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Estudiantes empoderadas de la FES Zaragoza

Alba Esperanza García López y Adriana Monraga Caballero

UNAM Zaragoza

Introducción

El género es una cuestión que atañe al ser humano. A partir de este se han creado estructuras socioculturales que condicionan la interacción que tienen hombres y mujeres dentro de los grupos a los que pertenecen, tanto con personas del mismo sexo como con las de un sexo distinto al propio. A través de la socialización diferenciada se crean marcos referenciales relacionados con el género, los cuales se impregnan en la identidad individual y se proyectan en las relaciones sociales con otras personas y en los actos individuales.  A partir del sistema representativo de las relaciones de género se pueden visualizar las dinámicas sociales que se han generado a partir de la asignación de papeles específicos para mujeres y hombres que incluso toman como referencia cuestiones biológicas propias del sexo (de Barbieri, 1993; Lamas, 2002)

Sobre la base de las diferencias de género, existe una idea predominante aún en la actualidad. Esto tiene que ver con la posición secundaria y de desventaja de la mujer con respecto a la participación masculina en diversos ámbitos. Las cuestiones femeninas siempre han estado relacionadas con un papel subordinado a lo masculino, mientras que lo masculino ha tenido un posicionamiento central en la actividad humana. Esta cuestión de desigualdad existente ha generado que las mujeres hayan tenido poco o nulo acceso a oportunidades que no eran consideradas apropiadas para ellas. En la actualidad la participación en esos ámbitos ha aumentado, sin embargo persisten ciertos aspectos tradicionales que se combinan con los actuales y que aunque permiten la inclusión de la mujer en determinados ámbitos, aún son un obstáculo para el pleno desarrollo de la mujer, y para la obtención de la igualdad de género (Montesinos y Carrillo, 2010).

Las características asociadas al  género se han modificado debido a su condición social ya que al ser aprendidas, la forma en cómo se llevan a cabo puede ser reestructurada individual y socialmente. Para que estas estructuras se estén modificando, el papel de las luchas feministas ha sido central. Gracias al cuestionamiento sobre el determinismo biológico que prescribía las diferencias sociales y políticas  del género se han creado estrategias y movimientos que han buscado el acceso de la mujer a ciertos derechos que antes le eran restringidos o limitados.

A partir del mayor acceso de las mujeres a las esferas laborales, educativas, y a la ocupación de puestos importantes, la percepción propia y del lugar que ocupan en la sociedad se ha modificado también. No sólo desde el punto de vista femenino, sino que la sociedad en general ha modificado los esquemas tradicionales a los que estaba habituada. A partir de la transformación de la representación del género la mujer ha tomado un papel más activo en la sociedad, y ha accedido a lugares con mayor importancia. Asimismo se ha adquirido conciencia sobre la capacidad para tomar el control de recursos materiales e intelectuales que permitan transformar  las condiciones que producen desigualdad de género (Batliwala, 1994 citado en Casique, 2010). El acceso y control sobre los recursos materiales e intelectuales por parte de las mujeres ha sido conceptualmente designado como empoderamiento. Este proceso de empoderarse implica la generación y apropiación de poderes vitales que  generan en las mujeres la independencia y autosuficiencia material, social, ética y  subjetiva (intelectual y afectiva). El empoderamiento en su expresión personal se concreta en la individuación y, en su manifestación  grupal colectiva se  expresa en grupos y movimientos sociales con identidad propia y objetivos legítimos por los cuales luchar (Lagarde, 2012). Esto significa que a través del  empoderamiento las condiciones de vida pueden ser mejoradas no sólo desde las acciones propias de la mujer, sino de las gestiones de grupos y movimientos de la sociedad que también participan en la transformación  de las relaciones opresivas  de género.

La sociedad ha marcado patrones de interacción a las mujeres y a los hombres, los cuales tradicionalmente implican mayor dependencia,  menos poder y recursos para las mujeres.  La incorporación de las mujeres a la educación superior, ha generado la posibilidad de cambios sociales en las conductas y comportamientos considerados típicamente femeninos, ante ello surgen algunos cuestionamientos:  ¿Las  mujeres que deciden estudiar carreras que se han marcado como masculinas se encuentran ellas más empoderadas? ¿Cómo enfrentan las  mujeres las vicisitudes de encontrarse en un terreno profesional, al cual tradicionalmente no pertenecen? ¿Sucederá lo mismo en las estudiantes de una carrera mayoritariamente femenina? ¿Habrá diferencia en los factores de empoderamiento que muestran las mujeres de carreras de mayoría masculina respecto de las mujeres que estudian en carreras de mayoría femenina?

