La humanidad avanza cada vez más con mayor celeridad en desarrollos tecnológicos que sorprenden y revolucionan a las personas, a las familias, a las comunidades y a las culturas. Ocurre una especie de disociación progresiva: por una parte, la inercia de las creencias, valores, costumbres y hábitos tradicionales; por la otra, los requerimientos y posibilidades que generan las nuevas tecnologías. Quienes se queden rezagados se irán marginando de una parte importante de la dinámica social que tiende a ser hegemónica. Las redes de comunicación ofrecen flexibilidad y opciones de información e interacción que provocan una sensación de libertad y poder personal y colectivo, pero, al mismo tiempo, son instrumentos de espionaje, control oficial y manipulación publicitaria e ideológica; un poder enorme concentrado en unas cuantas personas.
A pesar de que las tecnologías facilitan y promueven la comunicación, el diálogo, la interacción, la cooperación y el trabajo en equipo, el contexto ideológico predominante sigue siendo individualista: cada quien tratando de sacar el mayor provecho de los demás. A la par del desarrollo tecnológico se ha ido centrando la vida colectiva e individual en el desarrollo económico: producir más y mejor para arrebatar los mercados y acumular riqueza, como si esto fuera sinónimo de bienestar y felicidad.
Los datos sobre bienestar humano demuestran que el desarrollo tecno-económico muchas veces va aparejado a una mayor infelicidad. Los países más poderosos económica y militarmente tienen las cifras más alarmantes de suicidios, depresión, infartos, cáncer, adicción a drogas prohibidas y legales, así como crecientes índices de violencia, especialmente Estados Unidos. Sin embargo, su ideología y sus valores influyen sobre los demás países; muchos gobiernos se esfuerzan por imitarlos.
Cuando se habla de educación, suele ponerse como ejemplo la “calidad educativa” de países como Finlandia o Corea del Sur por la eficacia en la capacitación y el vínculo con el desarrollo económico-empresarial, a pesar de que éstos casi no han generado personalidades, inventos, obras de arte o proyectos de trascendencia internacional o mundial, en contraste con países pobres de América Latina que cuentan con un rico bagaje histórico y cultural; patrimonio que las nuevas generaciones han ido olvidando.
El enfoque tecnocrático de la educación se ha apoderado de organizaciones internacionales que influyen sobre los planeadores educativos, disociándolos de las vivencias de docentes y estudiantes en las aulas presenciales y en línea. Esto ha puesto de moda el concepto de “competencias” que no fue generado por ninguno de los grandes pensadores de la educación, sino que proviene del ámbito empresarial. La educación se piensa cada vez más como capacitación para el empleo (uso), para ser usados por las empresas, lo que tiende a la despersonalización de alumnos, docentes y directivos. Equivocadamente se piensa que la evaluación por sí misma es la clave para la mejora de la calidad educativa, sin darle a ésta un contexto y un proyecto pedagógico en el que se sustente. Así, la evaluación se convierte en un instrumento de control, manipulación y discriminación. En lugar de analizar las problemáticas educativas y proponer alternativas integrales para afrontarlas, la insistencia excesiva y el centrar todo en la evaluación de docentes coloca a estos como responsables o culpables del deterioro educativo, lo que obviamente les genera malestar e inconformidad, al mismo tiempo que se descalifica a las instituciones formadoras de docentes de las que egresaron.
Los temas establecidos y las rutinas escolares contrastan con la velocidad actual del acceso de las nuevas generaciones a múltiples fuentes tecnológicas de información e interacción alternativas. Se requiere un cambio de paradigma hacia un modelo integral y democrático con base en diversas propuestas alternativas dialógicas y autogestoras, incluyendo aportaciones de los pueblos originarios indígenas. Son necesarios cambios en el proceso de enseñanza-aprendizaje en las escuelas, teniendo un papel fundamental y prioritario para superar muchas problemáticas familiares y abrir cauces para la transformación de la realidad social.
Dado lo errático de las políticas públicas en el ámbito educativo, ante el deterioro progresivo de la vida escolar, el abandono de la vida cultural, comunitaria y familiar, y el manejo comercial de los medios de comunicación masiva, en 2011 surge en México el Consejo de Transformación Educativa, como un organismo ciudadano, independiente, plural, antidogmático, abierto al diálogo, que integra a pensadores, investigadores, docentes, padres de familia y ciudadanos comprometidos con la vida social y cultural y -dentro de ésta- con la educación. La idea general es promover una educación para la cooperación y la paz a través de un enfoque integral que valore la diversidad de talentos y vocaciones de estudiantes y maestros.
En octubre de 2013 se realizó el Primer Congreso Internacional de Transformación Educativa en la ciudad de Ixtapan de la Sal, México, con una gran participación y empatía entre los más de 1200 participantes. Allí se recogieron una gran cantidad de aportaciones para un cambio esencial de los enfoques educativos actuales, incluyendo un manejo alternativo de las nuevas tecnologías. Destaca la formación cooperativa y creadora, sensible a la vida comunitaria y realizadora de proyectos de relevancia social, integrada con el cuidado del planeta, de los recursos naturales, de la flora y de la fauna, como parte de un nuevo proyecto de vida nacional y mundial, donde predomine la justicia, la equidad, la fraternidad, la verdadera democracia, el diálogo y el sentimiento de plena libertad.
Además de la transformación de planes y programas de estudio y de la relación entre maestros y alumnos, el Consejo de Transformación Educativa ha venido trabajando para impulsar la Educación de Padres y Madres, con carácter obligatorio, en todas las escuelas de Educación Básica, a través de talleres mensuales de 3 o 4 horas en los que se promueva un nuevo tipo de cultura familiar. Obligatoria, para que empresas e instituciones permitan que los trabajadores acudan al Taller mensual en la escuela de sus hijos y para que todos los niños y jóvenes cuenten con una mejor formación en el seno familiar.
Está por publicarse el número 1 de la Revista de Transformación Educativa (www.rete.mx). La revista tendrá una periodicidad semestral e incorporará progresivamente investigaciones, ensayos, propuestas, vivencias, experiencias orientadas a transformar los procesos educativos.
Este II Congreso Internacional de Transformación Educativa que se celebra del 23 al 26 de septiembre de 2015 en el Centro de Convenciones de Tlaxcala es el resultado de la colaboración de muchas instituciones y personas, por lo que está teniendo mucho más éxito que el anterior. La convocatoria fue suscrita por 49 instituciones de varios países. En el programa académico se incluyen 11 conferencias magistrales impartidas por destacadas personalidades de varios países, 14 mesas redondas en las que participan 66 expertos en temáticas fundamentales para realizar cambios sustanciales a los procesos educativos. Están programados 29 talleres, 3 presentaciones de libros, 61 sesiones temáticas, 7 sesiones cartel y 8 simposium, que integran 481 ponencias (413 en modalidad oral y 68 en modalidad cartel) que serán distribuidas en 61 sesiones temáticas. Participan expositores de 211 instituciones de 9 países y de 22 estados de la República Mexicana. Tendremos invitados y participantes de 2 países europeos (Alemania y Portugal) y 7 de América Latina (Colombia, Brasil, Perú, Chile, Costa Rica, Venezuela y México).
Como producto de este II Congreso se editaron 10 libros digitales con ISBN, en los que se incluyen -debidamente clasificadas- 195 versiones completas de las ponencias presentadas. Un acervo bibliográfico fundamental para todas las personas interesadas en los procesos educativos.
Objetivos del Congreso
Ejes temáticos