1. No ha habido en México ningún sexenio en el que no se anuncie una Reforma o una Revolución Educativa. De igual manera se ha propagado una gran reforma a la salud, en el agrarismo o en leyes laborales. De esa política han vivido todos los gobiernos de la revolución mexicana burguesa de 1910–17. Vasconcelos, Torres Bodet, Bravo Ahuja, Solana, Zedillo, y todos los secretarios de educación de los gobiernos desde Fox hasta Peña. Ninguno, de verdad ninguno, de los presidentes, menos sus ministros de educación, han brillado por inteligentes u honestos; han sido simples burócratas políticos que han ayudado a profundizar el desastre educativo. Ahora toca el turno al presidente López Obrador y a su ministro Esteban Moctezuma, desconocido en el área.
2. El rotundo fracaso de la educación en México, nunca, jamás, ha sido por “malos planes educativos producto de la ignorancia de sus funcionarios”; al contrario, la mayoría de esos funcionarios poseen altos títulos universitarios que sólo les sirve para hacer lo que la clase política y empresarial determina. En las universidades y otros centros educativos en los contenidos educativos se enseña a obedecer, a ser disciplinado y a tener paciencia para esperar y triunfar. No se enseña a crear, a pensar, a ser reflexivo y crítico. Mientras más autoritaria es la educación los egresados de ella son obedientes, los enseñan a ser sumisos y jamás discutir las órdenes superiores. Así se conforma el sistema en beneficio de los más fuertes, poderosos y mandones.
3. Idiota sería el Estado, suicida el gobierno y retrasado mental quien se encargue de la educación, si entregan la mente, el pensamiento de los estudiantes en manos de sus enemigos. Con observar la orientación educativa, viendo el objetivo de la educación, incluso los métodos que usa, podemos ver hacia dónde se dirige cualquier sociedad. Esta era de manera global la idea del Dr. Luis Mora y el presidente Gómez Farías en 1832 que buscaban quitarle la orientación religiosa en educación al traidor, derechista y conservador López de Santana. Este es el quid del problema: ¿Educación para qué? ¿Para que carajos sirven más escuelas, más presupuesto, más maestros, más horas clase, si se enseña para crear más esclavos sumisos para la producción capitalista?
4. La educación siempre ha estado al servicio de la clase dominante; los maestros siempre han sido asalariados de los gobiernos y empresarios de derecha, centristas, fascistas en todos los países. Obvio, en los últimos 30 años se ha registrado mucha rebeldía minoritaria en algunos países, pero son iguales a las de los obreros en sus paros y huelgas: para vender por un poco más de salario su trabajo. Las luchas casi nunca han sido de clases para enterrar el capitalismo, sino solo han sido para que crezca el salario-limosna que se les paga o reciben. ¿Pero cuál lucha de clases, dirían los profesores, si millones de trabajadores no luchan ni se solidarizan? Bien, pues ese es el ejemplo por el que el capitalismo sigue dominando y seguirá mientras no haya conciencia de clase.
5. En 1993, como producto de mi Año Sabático en la UADY investigué y luego la universidad me publicó un libro: “Educación Pública: México y Yucatán” de 164 páginas. Es un libro muy crítico contra Estado, gobierno y capitalismo que analiza la educación en México y Yucatán haciendo en entrelazamiento. No sé si en un año o dos sirvió de texto en la escuela estatal de educadoras, pero luego fue enterrado. Soy el más crítico de mis libros y artículos, pero pienso que éste libro sigue siendo el ensayo más crítico e importante sobre educación en Yucatán en el contexto de las luchas sociales en México. Pienso que entre 100 años algunos comentarán el libro, como suele suceder en Yucatán con otros personajes del siglo XIX. Recuerdo a un personaje de la comisión revisora: “Tu libro sobre la Universidad no pasó porque tratas acontecimientos muy cercanos”.
6. Si la educación no sirve para cambiar la mentalidad capitalista o neoliberal de los estudiantes y profesionistas, tal como ha sucedido durante un siglo, entonces sirve para dar continuidad a la explotación, al individualismo, al neoliberalismo y al modo de vida yanqui dedicada al consumismo y la guerra. Los proyectos, planes, programas educativos deben ser echados a la basura; a partir de ello construir un proyecto anticapitalista con una gran dinámica encabezada por los pocos maestros que tengan claridad y dispuestos a cambiar desde la raíz todo el proceso. Este y mucho más se pueden hacer en seis años con López Obrador a partir de un trabajo intensivo de cursos y debates. Espero que se pongan manos a la obra. Si no sucede, la demagogia puede aplastarnos. (25/VI/19)