El interés de esta  investigación fue contrastar en cuanto a empoderamiento a las  estudiantes de dos carreras de la FES Zaragoza UNAM (Ingeniería Química y Enfermería)  una de mayoría masculina versus otra de mayoría femenina.

1. Género

El género constituye la categoría explicativa de la construcción social y simbólica histórico-cultural de los hombres y las mujeres sobre la base de la diferencia sexual, que marca un acceso diferencial de poder entre mujeres y varones, en el cual las mujeres aparecen subordinadas al poder de los hombres (Comité Coordinador de la Red de Defensorías de Mujeres de la FIO., 2010, Rubin, 1996 ).

El concepto surgió por la década de los sesenta, cuando Robert Stoller estudiaba los trastornos de la identidad sexual en las personas en que la asignación del sexo había fallado, dada la confusión que los aspectos externos de sus genitales producían. Con los casos que estudió, Stoller llegó a la conclusión que el peso y la influencia de las asignaciones socioculturales, mediante costumbres y ritos, aunada a  la experiencia personal de mujeres y hombres, constituían los factores que determinan la identidad y el comportamiento femenino o masculino y no el sexo biológico (Hernández, 2009).

A partir de este descubrimiento,  Stoller propuso una distinción conceptual entre “sexo” y “género”, en los cuales sexo se refiere a los rasgos fisiológicos y biológicos del ser macho o hembra,  y el género, a la construcción social de esas diferencias sexuales. (Barrancos, 2011)

Los roles sociales de la mujer se ven aprisionados en la naturaleza, ya que su papel como reproductora la habría limitado a funciones que están ligadas a ésta. Es por esto que se le relega a lo doméstico, donde es la encargada de la crianza de los niños y niñas y de la reproducción cotidiana.

De Barbieri (2013) explica que los movimientos feministas, que resurgieron en los años sesenta, se exigieron y fueron exigidos de comprender y explicar la condición de subordinación de las mujeres. Es en esta búsqueda donde surge y se expande el concepto de género como categoría que en lo social, corresponde al sexo anatómico y fisiológico de las ciencias biológicas. El género es el sexo socialmente construido.

Rubin (1986, citado en De Barbieri, 2013) define al género como el “conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana y en el que se satisfacen esas necesidades humanas transformadas” (pág. 21)

Posiblemente el concepto género es el que más ha contribuido y al mismo tiempo más debate ha generado y genera en las ciencias, en la historia, en el feminismo y en los estudios de las mujeres, pues no sólo se cuestiona las relaciones de poder entre hombres y mujeres, sino que pone en tela de juicio los discursos que justifican la inferioridad y la discriminación femenina debido a las diferencias biológicas y sexuales (Bleda, 2013).

Actualmente está consolidada la idea de que las diferencias entre mujeres y hombres no atienden a sus características sexuales sino que se deben a las construcciones culturales del pasado que se fundamentaban y justificaban en la biología.

2. Feminismo

Gamba (2015), explica que algunas autoras ubican los inicios del feminismo desde finales del siglo XIII, cuando Guillermine de Bohemia planteó crear una iglesia de mujeres. Algunas otras rescatan, como parte de la lucha feminista, a las predicadoras y brujas. Pero cuando se empezó una lucha organizada y colectiva fue hasta el siglo XIX y a partir del sufragismo reivindican su autonomía. De acuerdo con Amalia Varcárcel y Celia Amorós, coincidimos en ubicar el surgimiento del feminismo en la época de la ilustración.

El feminismo es un movimiento social de mujeres, que surge en la época de la Ilustración Esta etapa denominada como la primera ola del feminismo comprende desde la Revolución Francesa hasta mediados del siglo XIX. La lucha de las mujeres y de algunos célebres varones que las apoyaron,  se centro en la igualdad de la inteligencia y la reivindicación de la educación para las mujeres. Destacan en esta etapa las pensadoras  Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft, y el pensador  Poullain de Barre.

La segunda ola del feminismo comprende  de mediados del siglo XIX hasta la década de los cincuenta del siglo XX (final de la Segunda Guerra Mundial).

Demanda principalmente el derecho al voto de las mujeres, se apoya conceptualmente  en la obra de Harriet Taylor y John Stuart Mill: “El sometimiento de la mujer”, la cual sentó  las bases del sufragismo. El derecho al voto genera movimientos de mujeres en Estados Unidos e Inglaterra el cual  se extiende y vincula a otros derechos civiles, tales como la abolición de la esclavitud en Estados Unidos, así como el derecho a la educación superior, logrando que algunas mujeres ingresen a las universidades.  

