cu­lum clá­si­co de peda­go­gía o cien­cias de la edu­ca­ción se pue­den encon­trar fuen­tes que indu­cen a una mejor com­pren­sión del hecho edu­ca­ti­vo como pro­ce­so social, no como fenó­meno redu­ci­do a los muros de la escue­la. Con ellos, es posi­ble encon­trar y cono­cer nue­vos hori­zon­tes con­cep­tua­les, visio­nes dife­ren­tes, pos­tu­ras que inter­pe­lan y desa­fían, pero final­men­te enri­que­cen. Así fue como lle­ga­ron a mis manos auto­res esplén­di­dos y otros, los menos, que no vol­ví a tocar. Entre los pri­me­ros, en los últi­mos años Zyg­munt Bau­man ocu­pa un sitio espe­cial. En su libro más recien­te, Sobre la edu­ca­ción en un mun­do líqui­do, con­den­sa sus pen­sa­mien­tos sobre la educación.

No es un libro escri­to por Bau­man, se tra­ta de las con­ver­sa­cio­nes que el pen­sa­dor bri­tá­ni­co sos­tu­vo con el ita­liano Ric­car­do Maz­zeo y que este últi­mo orga­ni­zó en 20 bre­ves capí­tu­los que ofre­cen un magis­tral cor­pus del idea­rio peda­gó­gi­co del soció­lo­go y filó­so­fo que acu­ña­ra la expre­sión “mun­do líqui­do”, para sim­bo­li­zar las reali­da­des de nues­tra era. Los títu­los de cada capí­tu­lo son tan elo­cuen­tes como atrac­ti­vos: José Sara­ma­go: mane­ras de ser feliz; En bus­ca de una genui­na “revo­lu­ción cul­tu­ral”; La depra­va­ción es la estra­te­gia más inte­li­gen­te para el des­po­sei­mien­to; Años para cons­truir, minu­tos para des­truir; A los des­em­plea­dos siem­pre les que­da jugar a la lote­ría, ¿no es cier­to?; La indig­na­ción y las agru­pa­cio­nes polí­ti­cas que fun­cio­nan como enjam­bres; A los jóve­nes, una pro­pi­na para la indus­tria del consumo.

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La obra es reco­men­da­ble para lec­to­res diver­sos. Ame­na, sin aban­do­nar la pro­fun­di­dad; de un teji­do fino que se debe, sin duda, a la cla­ri­dad inte­lec­tual de Bau­man y a la magis­tral edi­ción de Maz­zeo, para con­ser­var el sabor de una con­ver­sa­ción, con la rigu­ro­si­dad de un ensa­yo sobre temas espi­no­sos que con­vier­te en dis­cur­sos com­pren­si­bles, con pasa­jes magistrales.

Estas con­ver­sa­cio­nes, que cir­cu­lan en libro impre­so o elec­tró­ni­co, son una vehe­men­te con­vo­ca­to­ria a pen­sar en muchos de los temas que con­for­man la agen­da en una socie­dad dis­tin­ta a aque­lla sobre la cual se sus­ten­ta­ron los pila­res que fun­da­men­tan las teo­rías y con­cep­cio­nes peda­gó­gi­cas en boga.

