Resumen
La presente ponencia plantea el uso del lenguaje en la relación entre el poder y la educación media superior en México, donde se mira y se postula al lenguaje como un concepto estructurado y estructurante. Tres momentos dinámicos se inscriben para el acercamiento a la trama de los aconteceres que se viven en la institución educativa, ilustrando la propuesta con puntos fundamentales para la investigación científica, la metodología, la teoría y la historia, permiten el cuestionamiento a la autoridad, al lenguaje y a la autonomía tal cual se conocen en el presente de la educación media, vista esta última como institución donde los individuos producen y reproducen conocimientos, pero sobretodo construyen una trama de significados que posibilitan la sociedad mexicana. El pensamiento de Foucault como elemento central, junto a otros autores es retomado para analizar acontecimientos con la perspectiva del ejercicio del poder y la resistencia. Así mismo se entrelazan los elementos para dar un sentido de realidad al contexto de la práctica en el aula, con la propuesta de abordar el vacío desde la perspectiva de la educación para la paz y la convivencia armónica en la educación. Todo ello se inscribe en una línea metodológica de corte cualitativo, proponiendo la investigación desde la etnometodológia como herramienta indispensable para la emergencia de discursos contextuales, en una modernidad cambiante y llena de paralelismos entre la modernidad, la globalización y el capitalismo.
PALABRAS CLAVE: PODER, ESTRUCTURA, FORMACIÓN, LENGUAJE, EDUCACIÓN
Introducción
La presente ponencia tiene por finalidad le interrelación de tres elementos básicos; la teoría, la metodología y la historia como posibilitadores de todo proceso de investigación o tarea científica, sin ellos el trabajo resultaría en un anecdotario o herramienta, pero de ninguna manera en un trabajo de investigación sociológica. Para tal efecto la construcción dinámica del presente se ha elaborado en tres momentos que permiten el andamiaje de la problematización del lenguaje en la educación.
El primer momento permite vislumbrar las posturas de la investigación así como un breve crítica en el sentido amplio, pues mira los alcances y limitaciones del objeto a investigar así como de los sujetos en quienes recae la práctica del lenguaje educativo, así mismo se integra el supuesto hipotético como línea de guía para dicho abordaje, acompañan a este los objetivos del trabajo la justificación histórica con el autor Hugo Aboites y Guiddens. Metodológicamente las herramientas cualitativas son con base a los autores Taylor y Bogdan, quienes dan línea para el uso de herramientas etnometodológicas. Por último Castoriadis permite abordar el tema de institución para repensar al lenguaje desde la mirada sociológica en la educación.
El segundo momento busca aclarar la importancia del lenguaje en las instituciones sociales, las concepción del lenguaje se construyen por diversos autores, pues requiere de una creación de sentido amplia esta integración se mira a partir de la formación ética en dos visiones que se ofrecen con el apoyo del autor Warner Jager y sus estudios para referir lo que acontece en el nivel medio superior de educación.
El tercer momento permite conectar los previos para pensar al lenguaje y sus posibles usos áulicos como dispositivos de poder, su parte teórica encuentra como pilar a Michel Foucault para el desarrollo del tema, pues se plantea al lenguaje como un espacio de convivencia social, enmarcado por instituciones que integran al individuo a la sociedad y por ende es en ese espacio donde se teje la trama de significaciones sociales, no sin plantear que dicho uso no marca una dominación de los sujetos, por el contrario se piensa en el ejercicio del poder a través del lenguaje como una constante resistencia que permite la movilidad de los sentidos en el aula, institución, formación, lenguaje y poder, son entonces ingredientes que vinculan a la vez que fragmentan espacios sociales como el aula escolar.
Por último se construye una reflexión a manera de cierre, donde se escribe el cambio de pensamiento que permitió la realización del trabajo y el viraje en el sentido de relacionarlo con los aconteceres sociales.
