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La sororidad concepto clave del feminismo

Alba Esperanza García López y Pamela Viñas Lezama

UNAM Zaragoza

Resumen

Análisis teórico del origen del concepto a partir de los avances del feminismo en sus tres etapas históricas. Destacando que el arribo a este concepto implica un avance importante en la lucha por romper la estructura patriarcal, bajo la cual nos encontramos culturalmente adscritas. Se describen  los tres componentes de este concepto y el impacto de cada uno de ellos en la posibilidad práctica de un cambio en las condiciones de vida y desarrollo de las mujeres, enfatizando la propuesta de Marcela Lagarde acerca de una estética del lenguaje que permita otras formas de nombrarnos y relacionarnos unas y otros, así como la relación del concepto de sororidad, con el de empoderamiento.

Palabras clave: Feminismo, sororidad, empoderamiento, estudiantes.

Orígenes del término Sororidad

"En este mundo, es de suma importancia

contar con un apoyo

que no pueda ser minado:

así escribió

una mujer, algo valiente y algo buena

que luchó contra aquello que apenas comprendía.

Pocos hombres en torno podrían o harían más;

por ello se la calificó de arpía, de puta y de fiera".

Sororidad, proveniente del término latín: Soror, sororis: hermana; y e-idad,  relativo a; marcar el punto de inicio de la sororidad dentro de un contexto histórico resulta sumamente complicado puesto que su existencia debiese ser tan antigua como la fraternidad, sin embargo, es hasta la segunda ola del feminismo que este término toma relevancia política.

Así, nacido en el seno de los movimientos feministas, el término sororidad resulta hoy por hoy de gran importancia, puesto que busca derrocar el mito de la enemistad entre mujeres, creando un vínculo positivo y de amistad entre quienes han sido criadas como enemigas, proponiendo además un orden de relación no opresiva entre seres humanos. De manera que la sororidad en palabras de Lagarde (2009) es una “dimensión política del feminismo que busca la confluencia y la sintonía entre las mujeres, con el objetivo de estás se percaten del derecho que tienen a evolucionar y a aprender de las otras y del mundo”

¿De dónde proviene el concepto?

La sororidad emana de la lucha de las mujeres para ser reconocidas y por su derecho a la educación, como ya se dijo históricamente las acciones de sororidad pueden apreciarse desde la antigüedad, ejemplo de esto resultan:

Posteriormente de modo más formal como movimiento organizado nos encontramos con la primera ola del feminismo: El feminismo ilustrado, mismo que buscaba reivindicar la ciudadanía de las mujeres, abarcando desde la Revolución Francesa hasta mediados del siglo XIX. El debate se centraba en la igualdad de la inteligencia y la reivindicación de la educación.

Las revoluciones burguesas de los siglos XVIII y XIX rompieron barreras entre lo público y lo privado y las mujeres tuvieron la oportunidad de entrar y participar activamente en esos espacios abiertos, recordando así a las sanscullotterie, consideradas pieza clave en el proceso revolucionario. De igual forma conviene recordar al “Club de Ciudadanas Republicanas Revolucionarias” y a la “Sociedad Patriótica y de Beneficio de las Amigas de la Verdad”. (Hernández, en UIC 2014).

La Segunda ola del feminismo: el feminismo liberal sufragista. Reclama principalmente el derecho al voto de las mujeres. Extendiéndose desde mediados del siglo XIX hasta la década de los cincuenta del siglo XX (final de la Segunda Guerra Mundial).