Sobre la edu­ca­ción en un mun­do líqui­do es, como que­da dicho, un tex­to a dos voces, una pre­emi­nen­te, que con­tri­bu­ye a la com­pren­sión de las socie­da­des que vivi­mos y, tal vez, a ima­gi­nar algu­nos ras­gos del por­ve­nir. Entre otros, se ana­li­zan los desen­fre­na­dos hábi­tos de con­su­mo: “Ir de com­pras se con­vier­te en una suer­te de acto moral (y vice­ver­sa. Un acto moral con­du­ce a entrar en las tien­das)” (p.193); la fal­sa demo­cra­cia de los mer­ca­dos y el dis­cur­so del con­su­mo con dos expre­sio­nes: ano­re­xia y buli­mia; las migra­cio­nes y el diá­lo­go cul­tu­ral a que obli­ga­ría una nue­va con­vi­ven­cia; la inclu­sión de los dis­ca­pa­ci­ta­dos, y la cons­truc­ción de la nor­ma­li­dad y la anor­ma­li­dad; los retos de las mino­rías, el papel de los gobier­nos, las expec­ta­ti­vas de los jóve­nes, las rela­cio­nes afec­ti­vas y sexua­les, los “indig­na­dos” y las más recien­tes revuel­tas socia­les (en las cua­les no fin­ca dema­sia­da espe­ran­za Bau­man); las redes socia­les y cómo, con ellas, somos menos libres por­que siem­pre está la ofi­ci­na al lado, en la línea del telé­fono o en una pan­ta­lla, gene­ran­do la sen­sa­ción de no estar solos, al mis­mo tiem­po que evi­ta tomar un libro o mirar las calles.

Ideas sobre educación

Al final del pri­mer capí­tu­lo, sobre el tema de las migra­cio­nes en Euro­pa, Bau­man intro­du­ce una de las cues­tio­nes cen­tra­les del deba­te peda­gó­gi­co glo­bal: la inclu­sión de la diver­si­dad. Un pai­sa­je social, cul­tu­ral y edu­ca­ti­vo, iné­di­to fren­te al cual las escue­las ape­nas titu­bean propuestas:

Duran­te los más de cua­ren­ta años que viví en Leeds obser­vé, des­de mi ven­ta­na, a los niños que regre­sa­ban a casa des­de una escue­la secun­da­ria pró­xi­ma a mi casa. Los niños rara vez cami­nan solos, pre­fie­ren andar en gru­pos de ami­gos, y ésta es una cos­tum­bre que no ha cam­bia­do. Sin embar­go, lo que con­tem­plo aho­ra des­de mi ven­ta­na sí ha cam­bia­do a lo lar­go de los años. Hace cua­ren­ta años casi cada gru­po de niños tenía ‘un solo color’. Hoy casi nin­guno lo tie­ne (p. 13).

En esta socie­dad líqui­da que inter­pe­la a las escue­las, los pro­fe­so­res son blan­co de cues­tio­na­mien­tos y pozo de incer­ti­dum­bres. Los filó­so­fos de la edu­ca­ción de la sóli­da era moder­na con­ce­bían a los maes­tros como lan­za­do­res de misi­les balís­ti­cos, dice Bau­man, por­que todo esta­ba pre­des­ti­na­do y los blan­cos (los reci­pien­tes vacíos o las tar­je­tas ban­ca­rias que denun­cia­ra Pau­lo Frei­re) eran fijos, en esas épo­cas en que la edu­ca­ción se con­ce­bía como aque­llo que sólo ocu­rría den­tro de las aulas y dura­ba algu­nos años, pero cuyos efec­tos se supo­nían impe­re­ce­de­ros. Eso cam­bió radi­cal­men­te. La socie­dad es otra y el pen­sa­dor bri­tá­ni­co repa­sa muchas de las nue­vas for­mas. Aho­ra en algu­nas ciu­da­des, ilus­tra Bau­man, no se empie­za la cons­truc­ción de un edi­fi­cio si no exis­ten los per­mi­sos para su demo­li­ción. Y esa trans­for­ma­ción, pin­ce­la­da ape­nas, inter­pe­la a las ins­ti­tu­cio­nes edu­ca­ti­vas y a sus acto­res prin­ci­pa­les, quie­nes debie­ran ser pro­mo­to­res de una trans­for­ma­ción: los maestros.

Recu­pe­ran­do los tres nive­les de apren­di­za­je pro­pues­tos por Gre­gory Bate­son, ana­li­za lo que hoy impli­ca apren­der: un esta­do de revo­lu­ción per­ma­nen­te de nues­tros cono­ci­mien­tos. El pro­pó­si­to de la edu­ca­ción es y debe seguir sien­do la pre­pa­ra­ción de los jóve­nes para la vida, en cada tiem­po y cir­cuns­tan­cia. Rema­cha: “Y para ser ‘prác­ti­ca’, una ense­ñan­za de cali­dad nece­si­ta pro­pi­ciar y pro­pa­gar la aper­tu­ra de la men­te, y no su cerra­zón” (p. 39).

