MANIFIESTO AL PUEBLO DE MÉXICO
Este 18 de marzo es el 78 aniversario de una gesta nacional: La expropiación petrolera. La fecha debería ser una fiesta nacional si se hubieran cumplido a cabalidad los postulados del Presidente Lázaro Cárdenas dichos al leer aquel viernes de 1938, y a través de la radio, el decreto expropiatorio del petróleo.
En ese discurso, entre otras afirmaciones, Cárdenas dijo:
“A la Nación: La actitud asumida por las Compañías petroleras, negándose a obedecer el mandato de la Justicia Nacional, que por conducto de la Suprema Corte, las condenó en todas sus partes, a pagar a todos sus obreros el monto de la demanda económica que las propias empresas llevaron a los Tribunales judiciales por inconformidad con las Resoluciones de los Tribunales del Trabajo, impone al Ejecutivo de la Unión el deber de buscar en los recursos de nuestra legislación un medio eficaz que evite definitivamente, para el presente y para el futuro, el que los fallos de la justicia se nulifiquen o pretendan nulificarse por la sola voluntad de las partes o de alguna de ellas, mediante una simple declaratoria de insolvencia, como se pretende hacerlo en el presente caso, no haciendo más que incidir en ello en la tesis misma de la cuestión que ha sido fallada…
“Hay que considerar que un acto semejante – el desacato a un mandato de la justicia nacional -, destruiría las normas sociales que regulan el equilibrio de todos los habitantes de una nación…
“Es evidente que el problema que las compañías petroleras plantean al Poder Ejecutivo de la Nación, con su negativa a cumplir la sentencia que les impuso el más alto Tribunal de Justicia, no es un simple caso de ejecución de sentencia, sino una situación definitiva que debe resolverse con urgencia.
“Es el interés social de la clase laborante, en todas las industrias del país la que lo exige. Es el interés público de los mexicanos, y aún de los extranjeros que viven en la República, y que necesitan de la paz y de la dinámica de los combustibles para el trabajo.
“Es la misma soberanía de la Nación, que quedaría expuesta a simples maniobras del capital extranjero, que olvidando que previamente se ha constituido en empresas mexicanas, bajo leyes mexicanas, pretende eludir los mandatos y las obligaciones que les imponen autoridades del propio país. …
“Se trata de un caso evidente y claro que obliga al Gobierno a aplicar la Ley de Expropiación en vigor, no solo para someter a las empresas petroleras a la obediencia y a la sumisión, sino porque habiendo quedado roto los contratos de trabajo entre las compañías y sus trabajadores, por haberlo así resuelto las autoridades del trabajo, de no ocupar el gobierno las instituciones de las Compañías, vendría la paralización inmediata de la industria petrolera, ocasionando esto, males incalculables al resto de la industria y a la economía general del país.
“En tal virtud se ha expedido el decreto que corresponde y se ha mandado ejecutar sus conclusiones, dando cuenta en ese Manifiesto al Pueblo de mi país, de las razones que se han tenido para proceder así y demandar de la Nación entera el apoyo moral y material necesarios para afrontar las consecuencias de una determinación que no hubiéramos deseado ni buscado por nuestro propio criterio….”
“Es preciso que todos los sectores de la nación se revistan de un franco optimismo, y que cada uno de los ciudadanos, ya en sus trabajos agrícolas, industriales, comerciales, de transporte, etc., desarrollen a partir de este momento, una mayor actividad para crear nuevos recursos que vengan a revelar cómo el espíritu de nuestro Pueblo, es capaz de salvar la economía del país por el propio esfuerzo de sus ciudadanos…”.
Conociendo esta proclama del General Cárdenas, uno aprende qué es el verdadero patriotismo. Porque en ese documento histórico, el Tata Lázaro se puso del lado de las mayorías, es decir, de los trabajadores; porque en dicho documento, ese gran Presidente, se colocó del lado de la justicia y del respeto al estado de derecho; porque en esas palabras de aquel 18 de marzo de 1938, queda clara la visión de futuro de un Estadista; porque en ese discurso, se puso de manifiesto el ejercicio pleno de la soberanía nacional y la dignidad de todo un pueblo.
¡Hoy añoramos esos tiempos! ¡Cómo le hace falta a nuestros gobernantes, a nuestra clase política toda, esa actitud patriótica.
Porque no obstante que con la decisión de nacionalizar la industria petrolera, se abrieron múltiples posibilidades de desarrollo y bienestar para nuestra nación, y se vivieron algunos años de auge en beneficio de los más, el gusto nos duró poco.
Desde los años cuarentas del siglo pasado, la clase política en el poder, metió reversa al rumbo marcado por la era cardenista en materia económica en general y en materia energética y petrolera, en particular. Esa clase política en el poder, desde entonces empezó a actuar como que si el propietario de los recursos energéticos no fuera la Nación, como aún mandata la Constitución, sino el gobierno en turno. Prácticamente todos los gobiernos, utilizaron a Pemex, como su caja chica, como la caja chica de sus parientes, de sus amigos, de sus aliados; y convirtieron a la industria petrolera en la nodriza de las grandes empresas nacionales y extranjeras.
Aún en los años setentas del siglo pasado, cuando se descubrieron nuevos y grandes yacimientos del también llamado “oro negro”, los gobiernos de entonces, volvieron a confundir en su beneficio, el petróleo, que es un recurso natural, fundamental para el desarrollo de cualquier nación, en una simple mercancía, como tomates. “Se vende o se echa a perder”, dijeron entonces. Incluso intentaron conectar, mediante un gasoducto, los yacimientos de gas que existen a los largo del Golfo de México, con los Estados Unidos.
