INTRODUCCION
Hace ya algunas décadas la escuela y con ella los maestros representaban una institución respetable para la sociedad que la valoraba como un lugar de oportunidades, de desarrollo personal y social. La familia y la comunidad no eran la excepción, recuérdese sobre todo la época en la que la escuela rural propuesta por el Maestro Rafael Ramírez hacía énfasis en el potencial de la comunidad para generar una escuela que verdaderamente respondiera a las necesidades individuales y sociales y simultáneamente que egresaran de estas escuelas seres humanos con las posibilidades llamadas ahora competencias para desempeñar una actividad y no solamente habilidades cognoscitivas y este es solo un ejemplo ya remoto en nuestro país de como el el vínculo; escuela, maestros y comunidad, especialmente en la provincia de nuestro país eran respetables y autoridad en todos los sentidos. Incontables son las historias de los ahora viejos y antaño niños que referían como los padres les hacían saber que la escuela era su segunda casa y que el maestro tenía derecho de corregirlos no solo con palabras sino incluso con castigos corporales como eran los golpes con cinturón, vara u otros implementos que utilizaban con el fin de disciplinar y la comunidad toda estaba de acuerdo.
No existía contradicción que separara escuela y familia y comunidad, sin embargo se generaron una serie de cambios económicos, políticos y sociales que necesariamente tuvieron su impacto en este vínculo, mismo que se fue transformando de tal forma que se generó una separación entre ellos y que en voz de los docentes ha llevado a que la escuela quede en desventaja porque comunidad y padres de familia intentan dejarle la responsabilidad de la educación e instrucción en todos sentidos, ejemplo de esto, por señalar un punto es la llamada educación en valores que a decir de los maestros si no los enseñan a los educandos, llámense niños o adolescentes en casa, ¿cómo van a poder enseñarse en la escuela si no solo no existen las bases sino que cuando se intenta enseñarlos en la escuela la familia y comunidad los contradice?.
Abordar el vínculo familia – escuela- comunidad es muy complejo y como puede observarse este sería solo uno de los múltiples aspectos que abarca. Por lo que en este breve ensayo se trabajará el supuesto: ¿Familia- comunidad versus escuela? Y se pretenderá demostrar como la dimensión del fenómeno educativo en sí y de las relaciones de sus actores, pueden llevar a conclusiones apresuradas que han dejado de considerar que escuela – familia y comunidad son instituciones sociales que tienen que reformularse constantemente por su grado de inmersión social, que las hace ser pilares de la sociedad pero que a la vez las hace vulnerables.
Palabras clave: Educación, escuela, comunidad.
Modalidad: Ponencia
Eje temático: Educación desde la familia y comunidad
DESARROLLO
Me duele la escuela es el título de un conocido libro y la frase puede bien aplicarse a me duele la familia, me duele la comunidad ya que para nosotros los educadores es indiscutible y sabemos que sin su participación, Torio (2004), Savater ( 2006), no solo apoyo, lo que puede lograrse en la escuela está limitado. Ya hace varias décadas que los docentes de todos los niveles educativos incluyendo el medio superior y superior, habían estado externando en diferentes escenarios como son; los foros, las reuniones o congresos relacionados al tema a modo de exposición de problemática interesante para investigar y hasta a modo de queja, el hecho de que los padres y por ende la familia y la comunidad no se ocupaban de sus hijos o de los niños en lo que concernía no solo a educación sino incluso en lo relativo a su salud emocional y problemas psicosociales - personales, esto no solo como una percepción subjetiva sino como un hecho real y concreto del que tenían datos y experiencias.
En esencia que se estaba dando un alejamiento entre la comunidad, la familia y la escuela, polarizándose de tal manera que hacía sentir que se estaba solo y sin apoyo alguno en este trabajo de educar dicen las autoras de una investigación realizada en España que algo similar sucede en este país, observándose que entonces es un fenómeno que traspasa las fronteras de nuestro país y de Latinoamérica; “La soledad percibida y sentida por los docentes en la tarea educativa y transmisora con relación al conjunto de la sociedad se vuelve especialmente desconcertante y turbadora cuando la mirada se posa en el ámbito familiar. La familia ha experimentado cambios sustanciales en su estructura y relaciones que necesariamente habrían de dejarse notar en las relaciones con la institución educativa” (Usategui y del Valle, 2009: 185)
La familia se sabe desde hace ya tiempo está en crisis y la sociedad a la que sostiene también dicen algunos y otros que la sociedad está en crisis y por consiguiente en cascada sus instituciones como la familia también. Sea de un modo u otro, es verdad que la familia se está reformulando y los modelos tradicionales a los que estábamos habituados han cambiado sustancialmente debido a múltiples factores pero especialmente a los económicos que demandaron de la mujer pilar fundamental del tipo de familia tradicional y convencional que conocíamos se incorporara al ámbito laboral. En el caso de la comunidad sucedió algo análogo, su deterioro se dice; Maya I. (2004) ha sido resultado de los procesos de urbanización e industrialización que se dio en los países, las ciudades y aún las localidades más pequeñas y la masificación y el desorden de la vida urbana dieron como resultado en lo que se ha dado en llamar distancia ´psicológica entre el individuo y su entorno social.
