Primer Congreso Internacional de Transformación Educativa Segundo Congreso Internacional de Transformación Educativa Consejo de Transformación Educativa
Introducción · Programa Académico · Libros · Comité Organizador · Convocan · Instituciones Participantes · El Consejo de Transformación Educativa

La evaluación del currículo: desafíos actuales de los evaluadores

José Alberto López López

U. Tecnológica de Tecamachalco

Resumen

El objetivo del artículo consiste en analizar los desafíos de los evaluadores que participan en procesos de evaluación del currículo. Se describen las implicaciones de la evaluación curricular y se hace énfasis en el rol del evaluador: el cual juega un papel fundamental al participar en el diseño, la ejecución y entrega de resultados de la evaluación; así mismo, se destacan las limitaciones profesionales y falta de experiencia de los evaluadores que se ven reflejados en criterios de evaluación poco claros, informes de evaluaciones deficientes, personal improvisado con poca o nula formación evaluativa tanto en aspectos teóricos como metodológicos; aspectos que ponen en duda la validez y el rigor con el que se realiza dicha tarea.

Palabras clave: currículo, evaluación, evaluación curricular, evaluadores.

Abstract

The objective of this article is to analize the referee challenges which nowadays integrate the curriculum evaluation.  The general way of the curriculum evaluation  implications is described and it makes emphasis in the referee role: which has an important role at the design, the performance, conclusion, and the results evaluation return; at the same way the profesional limits are priminent and the lack of experience, which are reflected in the unclear evaluation criteria , defficient evaluation information, makeshift personnel with Little  or less to nothing evaluation training  as in the theoric aspects as in the methodologic ones: aspects which call in question the validity and the severity in which such activity is done.

Key word:  curriculum, evaluation, curriculum evaluation, referee

INTRODUCCIÓN

La evaluación curricular es considerada como uno de los medios más potentes para eficientar los procesos y acciones educativas, la cual debe fortalecer y apuntalar la autonomía institucional a través de la generación de sus propios esquemas de evaluación, mismos que permitan identificar sus fortalezas y áreas de oportunidad. No es una tarea fácil, por el contrario, resulta complejo y hasta cierto punto podría representar una utopía del sistema educativo.

Estudiar la evaluación curricular no es una tarea fácil, debido a que esta valoración está vinculada a dos conceptos muy amplios y complejos: evaluación y currículo (Valenzuela y Juárez, 2011), lo que en muchos casos tiende a diversificar y tergiversar la génesis de dicha tarea, terminando en simples pseudoevaluaciones o cuasievaluaciones del currículo, obteniendo resultados sesgados y poco éticos.

 

La evaluación curricular va más allá de ciertos procedimientos y lineamiento que se presentan en una normatividad, pues un proceso de esta naturaleza conjuga aspectos teóricos, metodológicos y contextuales que se sustentan al inicio del proceso de valoración y que al mismo tiempo están presenten a lo largo de todo el proceso, por ello el evaluador debe asumir el compromiso y la responsabilidad que implica un proceso de esta naturaleza para ayudar a mejorar el programa evaluado, por lo que su actitud debe estar orientada a alcanzar los objetivos planteados.

Por falta de formación, experiencia, por factores culturales o condiciones ambientales; la dimensión negativa de la evaluación curricular continua teniendo una fuerte presencia en los centros escolares, con consecuencias desafortunadas para los evaluadores, además, las prácticas evaluativas presentan ciertas limitantes como son: criterios de evaluación poco claros, informes de evaluaciones deficientes, la evaluación en manos de personal improvisado, con poca formación evaluativa tanto en aspectos teóricos como metodológicos, lo que pone en duda la validez y el rigor con el que se realiza esta tarea (Guzmán y Moreno, 2013).

Parte del éxito innegable de la evaluación curricular será la determinación de objetivos claros y precisos, pues la construcción de un verdadero sistema de indicadores y estándares se originan a partir de una línea clara de lo que se quiere obtener (Martínez, 2010) y en consecuencia, diseñar instrumentos y procedimientos que permitan valorar dichos acontecimientos.