En este momento histórico resulta prudente recapitular el feminismo en México. Si bien las primeras expresiones del movimiento feminista surgen en el contexto de la Revolución mexicana cuando en 1911 un grupo feminista, exigiendo el derecho al voto al presidente provisional, Francisco León  de la Barra; once años después en 1922, el gobernador de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, reconoce el derecho de las mujeres a participar en las elecciones municipales y estatales, pero es hasta el periodo presidencial de Miguel Alemán que se envía la iniciativa de adición al artículo 115 de la Constitución, otorgando a la mujer el derecho de votar y ser votada en elecciones municipales, publicándose en el Diario Oficial de la Federación el 12 de febrero de 1947, fecha en que entra en vigencia dicha adición. (Pérez, 2003)

Sin embargo podría decirse que el movimiento feminista en México, surgido formalmente en los años 70's conformando el llamado “neofeminismo mexicano”,  perteneciente a la Tercera Ola del feminismo, mismo que interpela un cambio de valores y que la justicia legisle aspectos considerados antes como "privados", intenta desplazar la desigualdad que sufren las mujeres en busca de la equidad de género, además de que coloca al cuerpo femenino y sus manifestaciones como centro de las reivindicaciones.

 

Patriarcado frente a sororidad: ¿Sororidad igual que fraternidad?

Se designa patriarcado al conglomerado de pactos que da como resultado un tipo de organización social donde es el varón el que ejerce autoridad, dejando el control exclusivamente en manos masculinas, excluyendo sistemáticamente a las mujeres de las decisiones que afectan a la sociedad, incluyendo las esferas políticas y económicas. (Acosta, et. al. 2015)

Contrastando con esto observamos que, las corrientes de pensamiento feministas no aspiran a la supremacía de las mujeres, reivindican precisamente lo contrario, que nadie resulte supeditado a nadie por razón de su sexo. (Pérez, s/f)

Loreto (2012) conceptualiza la fraternidad de un modo más rigurosa al considerar que  “Frater” es masculino, eliminando el  espacio correspondiente de las mujeres tanto en el contenido implícito de la palabra, como en su aplicación, y agrega: “Este tipo de hermandad no admite presencia femenina, tampoco admite grupos exclusivamente femeninos. Está circunscrito culturalmente que las mujeres se deben a los hombres, y se justifica su presencia en diversos espacios en tanto redundan en el beneficio masculino.”, Concluyendo así que si bien, desde el pensamiento misógino, que los grupos de mujeres resultan peligrosos siendo que estos grupos están conformados de “seres non-gratos”, las mujeres.

En contrapunto a la fraternidad Lagarde (2009), nos presenta la sororidad como un concepto equivalente a fraternidad, dado que tiene reconocimiento de lo humano, donde no hay jerarquía, sino que es el reconocimiento a la autoridad de cada una y cada uno, basado en el principio de equivalencia humana, es decir, igual valor entre todas las personas, porque si se disminuye por efecto de género, también es disminuido el género en sí. Al jerarquizar u obstaculizar a alguien perdemos todos y todas.

Consideramos que la clave es el respeto, para así poder enfrentar la misoginia, ese ataque que afrontamos entre iguales y con los otros, empezando por nosotras, que la llevamos y con la cual hemos generado violencia contra nosotras mismas. Sustentando esa enemistad entre el género femenino en diversos argumentos, algunos del tipo biológico, otros del tipo religioso, y por último, los del tipo moral.

La sororidad es, según Lagarde (2009, s/f a), una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo; es el pacto político entre mujeres que se reconocen como interlocutoras, eliminando las jerarquías y basándose en el principio de la equivalencia humana. Con el objetivo de contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer. Emerge como una alternativa a la política que impide a las mujeres la identificación positiva de género, el reconocimiento, la agregación en sintonía y la alianza; desmontando la misoginia, siendo posible como un proceso basado en la autonomía de las mujeres.

Planteado el orden patriarcal y las corrientes feministas resulta absurdo creer que la relación patriarcal es natural, y por tanto no requiere legitimación (Posadas, s/f), lo cual nos lleva a otro punto de suma importancia: reconocer que en la cultura feminista existe un amplio abanico de feminismos, que surgen de distintos contextos y marcos de acción, así como de las particularidades de las mismas mujeres; entendiendo dentro de estos contextos la cultura política prevaleciente entre quienes ostentan el poder, quienes lo resisten y lo confrontan. (Lagarde, s/f b).