Es importante señalar que este tipo de familia e idea de comunidad, han pasado a ser casi desconocidas para las generaciones actuales ya que para los niños de hoy lo más normal es que sus dos padres trabajen y ellos no se relacionen con las personas cercanas en sus edificios o colonias porque se les ha inculcado que esto podría ser muy peligroso, trayendo como consecuencia que ya no posean lo que Sarason (1974) consideró el sentido psicológico de comunidad como una experiencia subjetiva de pertenencia a una colectividad mayor en la que formando parte de una red de relaciones de apoyo mutuo en las que se puede confiar el sujeto se sienta seguro. Por lo menos esto sucede en las ciudades como tendencia sin una gran diferencia en el campo.
En esta situación es bueno reconocer que la sociedad no estaba preparada para esto y especialmente los hombres que se han resistido a cambiar sus paradigmas de pareja y de padres ya que el plano en el que estaban los hijos para ambos también cambió. Por consiguiente si en la familia tradicional la madre era la que se ocupaba esencialmente de los hijos y se le responsabilizaba de su desempeño en la escuela y en la sociedad, al incorporarse ésta a un trabajo; el tiempo dedicado a los hijos se redujo drásticamente en cantidad y calidad, ya que a la mínima cantidad de tiempo que se dedica actualmente a estos hay que agregarle el cansancio, por lo que no es difícil encontrarnos con padres e hijos que se reúnen muy pocas veces o que ni siquiera hacen una comida juntos al día, comparten un espacio físico, que por cierto cada día se reduce más, pero cada quien está en lo suyo generalmente los niños y adolescentes en sus dispositivos electrónicos. Así las familias insertas en una comunidad que también cambió, que dejó de ser el soporte que era para la familia que cada vez más está más sola.´
Los padres aparentemente no tienen tiempo para los hijos y mucho menos para encargarse de su situación en la escuela, por lo que su expectativa en torno a las funciones que debe cubrir esta escuela en la educación de sus hijos crece y van delegando funciones que le tocaría asumir, Usategui y del Valle (2009). De la comunidad ni se habla, Maya I. (2004) se perdió la proximidad entre en las relaciones entre los residentes de un espacio compartido y en el apego a un lugar determinado.
En la familia van transformándose las formas de cubrir las necesidades psico-afectivas y psicosociales , que solo ella puede cubrir generándose el riesgo de que los menores lo hagan en otros ámbitos y se arriesguen y se vean perjudicados, vinculándose a personas o grupos con intereses que en nada pueden favorecerle y si dañarlos mucho. Esto no quiere decir que de forma mecánica se cumpla esta relación ya que hay investigaciones antiguas y recientes, Sarafino (1991), Papalia, et al(2009), en las que se coincide en el hecho de que; no todas las madres trabajadoras dejan de atender a sus hijos y dedicarles tiempo especialmente las que se encuentran satisfechas con sus trabajos, y que si existe una relación muy directa entre el conflicto matrimonial y la crianza ineficaz en la que los niños tendían a mostrar altos niveles de internalización de conductas como ansiedad, temor y depresión, y conductas de externalización como agresividad, peleas, desobediencia y hostilidad y que con todo esto los niños llegan a los espacios escolares
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La escuela es preciso recalcar es una institución que cobra sentido con la tarea de educar, escuela y educación es un binomio creado socialmente del que la sociedad y comunidad, genera amplias expectativas. Pero estas expectativas están inmersas en una dinámica contradictoria e incongruente en la que como señalan las investigadoras: Usategui y del Valle en su trabajo: “Escuela y valores”: ….lo que verdaderamente preocupa al profesorado no es tanto la escasa participación y la apatía por parte de los padres sino la falta de reconocimiento de su competencia y autoridad. Los docentes se ven en un continuo “pulso” con los padres y madres. Un pulso en el que se sienten desautorizados, presionados, controlados, enjuiciados e incluso, en ocasiones atemorizados. Los docentes desean trabajar en una escuela democrática donde los padres tengan voz, pero están convencidos de no poder desarrollar su trabajo sintiendo “el aliento de los padres en el cogote”( Usategui y del Valle. 2009: 187)