Todo ello no será posible, si no se conoce a fondo los referentes que implica un proceso de evaluación integral, pues generalmente las evaluaciones se quedan coartadas al no integrar todos los elementos del currículo, así mismo, resultara imprescindible que la evaluación curricular se integre y personalice de acuerdo a los contextos y necesidades de cada institución; por otro lado la función del evaluador será determinante en los resultados que se obtengan de estas, para ello será necesario que cuente con cierta trayectoria y experiencia en el ámbito de la evaluación.

El currículum y la evaluación.

El currículo es un conjunto de objetivos, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de cada uno de los niveles, etapas, ciclos, grados y modalidades del sistema educativo que regulan la práctica docente (Angulo, 1994), dentro de este marco “ideal” se desarrollan las prácticas pedagógicas y subyacen las decisiones permisibles de la misma.

En sentido amplio y estricto, el currículum no es neutro y de acuerdo a Figueroa (2010) sirve a algo, a alguien o para algo.  Así mismo, el currículo es producto de poder y productor de poder; pues a través de él los grupos dominantes  influyen y pueden controlar o controlan los procesos educativos (Figueroa, 2010), es decir,  a través de una normativa se presentan y se desarrollan los planes curriculares, en aras de una homogenización del sistema educativo.

La evaluación del currículo es un aspecto importante y necesario en el nivel medio superior Pues los hallazgos de esta valoración permitirán identificar el impacto de los programas educativos y servir como base para ajustar los elementos curriculares y los procesos de su implementación.

Evaluar hace alusión al proceso, por medio del cual se analizan y se valoran, ciertas características y condiciones en función de unos criterios o puntos de referencia, para emitir un juicio que sea relevante para la educación; cuya finalidad sea el mejoramiento del alumno en todos los aspectos posibles (Sacristán,1993). En este sentido, podemos asumir, que la evaluación del currículo está relacionado con la efectividad y eficiencia para traducir las políticas oficiales a prácticas educativas, así como la contextualización de los contenidos curriculares al plan local, regional, nacional e internacional y finalmente, al logro de los objetivos y metas de los programas educativos.

Por lo tanto, el significado de la evaluación recae en obtener información a través del conocimiento de la realidad y de procedimientos científicos contrastados (Marchesi, 2010).

El objetivo de la evaluación se ha tergiversado y se le han dado diversas connotaciones que distan mucho de los fines prácticos que se le debería dar. Hoy en día, predomina una función de control y compensación de los procesos evaluativos, lo que ha pervertido y contaminado las acciones de los diferentes actores del juicio. Por otro lado, se ha sobredimensionado y se espera que la evaluación – por sí misma –   resuelva los problemas que atañen al sector educativo.

Evaluación curricular

Al abordar la evaluación del currículo, Valenzuela y Juárez (2011) reconocen que el termino evaluación curricular se ha integrado a partir de la vinculación de dos conceptos muy amplios y complejos: evaluación y currículo; al mismo tiempo se torna como un campo de conocimiento polémico, ya que los dos términos establecen sus propios aspectos teóricos-conceptuales y metodológicos: los cuales han sido poco abordadas y desarrollados en los trabajos elaborados sobre evaluación curricular (Vargas y Diéguez, 2011).

Dentro de los aspectos y circunstancias que se deben evaluar del currículo está el rendimiento de los alumnos, maestros, directivos y personal de apoyo, el currículo (en su totalidad), los materiales derivados del mismo, los planteles (Martínez, 2010); es decir, la evaluación del currículo tiene como función principal valorar el impacto de su implementación sobre el logro de los estudiantes. Asimismo, las nuevas propuestas de evaluación curricular consideran el trabajo en el aula, los materiales didácticos, los objetivos y la formación de docentes que van involucrarse en el plan de estudios (Vargas y Diéguez, 2011).  

De acuerdo con Martínez (2010) la tarea de evaluar un proyecto curricular es difícil por una doble complejidad: una de naturaleza empírica, del objeto de evaluación, y otra de carácter teórico, derivada de las múltiples facetas de las nociones de calidad y evaluación, por lo que es común encontrar que en documentos evaluativos no se expliciten los referentes teóricos-metodológicos a partir de los cuales de fundamenta la evaluación (Guzmán y Moreno, 2013). 

