Resumen

La transformación de las identidades sociales han transformado la labor docente en un encuentro académico afectivo en el cual es posible hacer puentes que subsanen los huecos generados en las tramas históricas de nuestros niños y jóvenes.

Ellos nos presentan grandes retos no sólo a nivel pedagógico sino también personales y morales, pues sus referentes de autoridad y de socialización se encuentran muy distantes de aquellos en los que fuimos formados y aunque presentan novedades significativas, muchos de ellos se sienten confundidos frente a la multiplicidad de opciones que les presentan las diversas ofertas socioculturales.

En este sentido, la multiplicación de referentes de sentido de vida buena, antagónicas entre sí en muchos de los casos, la diversidad de agentes productores de identidades, la libertad para elegir la identidad desde los gustos y preferencias individuales distantes de una autoridad familiar que les oriente, nos presenta a los docentes grandes oportunidades de resignificar nuestra labor en todos los niveles incluyendo el universitario.

Así, el docente como colaborador-tutor, acompañante y testigo de los procesos de aprendizaje y de toma de decisiones de los estudiantes se torna una gran oportunidad para inducir en ellos una nueva vitalidad que permita la regeneración de un tejido humano y democrático de mayor valía de aquel que como generación adulta le estamos dejando en Veracruz, México.