Desarrollo
La educación media superior en México, no resulta ser tan buen ni tan mala para acotarla en un reduccionismo obvio, por el contrario requiere pensarla y problematizarla para su eventual desarrollo, las reformas educativas que han sido aplicadas en los últimos años dan muestra de las necesidades cambiantes no solo de la sociedad mexicana, sino de la necesidad de la modernidad capitalista, sin embargo dicha modernidad para un país periférico como el que hoy nos ocupa, implica a decir de Hobsbawn (1999) la coexistencia paralela entre la premodernidad, la modernidad y la posmodernidad, muestra de ello es encontrada en el lenguaje y en la pertinencia de mirarlo como espacio de construcción de realidad social.
La institución educativa ha mirado históricamente al lenguaje como un elemento discursivo donde su principal representante es la figura docente, de tal modo que es posible advertir que el lenguaje tiene un sentido jerárquico en su economía, pues existe una figura privilegiada para el uso y el establecimiento de lo que debe o no decirse con el lenguaje, es importante trazar lo que se ha de comprender en el presente trabajo por lenguaje diferenciándolo de lengua, pero dicho significado requiere la relación del lenguaje con el desarrollo social en el ser humano, pues en primer momento su importancia radica en que el lenguaje existe en todas y cada una de las estructuras sociales, sin él la concepción de pensamiento y razonamiento no tendría sentido en la historia de la humanidad, el pensamiento siguiendo a Vygotsky (2010) es un producto de la mente en tanto proceso de abstracción que parten de la operación racional, la imaginación, la creación, la comparación, la síntesis, entre otros más, se construyen con base al lenguaje, para el autor es el lenguaje el que permite la estructuración de los pensamientos, pues sin el lenguaje y su mediación la expresión material del pensamiento no es posible, de ahí la importancia en comprender la diferencia entre lenguaje y habla, para diferenciar las funciones que le son otorgadas en un contexto determinado y su uso.
Para Echeverría (2005) el tratamiento del lenguaje es posible desde tres postulados básicos; a) interpretamos a los seres humanos como seres lingüísticos. B) interpretamos el lenguaje como generativo c) interpretamos que los seres humano se crean a sí mismos en el lengua y a través de él (Echeverría, 2005, pág. 32) el lenguaje se presenta entonces como un mediador que juega entre la realidad y el pensamiento, el empleo de tal o cual lenguaje marca sentidos específicos en los espacios donde se utiliza, el vocabulario que es manejado en un aula educativa no es quizá el mismo que se utiliza en el patio de recreo, el lenguaje entonces tiene una carga de significados contextuales que reflejan ciertas costumbres o prácticas en momentos específicos.
Si bien el ser humano conforma su identidad como nos dice Guiddens (2000) en mayor o menor grado a través de referentes cotidianos como lo son, la familia, la televisión e incluso la escuela, entre otras más, estos espacios se conforman bajo la marca de una sociedad especifica en un tiempo específico y en circunstancias delimitadas, con esto se pretende la comprensión de un lenguaje y cultura específica, en que es posible la conformación de la identidad. Es decir, el lenguaje nos permite el identificarnos y definir nuestro grupo de convivencia así como nuestra identidad individual, eso que han nombrado clase social es posible advertirla a través de la forma de comunicarnos y relacionarlos a través del lenguaje, las subculturas enmarcan formas de hacer con el lenguaje, la edad posibilita ciertas palabras generacionales, incluso el sexo en ciertas culturas permiten el uso o no de un lenguaje que se cataloga entre lo masculino y lo femenino. Lo escrito anteriormente define al lenguaje como una relación simbólica que permite relacionarse con los miembros de una comunidad donde se comulgan los símbolos establecidos, estas relaciones de lenguaje existen a lo largo de nuestra cotidianeidad, pero no es advertida la importancia de los códigos que son recibidos a través del lenguaje, nuestro saludo, la disposición de los elementos contextuales, hasta el tono con el cual se utiliza una u otra palabra para comunicar es una facultad inherente al individuo biológico pero posible por la socialización.
El lenguaje para Berger y Lukmann (1986) es una construcción social que permite la acumulación y transmisión de conocimientos a las generaciones futuras, preservando el significado y la experiencia de las pasadas, el lenguaje se presenta en lo cotidiano como referente, pero la parte fáctica obliga al sujeto a adaptarse a las normas que le definen, el lenguaje permite entonces la recepción y transmisión de conocimientos sociales y con ello su transformación como signo cultural. Los signos tanto escritos como orales que poseedores de significados son lenguaje, y son a partir de ellos que se posibilita la comunicación, el aprendizaje y la cognición.