Si a esto aunamos que existe un contexto socio –cultural inmediato del que debe considerarse la comunidad como elemento muy especial y un contexto socio económico mundial, del que la globalización es uno de sus aspectos más importantes. La escuela y el proceso de educar en ella se ven atravesados por una multiplicidad de condiciones que le imprimen una dinámica de la que difícilmente puede excluirse y esa tarea ideal, humanizante como dice Savater(2006) deberá plantearse ciertas interrogantes polarizadas ciertamente pero que son ineludibles: ¿Debe la educación preparar aptos competidores en el mercado laboral o formar hombres completos?, ¿Ha de potenciar la autonomía de cada individuo, a menudo crítica y disidente , o la cohesión social?, ¿Debe desarrollar la originalidad innovadora o mantener la identidad tradicional del grupo?, ¿Atenderá a la eficacia práctica o apostará por el riesgo creador?, ¿Reproducirá el orden existente o instruirá a los rebeldes que pueden derrocarlo?,?Mantendrá una escrupulosa neutralidad ante la pluralidad de opciones ideológicas, religiosas, sexuales y otras diferentes formas de vida o se decantará por razonar lo preferible y proponer modelos de excelencia?, ¿Pueden simultanearse todos estos objetivos o algunos de ellos resultan incompatibles….(Savater. 2006: 13-14)
Pero estas interrogantes al fin de cuenta tareas a cumplir nos plantean la urgente necesidad de que escuela, familia y comunidad reconsideren las relaciones que mantienen entre sí en las que guardar una distancia prudente que permita no perder la objetividad para analizarlas, reubicarlas o hasta transformarlas, en lo posible. La hegemonía de cualquiera de estas instancias (familia-comunidad-escuela) solo derivaría en un poder que no resultaría favorable para nadie y es allí en donde se encuentra el desafío. Una de las formas de objetivar estas relaciones que permitan plantearse metas realistas y viables es esclarecer que se están pidiendo mutuamente para que se sientan seguras y satisfechas de las funciones que les competen en el aquí y el ahora de un mundo cambiante pero que en el ahora sentará las bases de un futuro. Torio (2004) plantea demandas de la escuela y comunidad a la familia y de la familia a la escuela y comunidad, lo cual nos deja ver su vínculo indisociable entre estas tres instancias, son demandas reconocidas y posibles, que se puede asegurar sin lugar a dudas que en todas las sociedades son reconocidas y que no estarán nunca cubiertas al cien por ciento, que siempre serán vigentes.
Parafraseándolas son las siguientes: De la escuela a la familia y comunidad; apoyo al niño, contacto con los maestros, socializar al niño para la cultura escolar, motivarlo para el empeño en aprender, fomentar el estudio y la creación de habito de trabajo intelectual, atender el tiempo de ocio del niño con programas sociales diseñados para este fin, enseñanza de normas, autoridad amorosa, atender la orientación personal y educación sexual, educar en valores, apoyarlos en la elección vocacional.
De la familia a la escuela y comunidad; Preparación de calidad, proporcionar referentes para interpretar la realidad, una formación en valores, utilización de medios tecnológicos, atención a las diferencias individuales, garantizar la seguridad, protección y clima educativo libre de violencia, y conectar a la escuela con el mundo laboral.
Si estas demandas no se reconocen primero y sobre todo no se reconoce que son bidireccionales de la familia y comunidad a la escuela y de la escuela a la familia y comunidad seguirá sucediendo lo que hasta ahora conocemos como una cotidianeidad maestros quejándose de los padres y de la sociedad/comunidad que no los apoya y padres quejándose de los maestros y de la educación que reciben sus hijos, culpándose mutuamente de las deficiencias y problemas que les aquejan, colateralmente sucederá lo que señala Savater (2006 p.108-1099) y que bien vale la pena citar el texto completo para cerrar esta breve disertación:
“En ciudades como nueva York, encontrar voluntarios cualificados para el arriesgado puesto de Maestro es dificilísimo y hay que contentarse con el primer gladiador que se atreve a presentarse como candidato; las clases se han reducido a duraciones inverosímiles —menos de media hora en algunos casos— para que el permanente trasiego impida un cansancio que puede traducirse en agresividad. Malcriados en la cultura del zapping, que fomenta el picoteo histérico entre programas, discos, etc., y les hace incapaces de ver o escuchar nada de principio a fin, es difícil que aguanten una clase completa de algo que no les apasione sin tregua y, aún peor, les obligue a esforzarse un tanto. De modo que es el pobre profesor quien carga con la peor parte, a menudo con riesgo de su integridad física. Por supuesto, en gran parte estas situaciones semi- bélicas provienen de conflictos sociales de los que la escuela no es responsable y que por tanto ella sola no puede resolver, pero en cualquier caso es evidente que algo no marcha bien. La infancia y la adolescencia están cada vez con mayor frecuencia inmersas en la práctica de la violencia: en ciertos lugares padeciéndola, en otros ejerciéndola y en no pocos lo uno y lo otro, sucesivamente. Dentro de este panorama, la función humanizadora de la educación se convierte a veces en un sueño impotente...”
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA