Resumen
La presente disertación corresponde a una investigación acción realizada el objetivo de construir una relación de colaboración entre la escuela y la familia para promover el desarrollo integral, es decir, en la esfera intelectual, emocional y social de los alumnos(as) de una escuela primaria pública turno vespertino al poniente del Distrito Federal. Para explicar el proceso de colaboración se retoma el modelo del árbol de Acker (2006), que ilustra los recursos descubiertos mediante el cuestionario de estimulación familiar de Jiménez (2004), el proceso de sensibilización de la necesidad de colaboración entre maestros y cuidadores familiares y las estrategias empleadas para la consecución del desarrollo integral de los alumnos(as).
1. El bienestar y la escuela
Silvia London (2009) decía: si le preguntábamos a los asistentes de un coloquio de familias y docentes ¿cuál consideran que es la función de la escuela?
Los maestros responderían: “queremos que los alumnos aprendan” y por su parte las familias contestarían: “queremos que nuestros hijos sean felices”.
Ante esta disparidad de respuestas, London (2009) concluía: parte del problema de la falta de vinculación escuela-familia surge de las distintas percepciones de la escuela como institución. Mientras los maestros se ocupan de la enseñanza como construcción de conocimientos académicas, las familias esperan que la escuela enseñe a sus pupilos a ser felices.
Una cuestión que hay que esclarecer es, que la escuela no puede enseñar a las personas a ser felices, porque la felicidad es una construcción subjetiva, cada quien decide cómo ser feliz.
Sin embargo, lo que si es responsabilidad de los adultos cuidadores (término que utilizaremos para maestros(as), padres, madres y cuidadores familiares) tanto en la escuela como el hogar es: propiciar y fomentar el bienestar, entendido desde su acepción más simple y complicada de conseguir:
Bienestar: Estado en que las personas cuentan con las cosas necesarias para vivir en armonía con su esfera intelectual, emocional y social para un buen funcionamiento de su vida física y psicológica.
La búsqueda del bienestar ha sido el eje rector de la maestría en psicología escolar, que dentro de sus distintas residencias busca contribuir al mejoramiento de la educación pública de nivel básico.
Los profesionales de la educación sabemos que una educación de calidad consiste en la promoción del desarrollo integral; área intelectual, emocional y social, de los niños(as) en las instituciones educativas, objetivo que solo es alcanzable cuando se trabaja en colaboración con la familia y la comunidad escolar.
Dicho objetivo es añejo y en el discurso educativo resulta trillado, no obstante, el presente trabajo tiene el propósito de compartir la experiencia del “Modelo de construcción de colaboración escolar para la transformación educativa” que representa una evidencia de que la educación de calidad es alcanzable al descubrir y potencializar los recursos propios de una escuela.
2. Protagonistas del programa de colaboración
De forma tradicional, la escuela ha cerrado las puertas a las familias, basadas en lineamientos (SEP, 2010), resistencias al cambio, temor al menosprecio y a la balcanización (Fullan y Hargreaves, 2000). Y las familias han atribuido a la escuela la instrucción académica de sus hijos(as), creándose una separación de dos contextos distintos que tienen un objetivo común: “Promover el bienestar de los niños(as)”.
Una parte de los maestros(as) consideran a los cuidadores familiares “armas de doble filo” y por ello, prefieren mantener una relación cautelosamente distante con ellos. Y algunas familias han delegado la educación “formal” a los maestros(as) ya sea por: ignorancia real o auto-percibida, condiciones donde las necesidades sociales obligan a considerar a la escuela como una institución de resguardo del menor e incluso por comodidad.
Por su parte, los alumnos(as) a pesar de que las reformas y acciones están enfocadas a buscar su bienestar, no son tomadas en consideración sus voces, ni forman parte en las decisiones, menos aún cuando tienen edad escolar, es decir, de seis a doce años, son infantes, aludiendo a su significado etimológico: los que no tienen voz.
En este contexto plural en las escuelas mexicanas, se inició el Modelo de construcción de colaboración escolar para la transformación educativa en una escuela primaria turno vespertino del poniente del Distrito Federal.
El equipo de trabajo fue coordinado por un grupo de profesionales de la educación; donde la primera tarea fue romper con el estereotipo del psicólogo(a) que trabaja en aislado “componiendo” a los alumnos(as) que tienen barreras para el aprendizaje y con su dominio exacerbado de conocimientos psicoanalíticos y habilidades terapéuticas.
Para definir al psicólogo(a) escolar como es un profesional capacitado para colaborar con los principales actores del proceso educativo: maestros(as), autoridades escolares, cuidadores familiares y alumnos(as) para provocar cambios institucionales (Parrillas, 1996) correspondientes a las necesidades y recursos de la escuela en cuestión.
Además de que el psicólogo(a) escolar no se limita a la solución de los problemas, puntualiza en su prevención a través de búsqueda y desarrollo de programas y estrategias de colaboración, planificadas y ejecutadas entre escuela y hogar, con la finalidad de acordar acciones que contribuyan al desarrollo integral de los niños(as), desde un abordaje de reconocimiento y valoración de los recursos de los protagonistas del proceso educativo, sus características individuales y necesidades sociales y contextuales.
La segunda tarea fue coordinar multidisciplinariamente un proyecto educativo con dos profesionales incorporadas en el campo educativo, pero que su perfil profesional, que no es tradicionalmente la docencia: una etnóloga y una politóloga, tienen percepciones distintas de la educación y por ende una práctica diversa.
3. La cultura de la colaboración
Sin duda, el trabajo del psicólogo(a) escolar no es sencillo porque implica el establecimiento de una cultura de colaboración, que consiste en el trabajo con, la persona, el grupo, o la institución que recibe el apoyo para generar cambios dirigidos a descubrir, crear, facilitar y enriquecer sus recursos para mejorar las condiciones educativas y enfrentar sus necesidades por sí mismos (Parrilla, 1996; Morales, 2006).
Construir una cultura de la colaboración supone un largo itinerario evolutivo, que inicia con el reconocimiento de dificultad para la enseñanza y que el admitir la necesidad de ayuda, no significa incompetencia, sino compromiso con la mejora educativa, aprendizaje mutuo y fortalecimiento de la responsabilidad escolar compartida entre familia y escuela.
4. Modelo del árbol de la colaboración
En modelo evolutivo del desarrollo de la cultura de la colaboración en la escuela primaria se puede ilustrar con el crecimiento de un “árbol”, porque escuela y árbol son entes vivientes que se encuentran en interacción con su entorno y generan sus recursos en una relación recíproca (Acker, 2006).
4.1 Las raíces
Se considera que las raíces de la colaboración son los recursos de los que dispone la institución, en este caso, mediante el cuestionario de estimulación familiar, aplicado a 124 cuidadores familiares y entrevistas a las cuatro maestras y a los tres maestros de la institución se pudieron conceptualizar siete importantes recursos en los que coinciden escuela y familia:
En el reconocimiento de los recursos compartidos entre la familia y la escuela es importante reconocerse y reconocer en el otro a un experto en su quehacer educativo, comprometidos con el bienestar del niño(a), un agente participativo en la toma de decisiones y un colaborador poseedor de un saber, una manera de hacer diferente y enriquecedora.
4.2 El tronco
Así como en los árboles el crecimiento es del centro hacia afuera, la colaboración se construye de la reflexión personal, hacia la promoción de la participación de otros actores, el desarrollo de la colaboración con los profesores(as) y cuidadores familiares se puede describir en cuatro fases:
El interés del desarrollo personal y profesional es inseparable del desarrollo escolar, debido a que cuando hay apertura hacia el interior se renuevan las relaciones con el exterior y es el momento de renovar la relación con los cuidadores familiares en una posición de interdependencia y responsabilidad compartida.
4.3 Las ramas
En el modelo del árbol las ramas son las estrategias empleadas, que si bien fueron una amplía variedad se pueden englobar en los objetivos que perseguían:
La colaboración no surge sola o espontáneamente, requiere de la intervención administrativa, creación de oportunidades de trabajo conjunto, todo esto con un liderazgo compartido y considerado con el otro, donde las relaciones interpersonales sean cuidadas y valoradas.
4.4 Los frutos
La meta que se pretende alcanzar mediante el trabajo en colaboración es el desarrollo integral de los niños(as), que en esta experiencia profesional se representa con la conclusión de cinco programas de colaboración: construcción del concepto de número con niños(as) de primer grado, la motivación a la composición literaria, promoción de la competencia matemática en tercer grado, el buen trato a través de la materia de formación cívica y ética y prevención y tratamiento del bullying, programas que atienden a las necesidades singulares de cada uno de los grupos escolares, en donde se descubrieron y auto-gestaron los recursos para afrontar y mantener los cambios deseados.
Conclusiones
El programa de colaboración escuela y familia para la promoción del desarrollo integral de los niños(as), ilustra la posibilidad de propiciar transformaciones de fondo en las instituciones educativas públicas, donde los esfuerzos compartidos entre la familia y la escuela alcanzan objetivos que de forma individual y aislada de cada uno de los contextos en los que se desarrolla el niño(a) difícilmente se lograrían.
La colaboración es una condición importante para la exaltación de los recursos institucionales y la autogestión de nuevas condiciones que benefician a la comunidad escolar y propician el desarrollo del área intelectual, social y emocional, es decir, el desarrollo integral de los niños(as).
Referencias
Acker, M. (2006). The Need to Reestablish Shools as Dynamic Positive Human Energy Systems that are Non-Linear and Self Organizing. The Learning Partnership Tree. International Journal of Learning, 12(10), 256-266.
Fullan, M., & Hargreaves, A. (1999). La escuela que queremos. Los objetivos por los que vale la pena luchar. México: Amorrortu editores.
London, S. (2009). La psicología positiva: un nuevo paradigma en la educación. De la indiferencia al compromiso. Seminario de Reflexión Permanente "Escuelas conviviendo" (págs. 80-96). México: Secretaría de Educación.
Morales, C. (2006). Construcción de una relación de colaboración psicóloga-maestra para la mejora educativa. Tesis de Maestría. México: Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México.
SEP. (2010). Lineamientos generales para la organización y funcionamiento de los servicios de educación inicial, básica, especial y para adultos del Distrito Federal. México: SEP.