Resumen
Existen propuestas pedagógicas, como las de Herbert Read, Eisner o Winner y que demuestran las habilidades que se despiertan en los alumnos al ejercitar las artes, sin embargo en México las prácticas docentes de educación artística al parecer tienen otros enfoques más cercanos a la preservación de la cultura.
Para aproximarnos al objeto de estudio, realizamos observaciones y entrevistas a cinco docentes que participaron en un concurso de entonación del Himno Nacional.
De acuerdo al referente empírico recopilado con los docentes, la práctica en la enseñanza de la educación artística está sujeta a tres factores: 1) sus afinidades 2) la cultura y 3) la tradición. Estas prácticas se pueden agrupar en cuatro vertientes: 1) las actividades artísticas que se presentan en festividades, 2) los concursos, 3) las manualidades y 4) la clase de educación artística como tal.
De acuerdo a lo dicho en las entrevistas por los docentes el tiempo no alcanza para la clase regular de educación artística, pues aun cuando se tenga la buena intención de realizar la clase los “contenidos de otras asignaturas se llevan el tiempo”. Pero cuando se trata de una presentación en algún festival o concurso la visión cambia, pues según el argumento de los docentes se tiene que estar “ensaye y ensaye”
El propósito de este trabajo es abordar la educación artística desde las actividades artísticas que se presentan en festividades, como parte de la cultura y la tradición sustentando la práctica docente desde la fenomenología social de Schutz, pues cada docente interpreta desde su subjetividad que ha de impartir en la clase de educación artística, nociones que según explica Schutz en ocasiones no sabemos quién las conceptualizó, sin embargo han sido aceptadas por el endogrupo y tipificadas por él, creando conceptos de sentido común.
Hablaremos de cultura desde Giménez, pues al ser un autor más cercano a las características de nuestro país nos permite reconocer en las prácticas de la educación artística, los rasgos de la cultura nacional, además de los apropiados de otras culturas y regiones.
En razón a estos argumentos encontramos a una educación artística, basada en la preservación de la cultura, más que desarrollar aspectos específicos académicos de los alumnos y mucho menos por el desarrollo de las artes, incluyendo la técnica, interpretación, expresión, apreciación, goce estético, etc.
Palabras clave: Educación artística, práctica docente y subjetividad.
El arte es un aspecto de identidad dentro de la cultura. La práctica docente de educación artística apoya a formular este capital cultural en los alumnos. Se pudiera pensar que es a partir de enseñar diferentes artes, o la técnica que se requiere para ejercerlas, pero no, más bien pareciera a enfocarse a enseñar ciertos aspectos de la cultura.
Lo que se pretende en este trabajo es analizar las prácticas culturales dentro de las actividades artísticas en la escuela primaria. Para ello se pretende partir de un sujeto de estudio, un docente frente a grupo de una escuela primaria, con dos años de servicio, que participó dirigiendo un coro en un concurso de entonación del Himno Nacional Mexicano.
Las preguntas guía de este trabajo son: cómo se conforma el concepto de educación artística en el sujeto a analizar, y cómo ese concepto lo transporta a su práctica.
Para situar a nuestro sujeto le colocaremos un nombre, aun cuando este nombre no sea el del personaje que conocí, puede ser que su historia se repita en otros, que aun cuando el contexto pareciera cambiar, las tradiciones en muchos casos se imponen, le llamaremos Juan.
A Juan lo conocí el día del concurso, yo asistí como jurado, acompañado del supervisor de la zona escolar y la auxiliar, la dinámica consistía en que nosotros nos trasladábamos escuela por escuela, veíamos las presentaciones y continuábamos.
Llevaríamos alrededor de seis escuelas de apreciar participaciones regulares, algunas con más apego a la partitura otras un poco improvisadas. Cuando llegamos a la escuela de Juan el conserje tardó un rato en abrir, al mirar que era el supervisor el que tocaba se apresuró a disculparse.
Pasamos a la dirección escolar a saludar, el director nos condujo por un pasillo que más bien parecía un laberinto de tabique desmoronado, después a pasar por un traspatio con más arreglo, lugares comunes para Juan o para quienes trabajamos al oriente del Estado de México.
Al llegar al salón, esperábamos ser presentados y pasar, pero hubo una pausa, antes de que se dijera cualquier cosa Juan le habló al oído al director, este se apresuró a presentarnos y se fue. Deduje en el momento que algo no iba bien, mientras tanto, los alumnos se acomodaron al frente, mujeres adelante unas veinte, hombres atrás unos diez, todos haciendo medio círculo, al costado de ellos Juan, como queriendo encender una grabadora.
Momentos que aproveché para mirar un poco el salón, en la parte de enfrente la ya parecer, inservible pantalla de enciclomedia, y en la parte de atrás la pantalla que acompaña el programa de las tabletas para quinto grado.
Al pasó llegó el director, colocándose desde un ángulo donde lo pudiéramos ver explícitamente, miró a Juan y movió la cabeza en forma negativa, por su parte Juan tomó su tableta, al tiempo llamaba la atención de los niños: “haber niños ya vamos a empezar”. De un momento a otro el rostro de Juan cambió de preocupación a agradó, comentó: “ya está”.