La evaluación del currículo puede integrarse como un proceso interno, en el cual se involucra a todos aquellos agentes que intervinieron en la estructuración e integración del mapa curricular. En este tipo de evaluación su objetivo primordial será la autovaloración, la cual tendrá la finalidad de identificar fortalezas y debilidades que puedan surgir en la implementación, así como identificar aquellos contenidos temáticos y estrategias de enseñanza-aprendizaje que necesitan ser mejorados.

Por otra parte, la evaluación externa del currículo es una estrategia  para examinar la eficacia del contenido del currículo, las pedagogías y enfoques teóricos, la filosofía institucional, capacitación de los docentes y material institucional, entre otros.  Por sus características y naturaleza de dicha evaluación, esta valoración se realiza por organismos externos, que generalmente son los encargados de validar dicho currículo.

Bajo estas circunstancias, Badilla (2010) afirma que un centro que se evalúa, interna o externamente, cuenta con una mayor probabilidad de que mejoren las prácticas educativas, la gestión del centro en beneficio de la calidad, la planificación de acciones, los aprendizajes de docentes, padres, estudiantes y directores.

Los Evaluadores

El rol del evaluador en el proceso de evaluación tiene especial importancia, pues juega un papel fundamental al participar en el diseño, la ejecución, conclusión y devolución de resultados de la evaluación (Ramírez, 2011), por ello será importante definir el actuar y las limitantes del evaluador desde un inicio, de esta forma podrán asumir la posición y responsabilidad que le compete para alcanzar los resultados deseados. 

Quizá por falta de formación, experiencia, por factores culturales o condiciones ambientales; la dimensión negativa de la evaluación continua teniendo una fuerte presencia en los centros escolares, con consecuencias desafortunadas para los evaluadores, además, las practicas evaluativas presentan ciertas limitantes, como son: criterios de evaluación poco claros, informes de evaluaciones deficientes, así como dejar la evaluación en manos de personal improvisado, con poca formación evaluativa tanto en aspectos teóricos como metodológicos, lo que pone en duda la validez y el rigor con el que se realiza esta tarea (Guzmán y Moreno, 2013).

Dentro de las tareas que competen al evaluador, Carrión (2001) señala que identificar los valores y características del grupo de referencia, crear condiciones técnicas para llevar a cabo la evaluación, identificar procedimientos viables en relación con las condiciones políticas y seleccionar o construir las técnicas de evaluación más pertinentes; son indispensables para desarrollar de manera óptima y eficiente la evaluación.

En cuanto a la responsabilidad profesional, ética y moral de sobrellevar un proceso de esta naturaleza, será de vital importancia para que los hallazgos y recomendaciones suscitadas sirvan para la toma de decisiones al individuo o grupo que solicito dicha evaluación. Por lo tanto, la objetividad significa tratar de alcanzar unos resultados no sesgados, mediante procedimientos claros y precisos, sin tratar de beneficiar o perjudicar a la institución evaluada, ni mucho menos obedecer a cuestiones políticas o ideológicas de las instancias evaluadoras.

Otro de los factores, que atañe a la figura del evaluador en nuestro sistema educativo, está ligado fuertemente a la falta de formación y experiencia de estos. Al respecto, será importante considerar que el proceso de evaluación requiere de expertos en cada una de las áreas disciplinares, además de contar con un profundo conocimiento y comprensión total del diseño curricular, debido a que la experiencia de especialistas puede opinar y recomendar con más evidencias y fundamentación la ponderación de unos contenidos sobre otros para ser considerados en el mapa curricullar (Valenzuela y Juárez, 2011), o bien, fundamentar el uso de unas metodologías de enseñanza-aprendizaje sobre otras.

Para que una persona pueda considerarse como experta debe poseer conocimiento profundo de la tarea o actividad que será objeto de análisis y valoración, y tiene que estar familiarizada con el sistema en el que éste se desarrolla, por lo que el conocimiento del marco legal y normativo en que deben desarrollarse estas acciones será fundamental para integrar un proceso objetivo y ético.

Este déficit en la formación profesional del evaluador se debe en muchos casos, a que los proyectos políticos no dan seguimiento a las propuestas establecidas entre un sexenio y otro, lo que trunca la profesionalización de esta tarea.

Cabe recordar, que la evaluación del currículo es una estrategia de recolección de información sobre una estructura curricular que se pretende implementar, o bien, de un currículo que ya está en función y de los cuales se pretende valorar los efectos en una comunidad estudiantil o contexto social. Por lo tanto, la intención de los evaluadores y quienes la  promueven, es decisiva en el énfasis que se le va a dar a los hallazgos encontrados. Esta información debe ser útil en el análisis de la situación educativa, para lo cual será necesario que los instrumentos brinden la suficiente validez, confiabilidad y pertinencia al proceso.

Bajo esta temática, será importante que los evaluadores reflexionen sobre las áreas que van evaluar, los contenidos de la áreas, los métodos que se utilizaran, quien o quienes deben crear los instrumentos de evaluación y que características deben tener cada uno de los ítems; al respecto Martínez (2010) nos indica que la construcción de un verdadero sistema de indicadores y estándares debe hacerse a partir de una línea clara de lo que se quiere obtener, por lo que la pertinencia y utilidad del proceso dependerá de que se den respuestas razonables a estas preguntas que ayuden al sistema y al mejoramiento del currículo en sí.

La experiencia y especialidad puede opinar y recomendar con más evidencias y fundamentación la ponderación de unos contenidos sobre otros para ser considerados en el proceso de evaluación (Valenzuela y Juárez, 2011), por ello se considera que todo proceso de evaluación curricular tenga su génesis en un trabajo colectivo, pero sobre todo, tenga bien claro la finalidad que se persigue.

Si a todo este proceso formal y estratégico de evaluación, se le anexa la contextualización y opinión de los diversos actores del currículo, se pueden alcanzar mayores beneficios de este proceso de evaluación, pues actualmente, las características comunes de las escuelas nos hacen observarlas como homogéneas; sin embargo, cada una representa rasgos propios con implicaciones curriculares y extracurriculares variadas; así mismo, si la evaluación utiliza informaciones producidas por diferentes personas (estudiantes, padres, docentes, directores), estará dando credibilidad a los juicios que surjan, más aun si esas informaciones están contextualizadas (Badilla, 2010).

CONCLUSIÓN

Cuando evaluamos un proyecto curricular  debemos tener claro las funciones, los alcances, los objetivos y los contenidos a evaluar, ya que a partir de ello, podemos fijar las dimensiones e instrumentos de evaluación.  Así mismo, debemos de vislumbrar que la valoración de un currículo no es un proceso cerrado, sino que se debe visualizar como una acción abierta a rectificaciones y modificaciones. Por ello el evaluador, debe tener una visión amplia del objeto de estudio, donde sea capaz de plantear el tipo de evaluación, el proceso mismo y posteriormente la toma de decisiones a partir de los resultados que se encuentren.

Por lo general, en México el objetivo de la evaluación del currículo en el nivel medio superior responde a los intereses de individuos, instituciones, programas o proyectos, por lo que las situaciones de evaluación curricular, se suscitan en un contexto de relaciones jerárquicas y consecuentemente relaciones de poder, donde habitualmente la actitud es de obediencia y sumisión, beneficiando o afectando drásticamente a las organizaciones.

Los evaluadores cobran relevancia y hasta cierto punto “protagonismo” debido a que ellos son los agentes que determinan los indicadores bajo los cuales se realizara la evaluación, por ello es necesario que estas acciones se pongan en manos de profesionales y con amplia trayectoria, los cuales sean capaces de dar cuenta de la transparencia del proceso, de manera que los hallazgos de la evaluación permitan tener la confiabilidad deseada.

Bajo estos antecedentes, nos damos cuenta que las principales carencias y necesidades de los evaluadores estriban en el poco conocimiento para integrar y desarrollar instrumentos de evaluación, debido a que desconocen los objetivos y finalidades de dicha evaluación.

Las perspectivas y procedimientos de los evaluadores carecen de fundamento y preparación, por lo que se ven obligados a improvisar y aprender por ensayo y error, así mismo, los últimos estudios de los procesos evaluativos muestran la pobre y escaza metodología, así como la poca pluralidad en los enfoques y modelos evaluativos empleados en la evaluación curricular.

Es importante considerar, que la evaluación curricular es un mecanismo que nos indica y valora la situación en la que se encuentra el sistema educativo del país, por lo que si se hace de manera integral y objetiva es una importante herramienta para la toma de decisiones y mejora de sistema educativo nacional.


Referencias.  