La óptica feminista que se retoma, tiene sus fundamentos en:

a) Una crítica marxista a la historia, en sentido antinaturalista que pone en el centro el devenir de la sociedad y la cultura como creaciones sociales y analiza el surgimiento de hombres y mujeres, como productos tardíos y sofisticados en el proceso histórico. Se caracteriza este feminismo marxista, por el esfuerzo en la rehechura de la historia por las mujeres, desde su propio sitio, y devela la estadía de las mujeres en la historia misma. (Lagarde, s/f b)

Bajo la perspectiva Marxista se explica la utilidad que ofrece la opresión de las mujeres al capitalismo, como elemento fundamental para la reproducción y el mantenimiento del trabajador, y por tanto, para la creación de la plusvalía. Sin embargo, lo anterior no explica la génesis de la opresión de la mujer. (Oliva, en Amóros, 2005)

b) Una crítica etnológica al androcentrismo, a partir de la cual, el feminismo deviene de una filosofía cuyo eje recoge la diferencia, integra al ser mujer, y permite el análisis de sociedades y culturas genéricamente constituidas. (Lagarde, s/f b).

En este apartado podemos retomar las perspectiva de Rubin, quien realiza un análisis riguroso de la teoría de Levis-Strauss, quien concibe el parentesco como una imposición de la organización cultural sobre los hechos de la procreación biológica, cifrando su esencia en el concepto de intercambio como principio de la organización social, cimentándose en el matrimonio ya que la mujer es el “don” más preciado, llevándose a cabo una relación de trueque entre dos grupos de hombres, ya que las mujeres no son quienes realizan el intercambio, sino solo su objeto. Rubin argumenta entonces, que Levi- Strauss ha construido una teoría implícita de la opresión sexual. (Olivia en Amorós, 2005).

c) Una crítica psicoanalítica de la cultura que considera historia sólo a la racional, a la evidente: es una concepción que devela e incorpora dimensiones psíquicas de la experiencia, a la concepción de la realidad y la considera determinante en la historia. (Lagarde, s/f b)

Al hacer una revisión del psicoanálisis, Gayle Rubin afirma que Freud mediante la Teoría de la adquisición del género proporciona una acertada descripción de los mecanismos que llevan a cabo la división de los sexos en nuestra sociedad. (Olivia, en Amoros, 2005),

Asi Gayle Rubin afirma que:

“En la medida en que el psicoanálisis es una realización de la subordinación de la mujer, la crítica está justificada; en la medida en que es una descripción del proceso que subordina a las mujeres, la crítica es un error.”

Las teorías de Freud y Levi-Strauss sirven de  advertencia sobre la dificultad y la magnitud de aquello contra lo que luchamos y sus análisis nos proporcionan una cartografía preliminar de la maquinaria social que tenemos que reorganiza. Aunque ninguna es capaz de presentar la subordinación femenina como un producto de las relaciones sociales a través de las cuales el sexo y el género se organizan y producen.

Sin embargo, el feminismo se enfrenta no solo a la subordinación y la desigualdad ante el sistema patriarcal, también debe sortear la reproducción de la rivalidad entre mujeres, distanciándonos de aquello que compartimos como condición genérica, de modo que la disparidad para las mujeres es doble; se trata de una diferencia en relación con los hombres (patriarcado) y de la diferencia de cada una en su individualismo antagonizante en relación con las otras.

 

La sororidad como catalizador del empoderamiento.

El feminismo surge pues, como una acción de las mujeres partiendo de su condición genérica para contrarrestar el poder que las oprime, echando mano de la dimensión política de la sororidad se busca desarticular la misoginia, acción que según Lagarde (2009), es elemental para el empoderamiento de las mujeres y la construcción de la igualdad.

Ahora bien, el empoderamiento significa “dar poder” y “conceder a alguien el ejercicio del poder” implicando el desarrollo de potencial y habilidades humanas para el desarrollo en las esferas individual y social. (Portocarrero 2010).

Dentro de las múltiples definiciones existentes adquiere importancia la concepción de Batliwala (en Cacique 2010) que considera que el empoderamiento es tanto “el proceso como el resultado del proceso a través del cual las mujeres ganan un mayor control sobre los recursos intelectuales y materiales, y desafían la ideología del patriarcado y la discriminación de género.

