Al Gobierno de Méxi­co en todos sus nive­les
A la socie­dad civil y al pue­blo de Méxi­co en general.

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1. El cri­men come­ti­do con­tra estu­dian­tes de la Escue­la Nor­mal Rural Isi­dro Bur­gos de Ayotzi­na­pa, Gue­rre­ro, en sep­tiem­bre pasa­do, fue un cri­men de lesa huma­ni­dad (según defi­ni­ción del Artícu­lo 7 del Esta­tu­to de Roma de la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal, rati­fi­ca­do por Méxi­co en 2005) come­ti­do, pro­pi­cia­do y faci­li­ta­do por accio­nes y omi­sio­nes de ser­vi­do­res públi­cos en el ejer­ci­cio de sus fun­cio­nes, quie­nes des­de hacía tiem­po actua­ban en con­tra de los estu­dian­tes nor­ma­lis­tas. El cri­men puso a la vis­ta la red de com­pli­ci­da­des que ha impe­ra­do des­de hace tiem­po y sigue impe­ran­do en el Esta­do de Gue­rre­ro y en mayor o menor medi­da en el país ente­ro, red en que tie­nen par­te orga­ni­za­cio­nes cri­mi­na­les, auto­ri­da­des de gobierno de prác­ti­ca­men­te todos los nive­les, miem­bros de dis­tin­tos par­ti­dos polí­ti­cos e intere­ses pri­va­dos de diver­sa magnitud.

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2. El movi­mien­to social moti­va­do por la indig­na­ción ante ese cri­men, tie­ne más que sufi­cien­te jus­ti­fi­ca­ción moral, huma­na y polí­ti­ca, ade­más de legal, y es de espe­rar­se que sea apo­ya­do y secun­da­do deci­di­da­men­te por todos los mexi­ca­nos que ten­gan sen­ti­do de res­pon­sa­bi­li­dad por su país. Aun­que el movi­mien­to está moti­va­do por el recla­mo de un escla­re­ci­mien­to com­ple­to y de una pro­cu­ra­ción de jus­ti­cia cabal en el caso, no se tra­ta de un movi­mien­to con­tra un solo cri­men, sino con­tra toda la situa­ción de des­com­po­si­ción moral, social y polí­ti­ca capaz de gene­rar crí­me­nes como ése, y que exi­ge medi­das que com­ba­tan con efi­ca­cia esa situación.

3. El gobierno fede­ral, y en la medi­da de su com­pe­ten­cia tam­bién los gobier­nos de los demás nive­les, debe asu­mir cabal­men­te su res­pon­sa­bi­li­dad de pro­cu­rar jus­ti­cia por el cri­men come­ti­do, res­pon­sa­bi­li­dad que de pala­bra ha mani­fes­ta­do asu­mir pero que en los hechos ha asu­mi­do en for­ma tar­da, titu­bean­te y en algu­nos sen­ti­dos tur­bia, y no ha podi­do evi­tar dar oca­sión a sus­pi­ca­cias de todo tipo, bien o mal inten­cio­na­das. Ante ello, el gobierno no sólo debe reite­rar en decla­ra­cio­nes ofi­cia­les su com­pro­mi­so, sino adop­tar medi­das para cum­plir­lo con toda cla­ri­dad y eficacia.

4. El gobierno tam­bién debe asu­mir su res­pon­sa­bi­li­dad ante la situa­ción de des­com­po­si­ción pre­va­le­cien­te capaz de gene­rar, en cual­quier rin­cón del país, crí­me­nes como el de Ayotzi­na­pa, como el come­ti­do por mili­ta­res, tam­bién ser­vi­do­res públi­cos en el ejer­ci­cio de sus fun­cio­nes, en Tlatla­ya, Edo. de Méxi­co, en junio pasa­do, y como tan­tos otros, y tomar medi­das urgen­tes, tam­bién efec­ti­vas y cla­ras, para evi­tar que crí­me­nes de esa natu­ra­le­za y la repe­ti­da vio­la­ción de los dere­chos huma­nos por par­te de ser­vi­do­res públi­cos se repro­duz­can en el futuro.

5. El gobierno tam­bién debe, en todos sus nive­les, res­pe­tar abso­lu­ta­men­te el dere­cho que asis­te al movi­mien­to gene­ra­do por la indig­na­ción ante el cri­men y por la exi­gen­cia de jus­ti­cia, no repri­mir­lo en nin­gún sen­ti­do, como muy lamen­ta­ble­men­te se ha hecho ya en varios casos, y no con­fun­dir­lo, ni en pala­bras ni en hechos, con inten­tos de des­es­ta­bi­li­za­ción del país o de diso­lu­ción social. La dis­tin­ción es muy fácil de ver, sobre todo por quien tie­ne entre sus fun­cio­nes públi­cas la de la inte­li­gen­cia; por ello, dar a enten­der (como lo hizo el pre­si­den­te Peña Nie­to en su dis­cur­so del pasa­do 18 de noviem­bre al regre­sar de su via­je a Chi­na) que en algún momen­to pue­de lle­gar a no dis­cri­mi­nar entre ellas, es en la prác­ti­ca una efec­ti­va invi­ta­ción a la repre­sión y una jus­ti­fi­ca­ción anti­ci­pa­da de los abu­sos de las auto­ri­da­des poli­cia­cas y mili­ta­res con­tra la pobla­ción. Por el con­tra­rio, el Gobierno debe mani­fes­tar públi­ca­men­te su recha­zo a todo tipo de repre­sión, rea­li­za­da des­de el poder públi­co, de un movi­mien­to que tie­ne la jus­ti­fi­ca­ción que éste tiene.

