Psicólogo, Past Decano Nacional del Colegio de Psicólogos del Perú, Director Académico del Observatorio sobre la Violencia y Convivencia en la Escuela, Premio Nacional en el Área Social Comunitaria del Colegio de Psicólogo del Perú, Autor de libros y artículos sobre el bullying y la convivencia en la escuela.

Participación en el congreso

La convivencia y la asamblea de aula

La con­quis­ta de la con­vi­ven­cia en las ins­ti­tu­cio­nes edu­ca­ti­vas se recla­ma como uno de los obje­ti­vos más valio­sos para alcan­zar la cali­dad de vida y la cali­dad edu­ca­ti­va entre todos los miem­bros de la comu­ni­dad edu­ca­ti­va. Para alcan­zar este obje­ti­vo –el de la con­vi­ven­cia- se han ensa­ya­do muchas estra­te­gias, casi siem­pre ins­pi­ra­das en man­da­tos lega­les o direc­ti­vas tecno-buro­crá­ti­cas; y casi siem­pre sin alcan­zar los obje­ti­vos que se proponen.

Dos son las mayo­res falen­cias que tie­nen las dife­ren­tes estra­te­gias que se han emplea­do para la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción de la con­vi­ven­cia: (a) esti­mar que la con­vi­ven­cia en la meta ideal para eli­mi­nar todo tipo de con­flic­tos entre los estu­dian­tes, para quie­nes exclu­si­va­men­te se dise­ñan las polí­ti­cas de con­vi­ven­cia y, (b) negar­le la pala­bra y el pro­ta­go­nis­mo a los estu­dian­tes. Estas dos con­si­de­ra­cio­nes cas­tran, pre­ci­sa­men­te, el pro­pó­si­to trans­for­ma­dor que ani­ma la con­vi­ven­cia en las ins­ti­tu­cio­nes edu­ca­ti­vas y la sen­ten­cian a muerte.

Para con­vi­vir en for­ma demo­crá­ti­ca, par­ti­ci­pa­ti­va, inclu­si­va e inter­cul­tu­ral es nece­sa­rio apren­der cono­ci­mien­tos y com­pe­ten­cias que ins­pi­ren a los agen­tes edu­ca­ti­vos a ejer­ci­tar­la coti­dia­na­men­te. La con­vi­ven­cia no es un saber, es una prác­ti­ca y, sus apren­di­za­jes sólo son posi­bles a tra­vés de acti­vi­da­des que hagan posi­ble el encuen­tro de los pro­ta­go­nis­tas en con­di­cio­nes de igual­dad, lo que se con­si­gue median­te la asam­blea de aula, que hori­zon­ta­li­za las rela­cio­nes de los pro­ta­go­nis­tas prin­ci­pa­les del pro­ce­so edu­ca­ti­vo: la asam­blea de aula.