En automático empezó la pista y los niños a cantar, pero el volumen de la pista era tan bajo que no se lograba apreciar, pues provenía de la bocina incorporada a la tableta. Juan permaneció al frente de la grabadora por espacio de unos diez segundos y después se sentó al fondo del salón, por momentos con la mirada perdida, en otros con la quijada sostenida por los nudillos, creo que en ningún momento miró al grupo de frente.
La interpretación de los alumnos seguía, yo no había notado que la letra se proyectaba a mis espaldas, teniendo como fondo la imagen de la patria de Gonzáles Camarena, fue la auxiliar de supervisión que me volteó a ver y con lenguaje corporal me indicó, estaba entre la posibilidad de visión de los alumnos y la proyección, por lo que me cambie de lugar.
Era evidente que los niños no alcanzaban a leer a la velocidad de la proyección, por lo que aun cuando la letra se proyectaba cambiaban palabras, en otras les faltaba el aliento para terminar las frases.
Terminó el Himno Nacional, Juan salió de la parte de atrás, preguntando en voz alta, “también es el Himno al Estado de México. A lo que respondí que no era necesario, que sólo lo que hubiera preparado. De cualquier forma lo puso, recuperó su posición e hizo lo mismo de antes.
Algunos de los rostros de los niños con agrado, otros queriendo seguir la letra, algunos más mirando a la nada, alguna niña por momentos viendo a su maestro como queriendo buscarle el rostro.
Esta vez la pista estaba cantada por voces de adulto, esa pista que parece estar cantada por militares, proveniente por la distorsión de un disco de acetato, pues aún se puede percibir el sonido de la aguja delicadamente caer sobre el disco, aun cuando se reproducía desde un dispositivo digital, el volumen igual.
Al final de la presentación se me había requerido en general con todos los participantes poder platicar algunos momentos con ellos. Para darles alguna sugerencia técnica o metodológica para mejorar el trabajo.
Me acerqué con Juan, le hice algunos comentarios de las pistas y de la importancia de que los alumnos pudieran escucharlas para poder seguir aspectos como la entonación y ritmo, Juan sólo asentó con la cabeza, me dio las gracias y seguimos a la siguiente escuela.
Posterior a este encuentro tuvimos dos más, agendamos una cita para hacer una entrevista, me había llamado la atención algunos aspectos de su práctica.
Para el día de la entrevista habría pasado como una semana del concurso, fue en el mismo salón, en el escritorio de Juan, con los alumnos de su grupo de espectadores.
Pregunté acerca de su experiencia laboral, de su formación, así fue como supe que llevaba dos años de ser docente, que había estudiado en una escuela normal. Cuando pregunté el porqué del interés de participar en el concurso, me contesto: - Así como interés pues no, pero se acostumbra que los alumnos de quinto sean quien representen a la escuela, entonces al que le toca quinto tiene que presentar los coros.
Me comentaba además que en la normal no había recibido la formación suficiente en cuando a la dirección de coros, que en educación artística sólo los enviaban a museos y en clase a bordar. Que sí había estado en el taller de danza folclórica, de ahí que en su primer año de servició hubiera preparado con sus alumnos bailes regionales del estado de Tamaulipas.
Juan comenta - para este año estaba preparando un rock and roll, pues para variarle, aunque eso no es lo que me enseñaron en danza, nada que ver. Cuando le pregunté acerca de la importancia de que los alumnos tuvieran conocimientos de arte, él comenzó por disculparse por el trabajo de los himnos, entendí que mi figura de jurado aún estaba presente, después comento que no había tiempo, que habían asignaturas a las que se les tiene que dar prioridad.
Que una manualidad es la educación artística, que puede ser alguna tortuga hecha con papel a partir de unos moldes, periódico y pintura, que a los alumnos les gusta, pero no ensayar los himnos, eso después de un rato los pone de malas.
Supe en ese momento que el director se había comprometido a darle las pistas a Juan pero que nunca lo había hecho.
Un tercer encuentro Juan me invitó a observar un ensayo del baile que estaba preparando. En este último encuentro le facilité algunos materiales didácticos para mejorar sus estrategias de cómo enseñar los Himnos a los alumnos así como las pistas.
La subjetividad e intersubjetividad implícitas en relación a Juan y a su práctica de la clase de educación artística.
Retomando la fenomenología social de Schutz (1974), la subjetividad de Juan partirá de los conocimientos previos con los que cuenta, que posiblemente tenga desde las clases que haya tomado en los diferentes niveles educativos, o que correspondan a esta asignatura en específico, o en términos de Bourdieu dependiendo su capital cultural. Por lo que para Juan, no hay actividades específicas para esta signatura, pues él no puede mandar a los niños a los museos, ha cambiado el bordado por la tortuga de periódico, considera que lo único que vale la pena es bailar a partir de que es lo único que si le enseñaron.
Otro aspecto que conforma la subjetividad de Juan, es la figura de los compañeros de trabajo y de sus prácticas, de lo que como endogrupo se ha legitimado, creando un mundo sentido común dentro de su escuela. Lo podemos ver a partir de que los maestros de quinto grado llevan la comisión de preparar los himnos, no tomando en consideración lo que saben o sus habilidades, que aun cuando no cuentan con los elementos técnicos como puede ser la pista, los exponen a jurados externos que incluyen al supervisor escolar de la zona.
Sin embargo Juan considera que sería importante saber más y está dispuesto a hacer algo al respecto, lo sé porque se acercó a pedirme material, y seguramente para cuando lo vuelva a ver será un sujeto diferente, pues los sujetos no son seres estáticos inamovibles.
Cultura: por qué los himnos y por qué la danza folclórica.
El arte en palabras de Thompson “es parte de la cultura que ayuda a identificar una sociedad”. Es común que las personas que no son de nuestro país nos identifiquen por los trajes de charro o de china poblana, aun cuando la población regular no se vista así, por el contrario, si alguien aparece vestido de esa manera puede ser objeto de burla.
Por otra parte el folclore mexicano no se resume en estos atuendos, pues se nos ha incentivado la idea de que cada uno de los estados, regiones o municipios tengan su propio traje regional.
Estas tradiciones culturales quizá estén presentes desde el prehispánico, pues México se ha caracterizado por estar dividido en diferentes tribus, para ello se necesitaría un estudio mucho más profundo, en este punto sólo diremos que la educación artística en la primaria, se encarga de enseñar estas diferencias por medio de los bailes que presenta.
En el caso de Juan lo podemos ver en la diferencia que hace cuando habla del baile del Estado de Tamaulipas y el rock and roll, pues en su jerarquía, regional es mucho más importante que el moderno.
Por otra parte es la obligatoriedad de la entonación de los himnos, que se da a partir de una ley constitucional, que se legitima cada año. No importan los contenidos musicales apegados al curriculum, si el docente cuenta o no con el conocimiento, si se tiene el interés por la actividad, si los niños entienden o no lo que cantan, es algo que se tiene que hacer.
Llega a ser tan importante la entonación de los Himnos, que se hace de carácter obligatorio, aquí es donde no importa dejar las demás asignaturas, se tiene en voz de Juan, que ensayar diario en la mañana y en la tarde.
Sin embargo por lo visto con anterioridad este objetivo queda en entredicho, pues a pesar de los esfuerzos de Juan, y los del gobierno por hacer un símbolo identitario, los alumnos no se aprendieron la letra, ni la melodía.
¿Por qué no enseñar arte?
Para Thompson (1993, pág. 228), “las bellas artes y la música clásica cuya interpretación y apreciación requieren un conjunto especializado de convenciones que tradicionalmente se limitan ciertos sectores privilegiados de la sociedad”, haciendo énfasis a aquellos sectores con mayor capital económico,
Por otro lado, para Giménez (2007) “la cultura realmente existente y operante es la cultura que pasa por las experiencias sociales y los mundos de vida de los actores en interacción…nos estamos refiriendo a formas objetivadas de la cultura popular en México”.
Existe una concepción de bellas artes, que se acuño durante el periodo de la Ilustración que, retomando las musas de los griegos, pero también existen las culturas populares, teniendo manifestaciones artísticas particulares.
Si hablamos de arte popular, encontramos que el término artista en la actualidad, aplica a cualquier persona que desarrolla un trabajo u oficio con dos características particulares: creatividad y perfeccionismo. Bourdieu aporta a la discusión cuando habla de clases sociales y de cómo se integran. (BOURDIEU, 1997)
En el caso de Juan, prefiere enseñar aspectos más enfocados hacia las actividades técnicas, como cuando habla de hacer manualidades, es decir no habla de representar una obra teatral, o desarrollar gusto musical, sino más bien de hacer cosas artesanales.
Para Bourdieu, Juan estará formando habitus en sus alumnos, que ya corresponden a una clase social, es decir, Juan enseña que las bellas artes están fuera del alcance de sus alumnos, lo que corresponde a ellos igual que para él es hacer artesanías, aprendiendo las diferencias étnicas con los bailes regionales y un sentido identitario incompleto en la entonación de Himno Nacional.
Para finalizar diré que Juan es un personaje como cualquier otro dentro de la escuela, cautivo del laberinto de la cultura, inmerso en las trampas de las tradiciones, como cualquier otro digno representante del cuerpo docente.
BOURDIEU, P. (1997). Espacio social y espacio simbólico. En P. BOURDIEU, Razones prácticas sobre la teoria de la ación (págs. 11-32). Barcelona: Anagrama.
GIMÉNEZ, G. (2007). La concepción simbolica de la cultura. En G. JIMÉNEZ, Estudios sobre la cultura y las identidades sociales (págs. 25-51). México: CONACULTA ITESO.
SCHUTZ, A. (1974). El problema de la realidad social. Buenos aires : Amorrotu.
THOMPSON, J. B. (1993). El concepto de la cultura. En J. B. THOMPSON, En Ideología y cultura moderna. Teoría crítica social en la era de la comunicación de masas. (págs. 183-240). México : Casa abierta al tiempo.