Resumen
La violencia, desde una perspectiva sistémica toma en cuenta la participación de cada persona en el funcionamiento del sistema, considera que cada uno tiene que ser y pensarse responsable de sus propias acciones. Nuestros aprendizajes, historia, ideología y sistema de creencias que abarcan convicciones, actitudes, supuestos y que en conjunto marcan las premisas básicas que desencadenan reacciones emocionales, determinan decisiones y orientan cursos de acción; por consiguiente se pensaría que hay creencias que acompañan a las personas para detener o seguir perpetuando la violencia en sus diferentes modalidades. Sobre todo en la etapa de la adolescencia en la que estas conductas agresivas resultan más graves y problemáticas. Por tal motivo se realizó un estudio de tipo descriptivo, transversal con el objetivo de detectar si la presencia de creencias resilientes influye en que las adolescentes no presenten violencia emocional. Se estudió a una población de jóvenes adolescentes de 12-15 años, N=53 alumnas de nivel secundaria de la zona de Chimalhuacán, Edo. De México. Se aplicó el Inventario de Recursos Resilientes Familiares (IRREFAM) y la Escala de Violencia Emocional adaptada del (ENVIM y ENDIREH). En los resultados de la r de Pearson se obtuvo sig.= .000 y el coeficiente r= -.622 p<.01 es decir, una correlación significativa, negativa y moderadamente alta entre la subárea de las Creencias Resilientes del (IRREFAM) y la Escala de Violencia Emocional. En este sentido los resultados de los puntajes demuestran que 58.4% de las adolescentes tiene un puntaje en Violencia Emocional por encima de la media, y 52% tiene un puntaje por debajo de la media en resiliencia, lo que indica que ellas poseen un mayor puntaje en la Escala de Violencia, y menor en el Sistema de Creencias, por lo que podríamos concluir que se debe fomentar los recursos resilientes para no perpetuar la violencia familiar.
Palabras clave: creencias resilientes, violencia emocional, adolescentes.
En las últimas décadas en las familias mexicanas se ha acrecentado la violencia familiar, implicando actos físicos, sexuales, económicos y junto con ellos el daño psicológico o violencia emocional. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que 47 de cada 100 mujeres que viven en pareja reportan tener al menos un evento violento en su relación en el lapso de un año, esta violencia en los hogares presenta como víctimas a los niños, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, (UNICEF), (s/a) en México el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) del Distrito Federal recibió un promedio de cuatro casos de maltrato infantil por día entre 2000 y 2002. En casi la mitad de los casos (47%) la responsable fue la madre, en el 29% fue el padre, lo que significa que la familia que debería ser el lugar mejor equipado para proteger a los niños y niñas se puede convertir en una zona de riesgo para ellos.
La UNICEF (2006) menciona que la Violencia física y emocional: es una forma de violencia que desde las personas adultas se realiza con la intención de disciplinar, para corregir o cambiar una conducta no deseable y sustituirla por conductas socialmente aceptables y que las personas adultas consideran importantes para el desarrollo de la niñez y la adolescencia. Es el uso de la fuerza causando dolor físico o emocional a la persona agredida (p.16). Para Arón (2000) La violencia intrafamiliar se refiere a actos de agresión intencional y mantenida en el seno de la familia, con la intención de intimidar, controlar o “disciplinar” y que afectan a los miembros más vulnerables como son los niños y las mujeres, pero que implica a todo el grupo familiar. Esta violencia también se puede reflejar como el maltrato infantil que de acuerdo a esta organización son las acciones u omisiones con la intención de hacer un daño inmediato. Se conocen tres formas principales de maltrato infantil: físico, emocional o psicológico y por negligencia o abandono. Esas formas de maltrato producen lesiones físicas y emocionales indelebles, muerte o cualquier daño severo. (UNICEF 2006, p.16)
De acuerdo con Larraín, Vega y Delgado (1997, citado en Arón, 2000) en estudio realizado en Chile por la UNICEF se encontró que 63% de los niños reconoce ser víctima de algún tipo de violencia física por parte de sus padres, el 14% reconoce ser víctima de violencia psicológica. El maltrato infantil tiene como factor la historia de violencia de los padres. Ya que transmiten de generación en generación las premisas acerca de que la violencia es una fuente para corregir y solucionar conflictos. Lo que nos lleva a cuestionar ¿de qué manera las familias están contribuyendo a la validación de la violencia emocional en sus hijos? A pesar de ser la primer unidad de formación, diversos autores como Martínez-Otero (2001) y Prieto (2005), mencionan el contexto familiar como un principal factor que propicia la violencia en niños y adolescentes, ya que se presentan problemas como falta de cariño, de atención y comunicación, separación, divorcios o ausencia de los padres, pobreza, educación inestable, agresiva, muy estricta o permisiva, y el ejemplo familiar presidido por «la ley del más fuerte» y la falta de diálogo.