Si no hubiera sido por la voz, los argumentos y las propuestas alternativas de Heberto Castillo, ese otro gran patriota mexicano – que dentro de unos días cumplirá 19 años de fallecido – hubiéramos quedado conectados física y energéticamente y sin remedio, a los intereses de los gringos.
Pero el dispendio, la ineficiencia, la corrupción y el enriquecimiento de gran parte de la clase política, de los grandes empresarios y de la cúpula del sindicato petrolero, a costa de la industria petrolera, siguieron y no se ha detenido. Hasta la fecha.
Cuando los titulares del actual gobierno federal, tomaron posesión de sus encargos, prometieron que iban a poner remedio. Luego, encabezando a la clase política del momento, en agosto del 2013, cantando incluso el Himno Nacional, reconocieron formal y públicamente el desastre en que han convertido a la industria energética, Pemex y la CFE, de nuestro país. Hablaron de deudas, de déficits, de ineficiencias, de corrupción, de dispendios sin fin. Y anunciaron que, ¡ahora s!, iban a poner remedio para lograr que Pemex volviera a ser una empresa productiva nacional, motor del crecimiento económico y del desarrollo nacional, que se crearían miles de nuevos empleos formales, que se fortalecería la industria petroquímica para que hubiera nuevos fertilizantes y con ellos, mas alimentos y más baratos. Y que se combatiría la corrupción.
Luego aprobaron desde el Congreso la llamada reforma energética.
Pero hace unas cuantas semanas, nos vuelven a salir con su batea de babas, pues nos dicen que la gran empresa de la nación, pasa por una situación muy problemática, pues ya debe 521 mil millones de pesos, con grandes pasivos laborales, con miles de despidos en puerta, con nuevas acusaciones de corrupción por la compra de aviones y automóviles con sobreprecio, con menor producción, con precios a la baja, situación agravada por la baja en los precios internacionales del petróleo, y que se hace necesario recortar su presupuesto en 100 mil millones de pesos, que eran precisamente, para explorar y extraer producto. Dicen que para que sea más eficiente. Eso está por verse.
Porque con el recorte anunciado, Pemex, la misma que hace menos de tres años, fuera presentada como la futura gran “empresa productivo del Estado”, será también más débil ante la competencia a que la someterán, por la reforma energética, con las grandes empresas globales, trasnacionales, del petróleo.
Por qué mejor no se deja de exportar petróleo, ahora que por la situación internacional, esa materia prima sigue abaratándose, hoy a 30 dólares el barril mañana a 25, luego a 20. Cada vez recibimos menos dinero por la venta de crudo al extranjero. Mejor no venderlo e industrializarlo dentro del país.
Con los 100 mil millones de pesos, que le recortan a Pemex, bien alcanzaría para construir gran parte de otra refinería, la número 7. O, si no se quiere comprar, ese dinero se podría utilizar para modernizar las 6 refinarías existentes y que parecen chatarra frente a las principales refinerías del mundo. O para desarrollar de inmediato la industria petroquímica, misma que a propósito dejaron morir en el pasado reciente. Esta es la clave para aprovechar mejor el crudo. El petróleo sirve y crea riqueza en donde, transformado, se consume. Su utilidad al venderlo solo como materia prima, es mínima, comparado con su utilidad si se industrializa en el propio país.
En el resto del mundo, todos saben esta verdad. Francia no tiene petróleo, lo compra y lo industrializa en sus 13 refinerías; Alemania tampoco tiene petróleo e igual lo adquiere de países productoras y lo industrializa en sus 15 refinerías: Japón tampoco tiene petróleo, también lo importa y también lo industrializa en sus 31 refinerías. Y Francia, Alemania y Japón, son países muy ricos, con poblaciones con niveles de bienestar muy altos y además, equitativos. Nosotros que hemos tenido petróleo desde hace más de cien años, apenas tenemos 6 refinerías e improductivas.
Tenemos que reconocer que, gracias a nuestra ineficiente y corrupta clase política, una de las principales riquezas del país, los hidrocarburos, o sea, el petróleo y el gas, se ha desperdiciado y muy pocos la han provechado, convirtiendo a esa empresa en un cueva de ineficientes y ladrones.
Noruega, por ejemplo, nacionalizó su petróleo en 1963 e inició la exploración de sus pozos tres años después, hace 50 años. Hoy su población no solo cuenta con uno de los más altos índices de bienestar, sino que tiene asegurado el futuro de su actual niñez. México nacionalizó su petróleo hace 78 años y más de la mitad de los mexicanos reportan niveles de pobreza del cuarto mundo.
Por todo ello, porque la nación aún es la propietaria, todos debemos defender nuestros recursos naturales, como el petróleo. Y como exhortara Lázaro Cárdenas hace 78 años, todos tenemos que estar claros de quien es el propietario de esos recursos, la Nación y el Pueblo, su principal beneficiario, y ciertos de nuestro futuro, siendo optimistas, trabajando arduamente desde nuestras respectivas trincheras, ya no la clase política que todo lo que toca lo echa a perder, sino todos los ciudadanos, para rectificar el rumbo del país, en un sentido de bienestar para todos, y no para unos cuantos. ¡Queremos que el petróleo sea para beneficio esencial de todos los mexicanos, no para los intereses de las grandes empresas nacionales y extranjeras!
Ciudad de México, 18 de marzo de 2016.
Redactó: José Luis Hernández Jiménez