Por su parteFriedman (citado en Senso 2011) considera que el empoderamiento es una estrategia alternativa a la forma tradicional de promover el desarrollo, tratando de humanizar el sistema y su objetivo a largo plazo es transformar la sociedad, incluidas las estructuras de poder.

El origen etimológico de la palabra Poder, se halla en el latín vulgar y más concretamente en el concepto posere, que vendría a traducirse como: “ser posible” o “ser capaz de” teniendo múltiples definiciones y usos. El poder implica también poseer mayor fortaleza corporal e intelectual en relación a otro individuo y superarlo en una lucha física o en una discusión. (García y Viñas, 2015).

Este enfoque implica una dinámica de opresión que caracteriza la toma de decisión y la forma de ejercer influencia, conocido como el “poder sobre”, que representa un juego de suma cero donde el incremento en el poder de uno, significa una pérdida de poder del otro. (León 2001, En García y Viñas 2015).

En contraste el poder suma-positivo; el cual se halla sustentado en las capacidades y habilidades propias de cada individuo en lo particular, haciéndose extensivas al grupo de manera general, este poder no implica desempoderar a otro grupo, sino por el contrario empoderarlo, incrementando el poder de general  existente, complementando las carencias que se pudiesen tener amalgamando las habilidades y capacidades de los individuos. Este poder de suma-positivo se conforma a su vez de: a) “Poder para”: aquel que tienen algunas personas para estimular la actividad de otras y elevar su estado de ánimo. Es generador, abre posibilidades y acciones sin que exista dominación; b) “Poder con”: permite que se comparta el poder. Se manifiesta cuando un grupo genera una solución colectiva para un problema común, permitiendo que todos se expresen en la construcción de una agenda de grupo que también se asume individualmente; y c) “Poder desde dentro” o “poder interno”: Se basa en la generación de confianza en uno mismo y se relaciona con la autoestima. Se manifiesta en la habilidad para resistir el poder de otros al rechazar demandas no deseadas. (León 2001, en García y Viñas, 2015).

Rowlands (1997, citado en García 2003) contempla  tres dimensiones del empoderamiento: la personal (desarrollo del sentido del ser, de la confianza y de la capacidad individual); la referencia a las relaciones cercanas (habilidad para negociar la naturaleza de la relación y las decisiones que se toman en su interior); y la colectiva (participación en estructuras políticas locales o informales, internacionales o formales; acción fundamentada en un modelo cooperativo y no competitivo).

Por otro lado el “Marco de Igualdad y Empoderamiento de las Mujeres” de Longwe y Clarke  (1994, citado en Senso 2011) establece cinco niveles de igualdad entre hombres y mujeres que busca medir el nivel de desarrollo y empoderamiento en cualquier área de la vida social  y económica. Los cinco niveles (Bienestar material, acceso a factores productivos, conciencia de género, participación en decisiones y el control sobre los beneficios) tienen una relación dinámica y sinérgica fortaleciéndose mutuamente.

Impacto de la sororidad en la  vida de las mujeres

La sororidad es el medio para cambiar la relación de las otras como enemigas en seres con las cuales compartimos situaciones de opresión que tenemos que enfrentar juntas.

La sororidad implica la posibilidad de desarmar la opresión patriarcal de los hombres hacia las mujeres.

La sororidad comprende un uso del lenguaje que erradique la discriminación, la falta de respeto y reconocimiento entre nosotras. Una estética del lenguaje como lo señala Marcela Lagarde, que nos permita comunicarnos soricamente con todo tipo de mujeres (incluso con aquellas que no coincidimos).

Se concluye este trabajo con una cita de Marcela Lagarde cuando define a la lengua sororal como: “una palabra para decodificarse en la escucha y en la voz de las otras, con las amigas. Hablo de nombres para hechos no representados, interpretaciones y dudas sobre la existencia y sobre la historia. La lengua sororal, la sabiduría feminista tiene frente a sí rehistorizar, escribir sus propios hechos y develar lo negado en la historia, para resignificar la historia genérica y la de cada una. (Lagarde 2012)

Bibliografía.

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