Como se menciona, la violencia emocional está presente en cualquier agresión y en ocasiones llega a ser no visible, Rivazzolla (1997, citado en Arón, 2000) comenta que debido a las creencias en el sistema patriarcal hay una invisibilización de la violencia, es decir, no visualizamos el malestar que causa los actos violentos y por tanto no los percibimos y no nos damos cuenta que no lo percibimos, esto impide que las victimas activen sus recursos para salir del ciclo de la violencia.
De tal manera que dentro de esta investigación nos centraremos en el área de la violencia emocional y las creencias resilientes que pueden desarrollarse a partir de esta.
En este sentido la violencia emocional consiste en agresiones como insultos, amenazas, intimidaciones, humillaciones, burlas, etc., que directamente no dejan huella en el cuerpo pero, sí ocasionan daños progresivos a la mente por el daño psicológico. El INEGI (s/a) refleja que todas las mujeres de 15 y más años que han vivido hechos de violencia por parte de su pareja han experimentado exclusivamente incidentes que alteran su estabilidad emocional, son 2, 669, 153 en total, universo que en términos relativos representa 29.5% respecto de los 9, 064, 458 de mujeres alguna vez violentadas en 2003.
Es importante comprender que estas condiciones son complejas, de tal modo que adoptar una visión sistémica para comprender este fenómeno nos ayudará a considerar las relaciones entre las jóvenes adolescentes y su contexto familiar. En este sentido Whaley (2001) comenta que la violencia vista desde una perspectiva sistémica toma en cuenta la participación de cada persona en el funcionamiento del sistema y se considera que cada uno tiene que ser y pensarse responsable de sus propias acciones, la violencia para él es un proceso de comunicación particular entre dos o más personas, los implicados son los responsables de la interacción al comportarse de determinada forma. Al ser responsables de nuestra seguridad nos permite realizar pautas transaccionales a lo largo de nuestras relaciones humanas, de lo contrario las transacciones pueden organizarse de manera que permitan la aparición de la violencia. Estas pautas transaccionales que contemplan un papel responsable, son generadas en base a una interacción familiar que implican una idiosincrasia compartida, que de acuerdo con Walsh (2004) ésta se desarrolla, reafirma, y modifica durante el ciclo vital de la familia y a través de la red multigeneracional de relaciones. Sin embargo el contexto familiar y social cambia con el tiempo y para cada individuo es diferente, por lo tanto no todas las creencias siguen siendo compartidas. En el caso de la violencia Whaley (2001) menciona que cualquier individuo puede llegar a ser violento en diferentes modalidades o manifestaciones.
Así mismo Aron (2001) menciona que la violencia es contagiosa, y del contexto familiar pasa al contexto escolar, el cuales es muy importante en el desarrollo de niños y adolescentes, esta autora menciona la violencia pervasiva como la alta exposición a la violencia, es decir, los estudiantes tienden a responder agresivamente y defensivamente frente al ataque, por consecuencia los profesores reaccionan violentamente o defensivamente. La violencia pervasiva cambia las creencias y expectativas acerca de cómo uno debe comportarse en la escuela.
Ante esto es importante cuestionar ¿qué pasa con las relaciones familiares, sociales, educativas del escolar, cómo influyen éstas dentro de la concepción de realidad para asumir comportamientos agresivos o no agresivos dentro de sus diferentes contextos? Ya que al ser medios de contacto y figuras de enseñanza trasmiten formas de pensamiento, creencias, valores, conductas, afectos, etc. Y ¿Si las creencias juegan un papel importante dentro de la conducta de las personas y por ende en los actos violentos, éstas podrían ser un recurso para los adolescentes que viven violencia en casa y así prevenir que la violencia se siga perpetuando?
De acuerdo con Walsh (2004), nuestros aprendizajes, historia, ideología y sistema de creencias que abarcan convicciones, actitudes, supuestos y que en conjunto marcan las premisas básicas que desencadenan reacciones emocionales, determinan decisiones y orientan cursos de acción; por consiguiente se pensaría que hay creencias que acompañan a las personas para seguir perpetuando la violencia en sus diferentes modalidades, dado que Walsh en sus trabajos comenta que las creencias y las acciones son interdependientes: nuestras creencias pueden facilitar o limitar nuestras acciones, y nuestras acciones y sus consecuencias pueden fortalecer o alterar nuestras creencias (pp.82).
En un estudio realizado por Díaz-Aguado, Martínez Arias y Martín Seoane (2004, citado en Díaz-Aguado 2005) con adolescentes españoles reflejaron que los adolescentes agresivos tienen menos estrategias no violentas para resolver conflictos y están de acuerdo con las creencias que los llevan a justificar la violencia y la intolerancia en sus diferentes tipos de relaciones manteniéndose como más racistas, xenófobos, sexistas, por lo que se mantienen en un modelo social de dominio ante la sumisión de los otros. Tienen una identificación con la justicia es decir hacen a los demás lo que les hacen o lo que ellos “creen” que les están haciendo.
Ante esto Dallos (1996) menciona que las creencias se utilizan en un sentido amplio que incluye toda una gama de significados, probablemente cogniciones sobre lo que consideramos como real, las creencias tienen dos componentes: las interpretaciones sobre lo que consideramos como cierto y conjuntos de afirmaciones básicamente emocionales acerca de lo que “debe” ser cierto. Aunque las creencias nos hablan a nivel individual de lo que una persona “considera que está sucediendo” la familia juega un papel muy importante para mantener y reforzar los tipos de creencias que tienen cada miembro y así constituir creencias familiares o mitos familiares como bien lo menciona Ferreira (1963, citado en Van der Hart, Witztum, De Voogt, 1992 ) estos son series de creencias bien integradas, compartidas por los miembros de la familia, que tratan de cada uno de ellos y sus respectivas posiciones en la vida familiar. Estas creencias aunque pueden ser diferentes a la realidad no pueden ser cuestionadas, por tal motivo consideran que el “mito familiar” puede ser una creencia errónea con el que la familia se vive distorcionadamente, por ejemplo, una familia que con sus creencias y acciones perpetúen la violencia, es decir permitiendo que el marido golpee a la esposa porque creen que éste debe corregirla a golpes y los hijos pueden ejemplificar esto con sus compañeros de clase, golpear para obtener cosas de ellos, para ser reconocidos, obedecidos, etc.
Flèche y Olivier (2010) señalan dos tipos de creencias, las no estructurantes y las estructurantes, las primeras se refieren a las cuestiones superficiales que no implican a la persona de manera profunda en su relación con el mundo; las segundas refieren a fuentes de anclaje, experiencias significativas alrededor de las cuales se construye, organiza, estabiliza la persona, la estabilización es preferible al caos, por ejemplo: “prefiero que me maltrate a estar sola y sin familia”. Estos autores mencionan que las creencias pueden sufrir inversiones (positivas o negativas) pero generalmente éstas se producen como consecuencia de experiencias fuertes en edad infantil y pueden ser muy limitantes y poco ventajosas para el resto de la vida, en el caso de la violencia, experiencias agresivas, amenazantes pueden generar la inversión de valores en una persona que aprenda y perpetué la violencia: “todo lo hago mal y por eso merezco que me critiquen”, o “mi papá dice que los hombrecitos debemos demostrar quién manda”.
La familia es un factor importante dentro de la formación de los hijos y por ende relacionada con las conductas que estos desempeñen, en relación con la violencia escolar los padres pueden preocuparse porque algo les suceda a sus hijos, y pueden tener ideas como “si te pegan defiéndete”, los hombres no les pegan a las niñas, el maestro no sabe nada, la escuela es muy aburrida, tus compañeros son mejor que tú”; estos son algunos ejemplos de frases o creencias que pueden tener los padres y que los hijos pueden hacer suyas sin cuestionar lo que realmente pueda suceder, de tal manera que aprenden a no respetar a sus compañeros, su escuela, a sus profesores etc., o algunos otros pueden permitir abusos por parte de sus compañeros o profesores. En este sentido se cuestiona la forma de acompañamiento que dan los padres a sus hijos en su formación, cómo encara la familia sus propios conflictos pues es allí donde los niños y niñas aprenden las estrategias para resolver conflictos, y los representan en sus diferentes contextos.
Por tal motivo se realizó esta investigación con adolescentes de la zona de Chimalhuacán, municipio perteneciente al Estado de México con 614 453 habitantes, de acuerdo con el INEGI (2014), de los cuales el 62. 7 % es decir 261,496 personas viven en situación de pobreza, de estos el 13.7 % 57, 149 personas viven en pobreza extrema, por otro lado, autores como Lemmy et al. (2001) y Sternberg et al. (1993); Maxwell y Maxwell (2003), señalan en sus estudios que son las niñas las que presentan mayor afectación emocional de la violencia, en este sentido trabajar en este contexto permitía explorar si las adolescentes que viven en una zona de violencia reflejaban rasgos de violencia emocional por parte de sus familiares y saber si hay alguna relación con las creencias resilientes.
Objetivo:
El interés principal de esta investigación es comprobar si hay correlación entre las creencias resilientes y la violencia emocional, en una población de la escuela secundaria Sebastián Lerdo de Teja, ubicada en la zona de Chimalhuacán, Edo. De México.
Objetivos específicos:
Método
Participantes
Esta investigación fue un estudio descriptivo, transeccional exposfacto, en el que participaron 53 adolescentes mujeres entre 12 y 15 años, estudiantes de 2° de la escuela secundaria Sebastián Lerdo de Tejada, ubicada en la zona de Chimalhuacán, Edo. De México, la muestra fue no probabilistica ya que las participantes fueron alumnas de tres grupos ya asignados de 2° de secundaria.
Materiales
Se aplicó el Inventario de Recursos Resilientes Familiares (IRREFAM) el cual está constituido por 88 items en una escala tipo Likert, se divide en tres áreas: 1) Sistema de creencias, con 32 items, 2) Patrones de Organización, con 37 items y 3) Procesos de Comunicación, con 46 items.
Sistema de Creencias Valores se refiere a convicciones, actitudes, tendencias y supuestos, que se unen para formar un conjunto de premisas básicas que desencadenan reacciones emocionales, determinan decisiones y orientan cursos de acción.
Patrones de Organización corresponden a Pautas organizacionales familiares que fomentan la integración de la unidad familiar, definen las relaciones humanas y regulan las conductas. Se mantienen sobre la base de normas externas e internas, reforzadas por sistemas de creencias familiares y culturales.
Procesos de Comunicación es el intercambio de información para la resolución de problemas tanto socioemocionales como práctico instrumentales.
Se adaptó una Escala tipo Likert de Violencia Emocional, retomando los ítems referentes a la violencia psicológica del ENVIM (2002) y del ENDIREH (2011), dando una escala con 48 items, divididos en 7 áreas: 1) Ignorar, con 6 items, 2) Comentarios negativos, con 6 items, Insultos, con 7 items, 4) Humillaciones, con 8 items, 5) Control, con 6 items, 6) Intimidación, con 8 items y 7) Amenazas, con 7 items.
Estas áreas pueden entenderse como:
1) Ignorar: hacer caso omiso de la pareja, tal como no tomarla en cuenta para las decisiones o retirarle la palabra.
2) Comentarios negativos: incluyen burlas, críticas que hace la pareja hacia la mujer.
3) Insultos: es una palabra utilizada por la pareja con la finalidad de ofender o lastimar a su novia o esposa.
4) Humillaciones: ofensas que hace la pareja hacia la mujer sobre todo en público atentando contra su dignidad.
5) Control: es el dominio de conductas o acciones que puede tener la pareja sobre su novia o esposa.
6) Intimidación: acciones que realiza el hombre para infundir miedo en la mujer ya sea armas u objetos que pongan en riesgo su vida.
7) Amenazas: que el hombre le advierta a la mujer que se le hará daño, pueden ser amenazas de muerte hacia ella, hacia hijos o hacia sí mismo.
Procedimiento
Fase I : Contacto con población
Se visitó la Escuela Secundaria Sebastián Lerdo de Tejada, se habló con la Directora de la secundaria quien nos permitió trabajar con las mujeres de los tres grupos (A,B,C) de 2°, se habló con las profesoras en turno para pedir la oportunidad de aplicar los dos instrumentos en su clase.
Fase II : Aplicación
En el aula, se separaron los hombres y mujeres en cada extremo del salón y cada uno tomó un asiento, los hombres realizaron otra actividad, solo a las mujeres se le repartió en primer momento el Inventario de Recursos Resilientes Familiares (IRREFAM) se les facilitó lápiz, goma y sacapuntas. La aplicadora leyó las instrucciones de la escala, y aclaró las dudas antes de que comenzaran a contestar, después permaneció en el aula. La aplicación llevó aproximadamente cuarenta minutos.
Una vez que todas terminaron se les entregó la Escala de Violencia Emocional, nuevamente la aplicadora leyó las instrucciones de la escala y aclaró las dudas antes de que se llenaran los cuestionarios. Esta aplicación tardó 30 minutos, aproximadamente, danto tiempo a las que se retrasaban para que terminaran de contestar.
Fase III: Análisis de Resultados
Después de aplicar la Escala de Violencia y el IRREFAM se vaciaron los datos en un programa de estadística SPSS para realizar el análisis estadístico de la información obtenida. Cabe aclarar que para esta investigación el interés estaba concentrado en el Sistema de Creencias Resilientes de las participantes, por lo tanto solo se analizaron los datos completos de la Escala de Violencia y del IRREFAM solo se tomaron los datos del área de Sistema de Creencias.
Mediciones
Las variables a considerar en este estudio fueron Sistema de Creencias y Violencia Emocional, las cuales son variables numéricas y politómicas. Entendiéndose por Creencias Resilientes como la raíz de todo funcionamiento familiar y son fuerzas muy poderosas en la construcción de la resiliencia, pues son organizadas en la familia y moldan normas, reglas y papeles de este sistema. Las principales creencias asociadas a la resiliencia en familias pueden ser organizadas en tres áreas: atribuir sentido a la adversidad, tener una perspectiva positiva, al igual que trascendencia y espiritualidad. (Walsh, 2004).
Estas fueron medidas en una escala ordinal tipo Likert de 1-5, en la que 1= casi nunca, 2= ocasionalmente, 3= algunas veces, 4= con frecuencia y 5= casi siempre. Los ítems inversos que se emplean en el inventario son: 2, 7, 9, 11, 20, 32, 37, 39, 47, 52, 53, 66, 68, 69, 72, 73, 75, 80, 85 y 86.
Siendo 440 el puntaje máximo que indica una resilienciencia alta y el puntaje mínimo de 88 que señala poca resiliencia, sin embargo solo se tomaron en cuenta los items del área de Sistema de Creencias, la cual contiene 26 items, por tanto el puntaje máximo para esta área es de 130 y el mínimo de 26 puntos.
La Violencia Emocional consiste en agresiones como insultos, amenazas, intimidaciones, humillaciones, burlas, etc., que directamente no dejan huella en el cuerpo pero, sí ocasionan daños progresivos a la mente por el daño psicológico. Fueron medidas en una escala ordinal tipo Likert de 48 reactivos, que va de 1-5 en la que 1=nunca, 2= casi nunca, 3=algunas veces, 4=casi siempre y 5=siempre. Los ítems 6, 15, 24, 29, 30, 34, 35, 36, 37, 40, 41 y 45 se califican inversamente. Por tanto, el puntaje máximo es de 240 puntos indicando un nivel alto de violencia emocional y el puntaje mínimo igual a 48 indica un bajo nivel de violencia emocional.
Análisis estadísticos
Se empleó un coeficiente Alfa de Cronbach dado que es un modelo de consistencia interna, basado en el promedio de las correlaciones entre ítems, este nos permite verificar cuanto mejoraría la fiabilidad de nuestro instrumento si se eliminan los ítems que se señalan, para la escala adaptada de Violencia Emocional. También se empleó el análisis de correlación r de Pearson para indagar sobre las posibles relaciones que existen entre el Sistema de Creencias Resilientes y la Violencia Emocional como lo indica la hipótesis. Pearson: Es una medida de la asociación lineal entre dos variables. Los valores del coeficiente de correlación van de -1 a 1. El signo del coeficiente indica la dirección de la relación y su valor absoluto indica la fuerza. Los valores mayores indican que la relación es más estrecha. Se realizó un análisis de frecuencias para ambos instrumentos en las áreas de interés para verificar los puntajes totales.
Resultados
Se realizó el coeficiente Alfa de Cronbach dado que es un modelo de consistencia interna, basado en el promedio de las correlaciones entre ítems, este nos permite verificar cuanto mejoraría la fiabilidad de nuestro instrumento si se eliminan los ítems que se señalan, para la escala adaptada de Violencia Emocional se obtuvo un puntaje significativo de .923 como se puede ver en la Tabla 1, lo que nos indica que la escala es apta para aplicarse y evaluar si una mujer vive violencia emocional.
Así mismo aplicamos el análisis de correlación r de Pearson para comprobar la relación entre la Resiliencia y Violencia Emocional en la cual resultó una correlación significativa, ya que el valor es de .000 al igual el coeficiente de correlación fue r= -.664 p< .01 (Ver Tabla 2) en este sentido la corrección nos indica que cuando una variable aumenta la otra disminuye proporcionalmente. El valor de r debe oscilar entre -1 y +1 y entre más se aleje de 0 indica una correlación más estrecha entre las variables, por lo que podemos indicar que la correlación entre el IRREFAM y la Escala de Violencia es moderadamente fuerte y es negativa.
Ahora bien, la correlación entre las áreas de la escala de Violencia y el área de Sistema de Creencias refleja lo siguiente hay una correlación significativa ya que sig.= .000 y el coeficiente de correlación negativo de r= -.622 p<.01 en general y a continuación mencionamos cada dimensión: Ignorar, ya que sig. = .003 y el coeficiente de correlación r= -.398, p<.01; para Comentarios Negativos sig. = .000, r=-.556, p<.01; en el área de Insultos, sig.= .000, con una r=-.622 p<.01; Humillar, sig.=.000 con una r= -.613, p<.01, para el Control hay una sig. =.013 con una r= -.338, p<.05, Intimidar con sig.=.000 y r=-. 581, p<.01 y Amenazas con sig. =017, con una r=-.327, p<.05. (Ver Tabla 3)
En estos se puede notar que las áreas de Ignorar, Control y Amenazas reflejan una correlación negativa baja en comparación con las otras áreas. Esto apoya la hipótesis que hay una correlación entre la Violencia Emocional y las Creencias Resilientes, al aumentar una disminuye la otra.
En cuanto a la media de la Escala de Violencia Emocional nos refleja x = 90.09 (Ver Tabla 4) y hay 31 adolescentes que están por arriba de la media en sus resultados, en cuanto a cada área las medidas medias son las siguientes: Ignorar = 13.30 de un Puntaje Total Máximo (PTM) de 30 y mínimo de 6, Comentarios Negativos =11.04 de un PTM=30 y mínimo de 6 , Insultos = 13.09 de un PTM= 35 y mínimo de 7, Humillaciones= 14.66 de un PTM= 40 y mínimo de 8, Control= 15.25 de un PTM= 30 y mínimo de 6, Intimidaciones= 13.81 de un PT5=40 y mínimo de 8, y Amenazas= 9.57 de un PT = 35 y mínimo de 7.
En cuanto a las áreas de las Creencias Resilientes nos refleja una media de 100.73 (Ver Tabla 5) y hay 27 adolescentes que presentan niveles por arriba de la media. Para cada área las medidas de la media son: Creencias de sentido = 19.68 de un Puntaje Total Máximo (PTM) de 25 y mínimo de 5, Creencias E.Positivo= 27.26 de un PTM= 35 y un mínimo de 7, Creencias de Trascendencia= 26.77 de un PTM= 35 y un mínimo de 7, Creencias de Aprendizaje= 27.02 de un PTM= 35 y un mínimo de 7.
Discusión y Conclusiones
La violencia se puede manifestar de diferentes formas y contextos y es importante señalar que ésta daña la salud física y psicológica de las personas. Se considera que la violencia son acciones que se perpetúan de diversas formas y el lugar más importante en el que aprendemos a comportarnos y relacionarnos es la familia, por lo tanto es muy probable que las conductas violentas los hijos las aprendan en casa. Ya que las creencias nos ayudan a dar significado a nuestra vida y a percibir la realidad, es por eso que en algunos cosos la realidad puede ser distorsionada y creer que el marido debe educar a la familia con golpes, insultos y malos tratos. Dallos (1996).