Ahumada, P. (2001). La evaluación en una concepción de aprendizaje significativo. Chile: Ediciones Universitarias de Valparaíso.

Angulo, J. (1994). ¿A que llamamos curriculum? En Angulo, J. y Blanco, N. (coord.) (1994). Teoría y desarrollo del Curriculum (pp. 17 – 29), Málaga: Aljibe.

Badilla, L. (2010). La evaluación de centros: riesgos y posibilidades. En Martín, E. y Martínez, F. (Coord), Avances y desafíos en la evaluación educativa (pp. 99 – 111). España: OEI.

Carrión, C. (2001). Valores y principios para evaluar la educación. México: Paidós.

García, B., Loreto, J., Luna, E. y Rueda, M. (2008). Modelo de evaluación de competencias docentes para la educación media superior y superior. Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa. Vol. 1.

Corvalán, O., Tardif, J. y Montero, P. (2013). Metodologías para la innovación curricular universitaria basada en el desarrollo de competencias. México: ANUIES.

Díaz, Frida. (2014). Diseño y validación de una propuesta de evaluación auténtica de competencias en un programa de formación de docentes de educación básica en México. Revista Perspectiva Educacional. Formación de Profesores. (53), 36-56.

Figueroa, L. (2010). Currículum, ética y valores: algunas reflexiones. En Orozco, B. (Coord), Currículum: Experiencias y configuraciones conceptuales en México (pp. 171 – 189).

Guemes, C. y Loredo, J. (2008, mayo). Los procesos de evaluación del desempeño docente en el nivel medio superior: una perspectiva de mejora continua. 1ra Reunión Internacional de Evaluación en Educación Media Superior y Superior. Veracruz.

Guzmán, J. y Moreno, T. (2013). Evaluación y Currículo. En Díaz, A. (Coord), La investigación curricular en México 2002 – 2011 (pp. 263 – 324). México: COMIE/ANUIES.

Hernandez, R. y Murillo, F. (2011). Teorías y Modelos curriculares. En Cantón, I. y Pino-Juste, M. (Coord). Diseño y Desarrollo del curriculum. (pp. 57 – 75). Madrid: Alianza Editorial.

Marchesi, A. (2010). Los resultados de las evaluaciones y su papel en las políticas educativas. En Martín, E. y Martínez, F. (Coord), Avances y desafíos en la evaluación educativa (pp. 161 – 168). España: OEI.

Martínez, F. (2010). La evaluación de la calidad de los sistemas educativos: propuesta de un modelo. En Martín, E. y Martínez, F. (Coord), Avances y desafíos en la evaluación educativa (pp. 27 – 39). España: OEI.

Medina, L. y Guzmán, L. (2011). Innovación curricular en instituciones de educación superior. Pautas y procesos para su diseño y gestión. México: ANUIES

Monarca, Héctor. (2012). La influencia de los sistema nacionales de evaluación en el desarrollo del currículo. Revista Perfiles Educativos. (135), 164-176.

Ramírez, A. (2001). El rigor metodológico en la evaluación curricular. Revista Electrónica Educare. (XV), 33 – 39.

Sacristán, G. (1993). Comprender y transformar la enseñanza. España: Morata

Secretaría de Educación Pública. (2010). Lineamientos de evaluación docente (Evaluación del desempeño docente bajo el enfoque de competencias). Recuperado de http://www.dgb.sep.gob.mx/02-m1/03-iacademica/00-otros/Evaluacion_docente_06012011.pdf el 27 de octubre de 2014.

                      

Stufflebeam, D. y Shinkfield, A. (1987). Evaluación sistemática. Guía teórica y práctica. España: Paidós

Valenzuela, Gloria y Juárez, Nicolás. (2011, noviembre). Diseño y Validez de indicadores para evaluar el plan de estudios. Ponencia presentada en el XI Congreso Nacional de Investigación Educativa, Universidad Autónoma de Nuevo León, México.

Vargas, Ma. Del Carmen. (2011, noviembre). Evaluación curricular y acreditación de programas educativos: un acercamiento. Ponencia presentada en el XI Congreso Nacional de Investigación Educativa, Universidad Autónoma de Nuevo León, México.

Para obtener información de contacto de los autores, favor de escribir a info@transformacion-educativa.com.