La Tercera Ola del feminismo abarca de los años 60 a la actualidad. Se caracteriza por el reconocimiento y legislación ante situaciones que antes se consideraban como privadas: la sexualidad femenina, la anticoncepción, el derecho al aborto y la violencia contra la mujer. Conceptualmente esta tercera ola del  feminismo fue guiada por obras tales como: “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, y “La mística de la femineidad”, de Betty Friedan. Se confrontan los estereotipos femeninos de la mujer como objeto sexual y se señala  al patriarcado en consonancia con la estructura social, como agentes  que establecen y sostienen jerarquías que favorecen a los varones y se traducen en la opresión y desigualdad femenina, ante las cuales habrá que luchar   por su desaparición.

Como resultado de los movimientos feministas y del impacto que tienen en la sociedad ha surgido la capacidad de empoderamiento femenino. Este es un  concepto que surge en esta tercera ola del feminismo. El Movimiento de Mujeres lo configuró como una estrategia que busca impulsar cambios en la vida cotidiana de las mujeres e implementar un proceso de trasformaciones en las estructuras sociales.

3. Empoderamiento

“El empoderamiento, que es una traducción literal de la palabra inglesa “empowerment”, viene adquiriendo cada vez más importancia en la perspectiva de género, en la medida en que crece la conciencia de que la clave de la dominación patriarcal está en el desequilibrio de poder en las relaciones entre géneros” (Cruz, 2009,:35)

El concepto de empoderamiento, de acuerdo con Towsend (2002, citado en Delgado, Zapata, Martínez & Alberti, 2010) tiene su origen en las propuestas de grupos feministas del tercer mundo, sobre la concientización de los oprimidos, y creación de una conciencia crítica. Kaaber (1999, citado en Casique, 2010) define el empoderamiento como el proceso por el cual aquellos a quienes se les ha negado la posibilidad de tomar decisiones de vida estratégicas adquieren tal capacidad.

De acuerdo con Jennings, Hilfinger y McLoughlin (2009), el empoderamiento, es un constructo de varios niveles que consiste en enfoques y aplicaciones prácticas, procesos de acción social y resultados individuales y colectivos. Éste término se refiere a las personas, familias, organizaciones y comunidades que alcanzan el control y dominio de sus vidas dentro del contexto social, económico y político, con el fin de mejorar la igualdad y la calidad de vida. (Harretche, 2011)

Cuando se habla de empoderamiento femenino, se refiere tanto al proceso, como al resultado del proceso a través del cual las mujeres ganan un mayor control sobre los recursos intelectuales y materiales, y así desafían la ideología del patriarcado y la discriminación por género (Batliwala, 1994 citado en Casique, 2010). Además de que conocer los derechos de las mujeres y el ámbito político y sociocultural en el que se debaten, también deben conocer los obstáculos mentales y económicos que puedan o dificulten el cambio, por lo que es importante la reflexión crítica para lograr una acción transformadora. (Hernández y García, 2008).

El empoderamiento no es un proceso lineal, con un principio y un fin muy claro y común para todos los individuos, en este caso las mujeres, sino que es un proceso que se experimenta de diferente manera y única para cada persona, se define y desarrolla en función de la historia personal y del contexto en que cada quien se desarrolla. (Casique, 2010).

La verdadera importancia que tiene el término empoderamiento radica en dejar claro que no es darle poder a alguien sino que el empoderamiento es el que cada persona logra y encuentra por sí misma o por sí mismo.

“El empoderamiento es un proceso que se inicia dentro de la persona y que la capacita para autoevaluarse, cambiar, crecer y buscar mayor autonomía” (Delgado, et al, 2010). Con esto se deja en claro que no es un agente externo el que lo determina, pueden influir pero no lo determina.

De acuerdo con Hernández y García (2009) este concepto ha sido ligado al proceso de desarrollo. La ONU afirma que es necesario para que exista igualdad, desarrollo y paz. Pero la valoración objetiva del empoderamiento no se había logrado ya que sólo se contaba con indicadores aislados compuestos. Entre estos indicadores está la Medida de empoderamiento de género, el cual mide la inequidad de género en tres áreas:

Ahora bien, refiriéndonos a la valoración del empoderamiento personal, Julita Elemí Hernández Sánchez y Renán García Falconí apoyados por  el Instituto Nacional de la Mujeres y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco  desarrollaron  un instrumento validado en población mexicana, que permite la evaluación de este concepto, el cual fue utilizado por nosotras para investigar acerca del nivel de empoderamiento en  dos grupos de estudiantes universitarias.

Planteamiento del problema

El empoderamiento es un proceso por el cual las mujeres incrementan su capacidad para configurar sus propias vidas y su entorno, una evolución en la concientización de las mujeres sobre sí mismas y su estatus y en su eficiencia en las relaciones sociales. La educación ha sido el lugar donde cada vez más mujeres han aumentado su participación, sin embargo aún existen actos que marcan una diferencia entre los géneros por lo que fue de interés conocer el nivel de empoderamiento de mujeres estudiantes universitarias de dos diferentes carreras (una de mayor matricula femenina y otra de mayor matricula masculina)

Se eligieron a las estudiantes de  las carreras de Enfermería e Ingeniería Química para explorar alguna posible  diferencia entre ellas,  debido a que la carrera de Ingeniería Química se asocia más con los rasgos masculinos de pensamiento abstracto, eficiencia y razonamiento, lo contrario se expresa en la carrera de enfermería la cual se percibe como una carrera al servicio y cuidado de población enferma y desvalida. Es interés de esta investigación analizar el nivel de empoderamiento de las estudiantes de ambas carreras y detectar si hay diferencias en las formas de empoderamiento de unas y otras acordes con la carrera que se cursa.

Preguntas de investigación

¿Existen diferencias en el nivel de empoderamiento de las estudiantes que cursan   las carreras de enfermería e ingeniería química?

¿Qué factores (empoderamiento participativo, temeridad, influencias externas, independencia, igualdad, satisfacción social y seguridad) están más altos en cada carrera? 

Objetivos

Diseño

No experimental, descriptivo, a través del método de encuestas.

Muestra

El tipo de muestreo fue intencional accidental. El instrumento se aplicó a 99 mujeres de la carrera de enfermería y a 43 de ingeniería química, siendo el 10% del total de la población de cada carrera.

Instrumento.

El Instrumento para la Medición de Empoderamiento en Mujeres (IMEM) fue diseñado en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco

Se aplicó el paquete estadístico SPSS versión 20, a partir del cual se obtuvieron análisis de frecuencias.  Se aplico la  t de student y anova para detectar diferencias estadísticamente significativas entre las estudiantes de enfermería y las de ingeniería química.

Resultados

Participaron 142 mujeres estudiantes de la FES Zaragoza, de las cuales 43 fueron de Ingeniería química  y 99 de enfermería conformando el 10% del total de la población de cada carrera, con edades  entre 17 y 29 años, siendo la medios 20 años. En cuanto al estado civil, se reportaron 128 solteras, 6 casadas y 8 mujeres en unión libre. Las mujeres que contestaron estar trabajando y estudiando fueron 11 contra 131 que sólo se dedicaban a estudiar. El número de mujeres que se encuentra sin hijos fueron 128 y sólo 14 respondieron que sí los tienen, los cuales tienen entre 1 y 7 años, siendo la media 1 año.

Datos demográficos de Ingeniería Química

Datos demográficos de Enfermería

En cuanto a los niveles de empoderamiento entre las estudiantes de una y otra carrera se observa que

 

Las mujeres de la carrera de enfermería, se encuentran ligeramente más empoderadas comparadas con las estudiantes de ingeniería química

Para un análisis más detallado, se realizaron gráficas entre las carreras comparando el nivel de empoderamiento por cada factor que mide el instrumento, las cuales se muestran a continuación:

El factor de participación se refiere a una mujer cuya percepción de mujer líder es de una persona muy activa, con alta participación en actividades, emprendedora y autosuficiente. En esta gráfica se puede observar que la mayoría de respuestas se encuentran entre Totalmente desacuerdo y desacuerdo, lo que muestra que no tienen una percepción clara de una mujer líder.

En este factor, se puede observar que la mayoría de las respuestas de las estudiantes de ingeniería química, están en totalmente desacuerdo, lo que significaría que son personas con temor, inseguras de sus decisiones y con miedo a sus propias acciones. Por el contrario, las respuestas de las estudiantes de la carrera de enfermería se encuentran entre “totalmente de acuerdo” y “acuerdo”, lo que significa que son mujer valientes, sin temor a tomar decisiones y seguras en sus acciones.

En este factor, las respuestas de ambas carreras, se encuentran en la escala “acuerdo”, lo que nos dice que las estudiantes consideran que el liderazgo depende de la persona misma y no a hechos ajenos a ella, probablemente con un locus de control interno.

En el factor de Independencia nos muestra que las estudiantes muestran un cierto grado de dependencia, ya sea para con su familia o con los otros, esto debido a que sus respuestas se sitúan en “desacuerdo.”