6. Al mis­mo tiem­po, quie­nes, con la auto­ri­dad que el mis­mo movi­mien­to social les con­ce­de, enca­be­zan o con­vo­can los actos y las mar­chas en recla­mo de jus­ti­cia y en opo­si­ción indig­na­da ante la vio­len­cia cobar­de sufri­da por gru­pos de mexi­ca­nos inde­fen­sos, han de exi­gir de todos sus sim­pa­ti­zan­tes no incu­rrir en actos de vio­len­cia o en acti­tu­des y con­duc­tas que pue­dan tra­du­cir­se en una invi­ta­ción a la vio­len­cia, y han de des­lin­dar­se de la que ya ha ocu­rri­do y de la que lle­gue a ocu­rrir en las mar­chas y los actos con­vo­ca­dos. Nadie quie­re vio­len­cia en Méxi­co, sal­vo los que ver­da­de­ra­men­te no quie­ren a Méxi­co. La vio­len­cia pro­du­ci­da des­de arri­ba, en las esfe­ras del poder o de la eco­no­mía, no debe res­pon­der­se con vio­len­cia. La ciu­da­da­nía sólo pue­de tener éxi­to en su lucha si asu­me una pos­tu­ra radi­cal­men­te dis­tin­ta a la que asu­men quie­nes con sus crí­me­nes han horro­ri­za­do al mun­do. Está cla­ro ade­más que la afec­ta­ción de los dere­chos de la pobla­ción no pue­de atraer su apo­yo al movi­mien­to, apo­yo que en estos momen­tos no debe perder.

7. Pro­po­ne­mos que el movi­mien­to se arti­cu­le alre­de­dor de las siguien­tes exi­gen­cias concretas:

a) Escla­re­ci­mien­to cabal e ine­quí­vo­co de los crí­me­nes de Tlatla­ya y de Ayotzi­na­pa, con una expli­ca­ción com­ple­ta de la situa­ción que los oca­sio­nó, y des­de lue­go cas­ti­go a todos los cul­pa­bles direc­tos e indi­rec­tos en todos los nive­les y moda­li­da­des de participación.

b) Medi­das urgen­tes para com­ba­tir la des­com­po­si­ción social y moral del país y el impe­rio en él de la delin­cuen­cia orga­ni­za­da (en el sen­ti­do más amplio que en reali­dad tie­ne esta expre­sión), que sean efi­ca­ces para evi­tar que se repi­tan crí­me­nes de esta naturaleza.

Entre estas medi­das pue­den contarse:

i) esta­ble­cer un meca­nis­mo de vigi­lan­cia, por par­te de la ciu­da­da­nía, de las can­di­da­tu­ras de los par­ti­dos polí­ti­cos a pues­tos de elec­ción popular;

ii) aten­der con pron­ti­tud las reco­men­da­cio­nes que hizo en 2011 el Gru­po de Tra­ba­jo sobre Des­apa­ri­ción For­za­da de Per­so­nas de la ONU al gobierno de Méxi­co para com­ba­tir con mejo­res medios el deli­to de des­apa­ri­ción for­za­da de per­so­nas (en Méxi­co aún no tipi­fi­ca­do en el códi­go penal federal);

iii) la divul­ga­ción y trans­pa­ren­ta­ción, y la super­vi­sión por par­te de la ciu­da­da­nía, de las direc­ti­vas ideo­ló­gi­cas que se impar­ten, explí­ci­ta e implí­ci­ta­men­te, a los cuer­pos poli­cia­cos y mili­ta­res en todo el país.

c) Medi­das tam­bién urgen­tes para com­ba­tir la impu­ni­dad, que es un mal ram­pan­te en el país y, en los hechos, un efi­caz cal­do de cul­ti­vo para nue­vos crí­me­nes. Tie­nen que dar­se mues­tras cier­tas de que los miles de casos de des­apa­ri­cio­nes for­za­das en el país tie­nen prio­ri­dad en la polí­ti­ca de segu­ri­dad del gobierno.

d) El com­pro­mi­so del gobierno a ceñir­se, en el caso del movi­mien­to social, al estric­to cum­pli­mien­to de sus res­pon­sa­bi­li­da­des lega­les, con total res­pe­to a los dere­chos de la ciu­da­da­nía en todas sus actua­cio­nes, sin incu­rrir en con­fu­sio­nes ni en invi­ta­cio­nes, abier­tas o vela­das, a la repre­sión injus­ti­fi­ca­da. Este com­pro­mi­so tie­ne que incluir el de des­ti­tuir de sus fun­cio­nes —y el des­afue­ro en su caso— a las auto­ri­da­des que par­ti­ci­pen, pro­pi­cien o tole­ren actos de uso injus­ti­fi­ca­do de la fuer­za. En par­ti­cu­lar, exi­gi­mos la inme­dia­ta libe­ra­ción de todos los estu­dian­tes u otras per­so­nas dete­ni­dos arbi­tra­ria­men­te en el Dis­tri­to Fede­ral duran­te la Acción Glo­bal por Ayotzi­na­pa del 20 de noviembre. 

Por un Méxi­co sin cri­men — y ante todo sin crí­me­nes come­ti­dos por quie­nes tie­nen la obli­ga­ción de cui­dar la segu­ri­dad de la población.

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