Al depender del contexto el individuo debe hacer uso de su lenguaje para comprender los sentidos que le son impuestos por la situación, como dice Wittgenstein (2003) “comprender un lenguaje, significa dominar una regla” cambiando así la forma en que utilizaba su lenguaje con anterioridad y proponiendo una nueva forma de desarrollar adecuadamente en nuevo lenguaje, el individuo pregunta, propone posturas, identifica conceptos y aprende a través del lenguaje, dando paso a resolver problemáticas cotidianas con base a nuevos aprendizajes, entonces el lenguaje es movilidad, las concepciones de la lengua se modifican también, palabras existentes modifican su valoración lingüística, o su codificación social a las nuevas necesidades para comprender realidades específicas, de ahí la importancia de comprender que es el lenguaje, pues este no tiene un carácter neutral en la sociedad, sino que adquiere sentido no solo en las palabras que se usan en él, sino en la forma en que se dicen tales palabras.
El territorio de la formación mirado desde la posibilidad del lenguaje ha de conducirnos ineludiblemente al de la ética, esto porque en ello se inscriben las convivencias emergentes de un cultura moderna, como se describía antes ello refiere una secuencia de contradicciones y con ellas formas de creación inclusivas, no como una concesión de los grupos de poder o de quienes ejercen el poder factico, sino como luchas sociales que generan esos espacios, la formación es posible entenderla en este trabajo al menos en dos condiciones, paideia y bildung, el primer términoque retoma Jeager (1971) lo hace con un sentido griego, el cual expresa que la formación es mirada como analogía del alfarero quien moldea su vasija o del escultor quien moldea su piedra, los griegos comprendían que la educación es un proceso consciente que dispone el conocimiento como acción formadora, el docente se realiza como transmisor de tal o cual conocimiento sin la vinculación con el otro rostro. El segundo pensamiento o bildung, expresa una formación constante, donde no sólo el joven alumno tiene un proceso, sino el docente quien le acompaña posibilitando relaciones con los otros a partir de su experiencia previa permitiéndole la crítica, el dialogo y con ello la creación en libertad, en tal relación no se busca la formación modeladora, sino la acción ética.
Es importante pensar la formación como una postura y no una impostura para el docente, pues es él quien posibilitara al lado del alumno la transición de la tutoría a la libertad por medio del uso consiente del lenguaje, la necesidad de cuestionar la postura de formación del docente, tiene pertinencia al agregar la docilidad de sujetos que en su minoría de edad aguardan por cumplir órdenes de los mayores, dichos menores transitan en un modelo similar durante su educación, es decir, se forman a partir del modelo que dicta lo ajeno, de otro modo el cuestionamiento del alumno al docente, la creatividad y la vinculación con la diversidad, así como el dialogo, le llevarían a pensar su cultura por el mismo, la formación entonces tomaría un viraje radical.
“…las relaciones de poder suscitan necesariamente, exigen a cada instante, abren la posibilidad de una resistencia, y porque hay posibilidad de resistencia y resistencia real, el pode de quien domina trata de mantenerse con mucha más fuerza, con mucha más astucia cuanto más grande es esa resistencia… lo que trato de poner de manifiesto es la lucha perpetua y multiforme, más que la dominación lúgubre y estable de un aparato uniformador” (Foucault, 2013; pp 77)
Para Freire (1997) la formación es la imposición de la responsabilidad, y esto sólo es posible desde el sentido ético, supone la movilidad por el mundo en un sentido transformador, donde ni el docente ni el joven se encuentran determinados por las estructuras, si bien se admite que tales estructuras condicionan formas de proceder, también se propone el sentido histórico como posibilidad de acción y transformación. El espacio educativo no ha permanecido ajeno a los cambios históricos, la batalla contra el analfabetismo ha devenido en la escuela pública y su gran número de variantes, al igual que otras espacios el educativo está inmerso en la institucionalización y con ello en la dilución de los individuos, a decir de Aboites (2012), la construcción de aparatos para la medición y evaluación de instituciones, programas, jóvenes, niños y docentes, es un infructuoso esfuerzo que obedece a diversos intereses, como lo son el empresarial, organismos internacionales, empresas evaluadoras y otros más, pero poco a los estudiantes y la amplia diversidad de ellos en un país como lo es México. La violencia estructural es constante en el proceso de la educación, la imposición de programas ajenos a los contextos sociales forman parte del fenómeno de la privatización en la educación, y con ello procesos de estandarización como la evaluación, los estímulos docentes, la calidad, los exámenes únicos, y otros elementos, permiten definir a la escuela como un espacio donde convivencia, diversidad cultural y educación para la paz, encuentran un lugar de contradicciones. Resultan estructurales pues anteceden al sujeto mismo, la existencia de la institución no se ve amenazada por la desaparición del individuo, pues las normas institucionales estructuran la inserción de los individuos a ella sujetándolos con su misión o función dentro de la institución, por tanto la mirada de la institución como estructura, dicta que el individuo se encuentra determinado por las condiciones ajenas a él.
“la palabra institución está tomada en su sentido más amplio y radical como normas, valores, lenguaje o instrumentos, procedimientos y métodos, para tratar con las cosas y hacer las cosas, y desde luego también como el “yo” individual, en el tipo y la forma tanto particular como general.” (Castoriadis, 1983).
La institución educativa entonces cobra gran relevancia para la sociedad y su vida colectiva, para el autor Emile Durkheim la educación “es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que no están maduras para la vida social” (Durkheim, 1974; 5) por tanto la EPO 30 es una institución que obedece a determinados estados políticos, intelectuales, sociales y morales que se inscriben históricamente.
La asimilación y adaptación requieren mecanismos y procesos de interiorización de la normas externas al individuo, para ello se requiere de dominar pasiones a través de condicionar instintos personales, mejor dicho institucionalizar a los jóvenes a través de normas que les permita a decir de Foucault (2009) la normalización a través de los discursos y el lenguaje, este lenguaje adquiere su legitimidad por medio del currículo que se define por los elementos que explican y por los cuales se permite la comprensión de la actividades educativas, en él convergen acciones de sus protagonistas que son los docentes y los jóvenes en el aula.
En cierto modo el lenguaje determina posiciones entre el docente y el joven, pues ser docente implica tener una saber no sólo por la formación, sino por el cumulo de experiencias vividas. Por otro lado la juventud tiene una carga valorativa de individuo en formación para algunos docentes, por lo cual lo que expresan en su lenguaje es una forma primitiva que requiere la formalidad del deber ser “… un sistema de posiciones sociales que se definen de acuerdo al valor de la posición social, el cual se mide por la distancia social que separa a una de las otras consideradas inferiores y superiores” (Bourieu, 2001; pp 36)
La presentación de la clase forma una parte fundamental para el desarrollo de las subsiguientes, pues en ella se delimita lo que se evalúa y lo que no, lo que se puede decir y lo que no se debe decir al interior del aula, el respeto, la conducta y todo aquello que el docente considere pertinente, por lo que advertimos que “Lo que preocupa son esas relaciones de verdad/poder, saber/poder. Entonces esa capa de objetos o, mejor, de relaciones, es difícil de captar…” (Foucault, 2013; pp 74) pues es probable que el docente piense que su valoración en el lenguaje es clara, pero ¿qué de ella no lo es? El lenguaje entonces adquiere relevancia al hacer visible que la existencia entre dos generaciones distintas dificultan el entendimiento entre la juventud y la autoridad docente, esta brecha acentúa las resistencias de ambos lados, el lenguaje se modifica vertiginosamente al sentir la amenaza del cuestionamiento de lo establecido, ambas partes tomas un sentido de defender lo que se conoce y atacar la mirada ajena, ahí mismo se construye una lucha minúscula entre las clases “…entre el que sabe y el que no sabe… por consiguiente, de relaciones de fuerzas, y por tanto de pequeños enfrentamientos, microluchas, por llamarlas de algún modo.” (Foucault 2013; pp 76) emergiendo una presión entre los valores establecidos y la negación de los mismos, el lenguaje entonces puede restaurar con un mayor vigor el orden anterior, si la clase de psicología no contara con estos momentos de tensión, no podrían darse cambios en las relaciones áulicas, es por estos momentos que la cultura se va construyendo.
La escolaridad ha denotado algo que en lo general llama violencia en el lenguaje, ante ello los jóvenes admiten que el lenguaje no guarda una neutralidad y que el uso de éste lleva una carga de valores, pero que sin embargo es necesario como forma de expresión que fuera del contexto de lo cotidiano en el aula ha deformado en violencia, pero afirman que la misma violencia se ejerce cuando el docente permanece en silencio sin atender las palabras de los jóvenes.
Las observaciones nos permiten mirar como el lenguaje violenta las relaciones a través de negaciones, silencios, descalificaciones, gestos, tonos y una serie de condiciones que son codificados para hacer visible y otras veces para ocultar lenguajes que descalifican, así en un aula es posible encontrar momentos de sexismo, de descalificación de género a través de la gramática, así como discursos intocables, pero miramos también la aparición del chiste como un lenguaje liberador que posibilita la relación que desdibuja las clases pero que no olvidad el cauce pedagógico.
Conclusiones
Escribir sobre el lenguaje no resulta una tarea sencilla para ser abordada en tres meses, sin embargo los soportes que permite el llevar seminarios integradores dan la posibilidad de pensar en tareas tan complejas y comprender las limitaciones que el tiránico espacio permite, este trabajo resulta el principio de abordaje de un número mayor de preguntas que fueron emergiendo a lo largo de la documentación, el proceso de observación y entrevistas permiten la vinculación entre lo teórico y lo práctico, tarea titánica si la formación no ha sido desarrollada con anterioridad para otros proyectos, pero es de gran relevancia en deslizar los sentidos que le han sido otorgados a conceptos, métodos, teorías y a la propia historia a partir del trabajo de campo.
El lenguaje resulta una forma que devela realidades al ser investigado, es interesante el pensar lo que conlleva observar miradas, gestos, posturas corporales y sobretodo posturas lingüísticas que antes no se advertían, pensar a través de los teóricos que fueron posibilitando este trabajo es mirar la necesidad de una mayor preparación para la argumentación teórica y metodológica, el paso de estos elementos requieren de un soporte histórico que les brinde elementos de lo posible a través de lo que ya fue, el presente entonces resulta un tiempo efímero. Ahí en el presente es en el momento que accedí trabajar el lenguaje, ahí donde antes no existía nada logre reflexionar entre significado-significante, el lenguaje me permitió entonces lo que Bachelard escribía de la significación, ese breve instante donde existe la posibilidad, el lenguaje entonces requiere pensarse y pensarlo en tanto eje estructurado y estructurante, posturas entre el poder y la resistencia en y para los discursos coercitivos en la institución.
El voluntarismo versus la determinación estructural cobran nuevos significados al haber investigado al lenguaje, la mirada simplista da paso a la trama de sentidos que exigen la exhaustiva documentación del tema del lenguaje, éste sin embargo requiere su práctica para su transformación inclusive su reproducción requiere su uso. Finalmente el haber construido o problematizado permite mirar la teoría en la realidad, llevar la abstracción a la práctica real y con ello a nuevas formas de pensar la educación en el aula, el lenguaje ya no es un concepto con neutralidad, por el contrario aquí se advierten las relaciones que inciden en él y a partir de él, no es poca cosa esta posición, pero se requiere del constante cuestionamiento de la relación del lenguaje con el hecho social, las acciones que le posibilitan su ejercicio permiten el sentido de todas y cada una de ellas.
Bibliografía
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El campo de lo simbólico se entiende como aquello que queda ante la falta de lo real o de la cosa, es decir, las palabras son un juego entre lo real y lo simbólico, como dice Jung “llamemos simbólico a un término, un nombre o una imagen que puede ser conocido en la vida diaria aunque posea connotaciones especificas además de su significado corriente y obvio” los signos son estudiados por el campo de la semiótica. Las palabras son un juego entre lo real y lo simbólico, como dice Jung “llamemos simbólico a un término, un nombre o una imagen que puede ser conocido en la vida diaria aunque posea connotaciones especificas además de su significado corriente y obvio” los signos son estudiados por el campo de la semiótica.