Reclu­so­rio Molino de Flo­res
Tex­co­co, Esta­do de Méxi­co;  a 25 de mar­zo de 2015.

Que­ri­dos estu­dian­tes y pro­fe­so­res que acom­pa­ñan esta lucha

Her­ma­nos y hermanas

Les hablo des­de la tie­rra del Rey Poe­ta Nezahual­có­yotl para abra­zar con res­pe­to y cari­ño esta mani­fes­ta­ción públi­ca; has­ta este reclu­so­rio lle­gan las vibra­cio­nes de sus voces y la ener­gía de sus pen­sa­mien­tos; gra­cias, muchas gracias.

Una vez más, la escue­la está en la calle, una vez  más las aulas vie­nen has­ta las ins­ti­tu­cio­nes a dar la  cla­se de his­to­ria y de moral; has­ta acá vie­ne, lle­gan­do el labo­ra­to­rio don­de se hace real la cien­cia social y se cons­tru­yen los con­cep­tos, esos car­ga­dos de emo­ción soli­da­ria y de  crí­ti­ca bási­ca al sis­te­ma de justicia.

Seño­res del Con­se­jo de la Judi­ca­tu­ra;  Magis­tra­do Miguel Ángel Zelon­ca Vela; encar­ga­dos de dic­ta­mi­nar el Recur­so de Revi­sión de Ampa­ro que inter­pu­si­mos en mi defen­sa en Cd. Nezahualcóyotl:

¿Cuál es la ense­ñan­za que vamos a obte­ner de uste­des, en su cali­dad de encar­ga­dos de corre­gir o con­fir­mar las reso­lu­cio­nes de los jue­ces en la impar­ti­ción de justicia?

¿Vamos a con­fir­mar que Méxi­co es el gran Pac­to de la impu­ni­dad que seña­la Edgar­do Bus­ca­glia? ¿Vamos a ilus­trar con un caso más el paraí­so de la tor­tu­ra e ile­ga­li­dad que repor­ta la Comi­sión de Dere­chos Huma­nos de la ONU en su últi­mo infor­me y que exhi­be la  des­ver­güen­za del Esta­do Mexi­cano ante el mun­do? ¿Vamos a cons­ta­tar que nues­tro país se inte­gra al  con­cier­to Inter­na­cio­nal en mate­ria del res­pe­to a los dere­chos huma­nos como es su com­pro­mi­so his­tó­ri­co, o vamos a pade­cer la hipó­cri­ta apa­rien­cia del dere­cho para jus­ti­fi­car la criminalización?

 

Seño­res:

Como muchos lo han dicho ya en dis­tin­tos epi­so­dio de la his­to­ria “el mun­do los está vien­do”. Nues­tros ojos son la vía para encen­der la rabia o para creer en el dere­cho. Si las auto­ri­da­des del  Esta­do de Méxi­co me han encar­ce­la­do por  con­sig­na vio­lan­do el debi­do pro­ce­so, tor­cien­do la ley, mani­pu­lan­do dic­tá­me­nes peri­cia­les  y tor­tu­ran­do tes­ti­gos, es momen­to que uste­des rei­vin­di­quen el  esta­do de dere­cho, que ganen un men­dru­go de con­fian­za y cer­ti­dum­bre que tan­to hace fal­ta al sis­te­ma de Jus­ti­cia; por­que si uste­des creen en ella, en la jus­ti­cia, sabrán que cuan­to más tiem­po pasa el pre­so en la cár­cel por un deli­to que no come­tió, más injus­to es quien dic­ta las reso­lu­cio­nes. Si creen en la  jus­ti­cia real­men­te saben que la ver­dad triun­fa­rá hoy o maña­na y que siem­pre igual que  quien recla­me, quien defien­da, quien se opon­ga al abu­so o la omi­sión, y tar­de o tem­prano el injus­to será lla­ma­do a cuentas.

Mi caso es un expe­dien­te con cien­tos de fojas pero es muy sim­ple: la pro­cu­ra­du­ría mexi­quen­se que­ría un cul­pa­ble para una muer­te y acti­vó su maqui­na­ria para fabri­car­lo y por ello me con­vir­tie­ron ofi­cial­men­te en ase­sino traidor.

Pero reví­sen­lo un poco, en sus pro­pio engen­dros legu­le­yos, tan ridí­cu­la­men­te aco­mo­da­dos, tan pue­ril­men­te acu­sa­to­rios, se advier­te la inten­ción a ultran­za, el inte­rés táci­to, evi­den­te, bur­do y des­ca­ra­do, por cri­mi­na­li­zar a un inocente.

Com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras, gen­te que escu­cha y que siente:

Ten­ga­mos pacien­cia para arti­cu­lar luchas y esfuer­zos, ten­ga­mos sabi­du­ría para enten­der­nos, pero ten­ga­mos urgen­cia para que jue­ces y magis­tra­dos hagan lo que debie­ron hacer des­de antes que cual­quier per­so­na cai­ga a la cár­cel injus­ta­men­te, para que defien­dan a la socie­dad y no para que abu­sen de ella.

Des­de la cár­cel, salu­da­mos fra­ter­nal­men­te a los fami­lia­res de los 43 de Ayotzi­na­pa, a todos los pre­sos polí­ti­cos, a las orga­ni­za­cio­nes soli­da­rias y a las per­so­nas que luchan por los dere­chos huma­nos y por un futu­ro mejor para el Pueblo.

Nues­tra escue­la sigue cre­cien­do cuan­to más se expan­da la con­cien­cia y el diá­lo­go, cuan­to más estre­che­mos la mano y abra­ce­mos el por­ve­nir humano.

Abra­zo, abra­zos, gracias.

Oscar Hernández Neri
www.niunpresuntuculpablemas.org