Resumen
Mi propuesta está basada en un modelo de pedagogía contemporánea: ecosófico, sistémico, racional, transformador, prepositivo, utópico y laico.
Propósito
Exponer el problema de la Biocorporalidad como vía para la integración de una falsa disyuntiva entre cultura física y cultura intelectual, entre cuerpo, mente y espíritu, que ha mermado la competencia lógico, hermenéutica hologramática para nombrarnos, la obsesión anatómica y el creacionismo que surge a cada paso de la denominación y consideración del ser humano.
La biocorporalidad es una aspiración utópica, una propuesta liberadora y transformadora, el derecho a la resingularización del cuerpo, de nuestro cuerpo, de nosotros como cuerpo, de las emociones, los sentimientos, legítimos, la voluntad y nuestra cognición, en donde la inteligencia como función sintetizadora del yo, sea el aval de nuestro bienestar: individual, sociocultural, económico y planetario.
En la consideración de la tendencia ecosófica como construcción del entendimiento del dentro fuera humanos en continuidad y ruptura con el medio “natural” y cultural, en una sociedad dividida en clases sociales, encubierta por las cuestiones de género, cuando el género es un inclusor de la especie, estamos en la construcción de un lenguaje que nos permita la reconstrucción de nuestras concepciones ideológicas por concepciones de la competencia lógico hermenéutica hologramática apoyadas en la filosofía, la ciencia, el arte y la tecnología. Hemos ganado al incorporar paulatina pero firmemente a la cultura física, con René Vargas como profesor, que pese a su gran aporte es un área negligida y escamoteada, sin embargo su aporte es fundamental para llamarnos humanos vivos y no segmentos cadavéricos, parcelados y escamoteados.
Nuestra competencia biocorporal ecosóifica se ha enriquecido con esta incorporación y la difuminación de las fronteras espurias, la biocorporalidad se inscribe plenamente en esta noción de holoverso.
LA propuesta concreta es pensar nuestra materialidad funcional como materia física, viva, pensante, autorreflexiva e inteligente como función sintetizadora. El reto está simplificado, es complejo y se complica con la ideología naturalizada que tiende a obnubilar la relevancia del conocimiento y cuidado de sí, del otro y del planeta.