Bau­man tie­ne muy cla­ros los con­tex­tos crí­ti­cos para los sis­te­mas edu­ca­ti­vos; sin embar­go, tam­bién es fir­me en su con­vic­ción de que hay opcio­nes y con deter­mi­na­ción se pue­de sal­tar de una opor­tu­ni­dad a otra, tan­to para los suje­tos como para los sis­te­mas edu­ca­ti­vos. Es pru­den­te pero opti­mis­ta: “Y por limi­ta­do que parez­ca el poder del sis­te­ma edu­ca­ti­vo actual —que se halla él mis­mo suje­to, cada vez más, al jue­go del con­su­mis­mo—, tie­ne aún sufi­cien­te poder de trans­for­ma­ción para que se pue­da con­tar entre los fac­to­res pro­me­te­do­res para esta revo­lu­ción [cul­tu­ral]” (pp. 49–50). Por supues­to, no es fácil la tarea, apun­ta Maz­zeo, hay un “des­co­ra­zo­na­dor menos­pre­cio a la escue­la”. Aun­que Maz­zeo alu­de al país que se mue­ve cul­tu­ral­men­te meci­do por los intere­ses de Sil­vio Ber­lus­co­ni, su per­cep­ción es gene­ra­li­za­ble a con­tex­tos como el nuestro.

Los jóvenes y su futuro

La eco­no­mía con­su­mis­ta basa­da en el exce­so y el des­pil­fa­rro, como “fla­ge­los endé­mi­cos”, siem­bra víc­ti­mas por doquier; los jóve­nes no son total­men­te dese­cha­bles por su poten­cial poder con­su­mi­dor en el pre­sen­te y el futu­ro, pero su hori­zon­te es som­brío. En cada gene­ra­ción exis­tió siem­pre un gru­po de parias, pero esta vez el ries­go es que toda la gene­ra­ción lo sea, con malos empleos, tem­po­ra­les, pre­ca­rios, o sin empleos:

En los pocos túne­les que sus pre­de­ce­so­res se vie­ron for­za­dos a cru­zar duran­te el trans­cur­so de sus vidas, había una luz, una bri­llan­te luz al final. En cam­bio, aho­ra hay un túnel lar­go y oscu­ro en el que ape­nas hay unos cuan­tos gui­ños y titi­la­cio­nes, luces que se des­va­ne­cen rápi­da­men­te y que tra­tan en vano de tras­pa­sar las tinie­blas. Ésta es la pri­me­ra gene­ra­ción de pos­gue­rra que se enfren­ta a la pers­pec­ti­va de una movi­li­dad des­cen­dien­te (pp. 75–76).

Ense­gui­da explo­ra algu­nos de los efec­tos devas­ta­do­res en la sub­je­ti­vi­dad de los jóve­nes: “Nada los ha pre­pa­ra­do para los tra­ba­jos volá­ti­les y el des­em­pleo per­sis­ten­te, la tran­si­to­rie­dad de las pers­pec­ti­vas y la per­du­ra­bi­li­dad de los fra­ca­sos. Es un nue­vo mun­do de pro­yec­tos que nacen muer­tos, de espe­ran­zas frus­tra­das y de opor­tu­ni­da­des que, debi­do a su ausen­cia, se hacen aún más visi­bles” (p.77).