Las respuestas en este factor, se encuentran en “acuerdo”, lo que nos indica que las estudiantes de ambas carreras, tienen un sentido muy elevado de igualdad de la mujer con respecto al varón, con una perspectiva de equidad entre ambos sexos, lo que le permite competir y luchar por mejores posiciones.

En este factor, ambas carreras también coinciden, ya que las respuestas se ubican en la escala correspondiente a “acuerdo” por lo que podemos decir que son mujeres que tienen confianza con respecto a su entorno social, pues se sienten valoradas y respetadas.

Las mujeres estudiantes de ambas carreras, vuelven a coincidir en sus respuestas, ubicándolas en la escala que corresponde a “acuerdo”, lo que nos indica que son mujeres seguras de sí mismas, con confianza para realizar acciones y buscar posiciones mejores en cualquier ámbito.

Finalmente, se aplicó una t de student y una anova para ver si existía una diferencia significativa entre las estudiantes de estas carreras pero los resultados que se obtuvieron fueron que no hay una diferencia significativa entre estas carreras para determinar si hay más mujeres empoderadas en una carrera que en la otra.

Discusión

El resultado  del nivel total de empoderamiento en ambas carreras, muestra que las estudiantes  expresan niveles similares de empoderamiento en la valoración global, lo cual puede asociarse al hecho de encontrarse en un espacio educativo  que promueve y exige rasgos de empoderamiento para incorporarse y mantenerse en el. Sandra Araya opina respecto a la educación: “Sin pretender hacerla depositaria de elementos omnipotentes, la educación puede ser el punto en que se inicie un proyecto emancipatorio de transformación genérica, pues un cambio en algún punto del sistema social repercutirá en todo el sistema en general” (Araya, 2004: 5).

Aun cuando no se observaron diferencias estadísticamente significativas en las estudiantes de ambas carreras respecto al empoderamiento, es posible observar algunas cuestiones interesantes cuando se analizan cada uno de  los factores del empoderamiento por carrera.

En cuanto al liderazgo femenino (factor de participación) se observa que no hay un acuerdo en las estudiantes de ambas carreras respecto a las características de una mujer líder, ello no es de extrañar,  porque si de algo han carecido históricamente las mujeres es de modelos e imágenes de mujeres lideres exitosas, no por que no hayan existido sino porque han sido históricamente ocultadas y negadas. Sin embargo el encontrarse en el espacio universitario y en contacto con otras y otros agentes importantes puede actuar a favor del empoderamiento femenino. Norma Blazquez Graf destaca la importancia de las docentes como impulsoras del interés científico en las estudiantes “…la inclinación por la carrera científica puede originarse por la influencia favorable del maestro, o la maestra, quienes enseñan a las jóvenes a adquirir una mirada diferente, es decir, una mirada científica” (Blazquez, 2008: 70-71).

En el factor de temeridad se observa que las estudiantes de enfermería puntúan más alto que las de ingeniería química, quizá una probable explicación se encuentre en que el perfil profesional de la enfermera exige la seguridad y la toma de decisiones rápidas y certeras en el trato con sus pacientes. Cuestión que en la carrera de Ingeniería Química no se presenta con tal grado de demanda.

En el caso del Factor de Influencias externas se observa que las estudiantes de ambas carreras consideran que el liderazgo y la toma de decisiones dependen de la persona misma, tienden a expresar mayormente un locus de control interno. Sin embargo en el factor de Independencia que alude a su relación con los otros(as) más cercanos (familia, amigos, seres queridos) se muestran en desacuerdo, es decir se expresa una ambivalencia  entre su locus de control interno y su relación con los seres más cercanos a los cuales de alguna u otra manera no se atreven a cuestionar o a dejarlos fuera de las decisiones propias.

En cuanto a los factores de Igualdad, Satisfacción Social y Seguridad las estudiantes de enfermería e ingeniería química  consideran tener los mismos derechos y oportunidades que los hombres para acceder a puestos de decisión y poder, consideran contar con las habilidades y recursos para acceder a dichos puestos, se sienten reconocidas y valoradas socialmente, así mismo se autovaloran positivamente reconociendo sus propias capacidades.

Conclusión

De acuerdo con Marcela Lagarde (2012) observamos que el empoderamiento es un proceso en el que entran en juego múltiples factores (personales y sociales) ante los cuales las mujeres y los grupos de mujeres van avanzando según sus recursos y posibilidades. En el caso de este estudio se muestran los avances de las estudiantes en este  proceso y puntos sobre los cuales hay que ir trabajando para favorecerlo.

Referencias

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