Poco se habla sobre la violencia emocional, como mencionan ésta puede estar invisibilizada y esto permite que se siga perpetuando, es por eso que este estudio se concentró en las adolescentes para indagar si había una relación entre las creencias resilientes y la violencia emocional pues si las creencias y pensamientos son interdependientes (Whalsh 2004), y pueden promover la violencia, por el contrario, pensamientos resilientes pueden ser una herramienta para enfrentar y disminuir la violencia emocional, misma que al no ser tangible en algunos casos puede pasar desapercibida, ya que estadistas de INEGI sobre reportan que los mayores índices los ocupa la violencia física y con ella un alto índice de daño psicológico, sin embargo en México, al realizar una denuncia por hechos violentos no se toma en cuenta el posible daño psicológico.
Por tal motivo se realizó una adaptación del ENVIM (2002) y del ENDIREH (2011) en el que se tomaron los ítems referentes a la violencia psicológica y se estableció una escala únicamente que midiera la Violencia Emocional, y después de realizar el análisis estadístico de Alfa de Cronbach se encontró una correlación significativa de .923 entre el instrumento, lo que indica que esta puede ser aplicada en otras poblaciones y en futuras investigaciones para corroborar su funcionalidad en la medición de esta variable.
En cuanto al coeficiente de correlación r de Pearson entre el IRREFAM y la Escala de Violencia Emocional fue negativo y moderadamente alto, de r= -.664 p< .01 lo que nos indica que cuando una variable aumenta la otra disminuye, es decir a mayor puntaje en el IRREFAM menor puntaje en Escala de Violencia Emocional. Sin embargo al ver los resultados individuales de la violencia emocional encontramos que las medias de cada área no son tan bajas como se pensaba, pues se alejan de los puntajes mínimos, en este sentido nos cuestionaríamos como es que las adolescentes están significando la violencia emocional, probablemente cuentan con recursos resilientes pero también es probable que vivan la violencia emocional de una forma cotidiana que se esté normalizando al punto que no se le da la importancia debida.
Estudios del INEGI clasifican como violencia moderada a: ignorar, comentarios negativos, insultos, humillar y control y la violencia severa corresponde a las intimidaciones y amenazas, en este sentido el área de Control tiene una media de= 15.25 de un PTM= 30 y mínimo de 6, es la media más alejada del puntaje mínimo, las otras áreas pertenecientes a violencia moderada también se reflejan altas y en cuanto a las áreas de violencia severa los puntajes de las medias no se alejan por mucho de los puntajes mínimos: Intimidaciones= 13.81 de un PT5=40 y mínimo de 8, y Amenazas= 9.57 de un PT = 35 y mínimo de 7. Lo que puede indicar que las adolescentes viven violencia emocional moderada en sus familias.
En este sentido la problemática central no solo es identificar aquellos casos de violencia emocional y demostrar estadísticas si no planear acciones preventivas ante el fenómeno de la violencia intrafamiliar que es aprendida por los hijos.
En cuanto a la frecuencia de puntajes del IRREFAM en el área de Sistemas de Creencias se reflejó que solo 27 de las 53 adolescentes obtuvieron un nivel por arriba de la media alta, lo que nos indica que solo el 50.94% de esta población de adolescentes mujeres presentan pensamientos positivos que les dan sentido a su vida, son capaces de aprender de las experiencias de cada día, aprender de sus errores de forma que les permite crecer personalmente. Lo cual nos permite tomarlo como base para generar programas de apoyos.
Sin embargo para los casos en que los puntajes fueron bajos se podrían analizar en futuras intervenciones de esta misma investigación para poder evaluar más a fondo y generar programas preventivos y apoyo basados en los tres pilares de la Resiliencia como herramienta sobre todo en las adolescentes que de acuerdo con Maxwell y Maxwell (2003) las mujeres tienen mayores efectos de violencia a nivel emocional, así mismo es importante tomar en cuenta que en las zonas de marginalidad donde están expuestas a mayor violencia es importante brindar apoyo y orientación a las adolescentes para que puedan enfrentar las conductas que les generan daño emocional y tener respuestas resilientes en cualquier relación interpersonal que establezcan y de esta manera no se sigan ejerciendo creencias generadoras de violencia.
Se puede concluir que la hipótesis planteada fue comprobada positivamente, y los resultados que se obtuvieron abren nuevos caminos para continuar y extender esta investigación, lo cual es importante para continuar con las pruebas y afinar la Escala de Violencia Emocional y así generar un instrumento más completo que nos ayude a evaluar la violencia emocional en diversas poblaciones y sobre todo a preparar programas de apoyo.
REFERENCIAS
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Apéndices
Tablas
Tabla 1
Tabla 2
Tabla 3
Tabla 4
Tablas 5