Una de las expre­sio­nes más dra­má­ti­cas del actual esta­do de cosas es el caso de los ninis, los jóve­nes que no tie­nen tra­ba­jo ni opor­tu­ni­da­des de estu­diar, que viven exclui­dos de los cir­cui­tos labo­ra­les y esco­la­res. Con su entre­vis­ta­dor repa­sa las cifras de Ita­lia y el caso mexi­cano como fue con­sig­na­do por el perió­di­co fran­cés Le Mon­de. Bau­man se detie­ne en la situa­ción pola­ca para exhi­bir un quie­bre en el añe­jo dis­cur­so falaz sobre el valor de la educación:

Duran­te muchos años, la pro­mo­ción social median­te la edu­ca­ción sir­vió como una hoja de parra que cubría las des­nu­de­ces e inde­cen­cias, el resul­ta­do del des­equi­li­brio que se da en las pers­pec­ti­vas y con­di­cio­nes de los seres huma­nos. En tan­to los logros aca­dé­mi­cos tuvie­ran una corre­la­ción con atrac­ti­vas gra­ti­fi­ca­cio­nes socia­les, las per­so­nas que fra­ca­sa­ran en sus inten­tos por ascen­der en la esca­la social sólo podían cul­par­se a sí mis­mas por ello. Y debían diri­gir su amar­gu­ra y su cóle­ra hacia ellos mis­mos (pp. 114–115).

Esas eran la pro­me­sa y la tram­pa, hoy cadu­cas: “La con­mo­ción que ha supues­to el fenó­meno, nue­vo y en rápi­do ascen­so, de los gra­dua­dos sin empleo, o de los gra­dua­dos que tie­nen empleos muy deba­jo de las expec­ta­ti­vas gene­ra­das por sus títu­los (expec­ta­ti­vas con­si­de­ra­das legí­ti­mas), es un gol­pe muy dolo­ro­so” (pp. 115–116). La gene­ra­ción nini, hipo­te­ti­za Bau­man, qui­zá sea la pri­me­ra gene­ra­ción ver­da­de­ra­men­te global.

Como si no fue­ra des­alen­ta­dor el balan­ce, las deci­sio­nes adop­ta­das por los gobier­nos en el con­tex­to de la cri­sis euro­pea pro­fun­di­za­rán aún más las des­igual­da­des. Bau­man sos­tie­ne una pos­tu­ra crí­ti­ca sobre los recor­tes y alzas en las matrí­cu­las uni­ver­si­ta­rias, por­que sig­ni­fi­can, ase­gu­ra, eri­gir una ver­sión mone­ta­ria del Muro de Ber­lín o de Pales­ti­na para no per­mi­tir el acce­so a los cen­tros del saber cuan­do, para­dó­ji­ca­men­te, se insis­te en que vivi­mos en la socie­dad del cono­ci­mien­to: “Los recor­tes que los Gobier­nos rea­li­zan en edu­ca­ción supe­rior supo­nen tam­bién recor­tes en los pro­yec­tos de una gene­ra­ción que lle­ga a su mayo­ría de edad. Y, por lo tan­to, son tam­bién recor­tes hechos a los están­da­res del futu­ro […]. Los recor­tes de los fon­dos guber­na­men­ta­les lle­gan jun­to con una acción sin pre­ce­den­tes: un alza sal­va­je de las matrí­cu­las uni­ver­si­ta­rias” (p. 84) . Esti­ma que, en su con­jun­to, estas medi­das sig­ni­fi­ca­rán un retro­ce­so de medio siglo en Inglaterra.

Por otro lado, los inten­tos por paliar la des­igual­dad no han teni­do for­tu­na. Ejem­pli­fi­ca con las polí­ti­cas inefi­ca­ces en Fran­cia: el minis­tro de Edu­ca­ción entre 2007 y 2009, Xavier Decros, anun­ció una gran refor­ma edu­ca­ti­va con pro­me­sas de igual­dad de opor­tu­ni­da­des median­te la liber­tad de elec­ción a las fami­lias. Años más tar­de, el des­en­la­ce fue revelador:

dos ins­pec­to­res gene­ra­les de escue­la des­cu­brie­ron que en las mejo­res ins­ti­tu­cio­nes edu­ca­ti­vas había muy pocos alum­nos de cla­ses humil­des, mien­tras que el gru­po de estu­dian­tes a los que se les había con­ce­di­do ayu­da había des­apa­re­ci­do. La ‘mez­cla social’ de los niños en las escue­las se halla en dis­mi­nu­ción en todas par­tes, y el hecho es resul­ta­do de la unión de dos fac­to­res, por una par­te el embour­geo­ise­ment de las escue­las de ‘cate­go­ría’ y por la otra la pro­le­ta­ri­za­ción de las escue­las comu­nes. Y lo mis­mo suce­dió con el res­to de refor­mas que el minis­tro había pro­cla­ma­do como obje­ti­vos que alcan­zar (pp. 121–122).

Me extiendo porque conviene leer el final:

Pie­rre Mer­le, pro­fe­sor de socio­lo­gía de la Uni­ver­si­dad de Bre­ta­ña, ana­li­zó la tota­li­dad del pro­gra­ma de la refor­ma edu­ca­ti­va, y con­clu­yó que las pala­bras usa­das en los títu­los de los suce­si­vos capí­tu­los del pro­gra­ma (Igual­dad de opor­tu­ni­da­des, Mez­cla social, Derro­ta del anal­fa­be­tis­mo, Asis­ten­cia a los niños con difi­cul­ta­des de apren­di­za­je, Rec­ti­fi­ca­ción de las prio­ri­da­des edu­ca­cio­na­les) había sido una mal­ver­sa­ción. Los resul­ta­dos obte­ni­dos fue­ron exac­ta­men­te los opues­tos a los de la decla­ra­ción de inten­cio­nes. Esta­ba cla­ro que no podían cua­drar con la lógi­ca del mer­ca­do (p. 122).

En el tema es tajan­te: la des­igual­dad de opor­tu­ni­da­des en edu­ca­ción sólo pue­de ser abor­da­da des­de un con­jun­to de polí­ti­cas de Esta­do, pero el Esta­do, antes que pre­ten­der­lo, se dis­tan­cia cada vez más.

Entre los lec­to­res y segui­do­res de Bau­man, la obra comen­ta­da será un tex­to para el reen­cuen­tro con ideas, pero tam­bién una nue­va cons­ta­ta­ción del genio sin­gu­lar que lo colo­ca entre los pen­sa­do­res más impres­cin­di­bles entre estos dos siglos; para los nue­vos lec­to­res, una inmer­sión en varias de sus más cons­tan­tes vetas. Para ambos, una pro­vo­ca­ción, una invi­ta­ción al pen­sa­mien­to y a la com­pren­sión pro­fun­da. Para los pro­fe­so­res es una herra­mien­ta que posi­bi­li­ta nue­vas mira­das sobre la escue­la en un con­tex­to com­ple­jo, en el aquí y aho­ra. Final­men­te, en la obra pue­den encon­trar­se algu­nas razo­nes para la soli­da­ri­dad por las limi­ta­cio­nes de la tarea docen­te en el actual con­tex­to y, tal vez, para una mayor sen­si­bi­li­za­ción por el pre­sen­te y el des­tino de los jóve­nes con quie­nes tra­ba­ja­mos en las aulas o con aque­llos, hijos o alum­nos, que ya pene­tra­ron en ese túnel que no pare­ce tener una páli­da luce­ci­ta al final, pero que, jus­ta­men­te por eso, urge más a la tarea de edu­car mejor.

*Juan-Car­los Yáñez-Velaz­co es mexi­cano. Doc­tor en Peda­go­gía por la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co. Pro­fe­sor inves­ti­ga­dor titu­lar en la Uni­ver­si­dad de Coli­ma. Miem­bro del Semi­na­rio de Cul­tu­ra Mexi­ca­na corres­pon­sa­lía Coli­ma. Sitio web: http://www.jcyanez.com Temas de inves­ti­ga­ción: eva­lua­ción ins­ti­tu­cio­nal, sen­ti­dos de la uni­ver­si­dad. jcyanez.jc@gmail.com Rese­ña publi­ca­da en RIES