Sábado 1 de octubre de 2022, 12 a 2 pm.
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Ing. Rafael Lara Barragán Vargas
Director del Centro de Estudios Superiores en Educación desde 1988 hasta la fecha. Profesor de capacitación y mejoramiento profesional del magisterio 1970–1998. Maestro en Ingeniería, Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. 1989–1991. Maestro en Pedagogía, Escuela Normal Superior de Querétaro. 1986–1987. Jefe del Departamento de Estudios y Análisis. Subsecretaría de Educación e Investigación Tecnológica 1983–1985. Ingeniero en Comunicaciones y Electrónica, Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del Instituto Politécnico Nacional. 1969–1973. Bachillerato Tecnológico. Escuela Vocacional Número 4 del Instituto Politécnico Nacional. 1968–1969. Profesor de Educación Primaria. Escuela Nacional de Maestros. Generación 1965–1967. Jefe del Departamento de Proyectos. Dirección General de Mejoramiento Profesional del Magisterio 1980 — 1983. Coordinador Nacional del Programa Nacional de Mejoramiento de las Escuelas Rurales Unitarias 1976 — 1979.
El tequio puede ser un recurso educativo para consolidar identidad nacional y mejorar formas de vida de pueblos y comunidades
En la historia de la humanidad han existido instrumentos que sirven para cumplir los propósitos de integración, de pertenencia y de continuidad de los modelos sociales y económicos vigentes. Tal es el caso de la escuela que permite, mediante un proyecto que se desarrolla en espacios cerrados y cumpliendo un plan de estudios decidido previamente, la continuidad de los valores, contenidos y procesos vigentes en un grupo social, en un espacio y un tiempo determinado. El tequio fue un instrumento de nuestras culturas prehispánicas, que hizo posible una educación para la vida y en la vida que permitió el que muchos de los grupos sociales de su tiempo resolvieran necesidades comunes, con la participación decidida de sus miembros. Todavía existen comunidades en las que el tequio es una responsabilidad colectiva que permite la solución de diversos problemas comunales, como la construcción de caminos, instalación de redes de distribución de agua, entre otros varios. Vale la pena estudiar como funcionaría en nuestros tiempos como un recurso educativo que tendrá mucho que aportar a la consolidación de nuestra identidad nacional y a los esfuerzos nacionales para mejorar las formas de vida de nuestros pueblos y comunidades más marginados. Esa es nuestra tarea.
Mtro. Víctor J. Echeverría Valenzuela
Director del Centro de Estudios Superiores en Educación desde 1988 hasta la fecha. Profesor de capacitación y mejoramiento profesional del magisterio 1970–1998. Maestro en Ingeniería, Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. 1989–1991. Maestro en Pedagogía, Escuela Normal Superior de Querétaro. 1986–1987. Jefe del Departamento de Estudios y Análisis. Subsecretaría de Educación e Investigación Tecnológica 1983–1985. Ingeniero en Comunicaciones y Electrónica, Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del Instituto Politécnico Nacional. 1969–1973. Bachillerato Tecnológico. Escuela Vocacional Número 4 del Instituto Politécnico Nacional. 1968–1969. Profesor de Educación Primaria. Escuela Nacional de Maestros. Generación 1965–1967. Jefe del Departamento de Proyectos. Dirección General de Mejoramiento Profesional del Magisterio 1980 — 1983. Coordinador Nacional del Programa Nacional de Mejoramiento de las Escuelas Rurales Unitarias 1976 — 1979.
La compartencia y reciprocidad en la escuela y la comunalidad
El tequio como práctica sociocultural, es parte del ethos pedagógico constituido en la escuela y la comunidad/territorio al desplegar un conjunto de afecciones, acciones y reflexiones de saberes y conocimientos que dan cuenta de los significados en el currículo vivido. Entre más se tengan relaciones en comunalidad, el tequio es más original y las niñas, niños, jóvenes y docentes tienen mejores posibilidades de que el trabajo escolar se irradie y se recree por el sentido colectivo y la ayuda mutua. Algunas escuelas unitarias y multigrado en estos territorios náhuatl, Na Savi y Me Phaa, de la Montaña Alta del estado de Guerrero son claro ejemplo. El tequio significa el legado ancestral de la compartencia, el intercambio y la reciprocidad como dimensión ontológica y acontecimiento ético. No hay duda que la potente imbricación de los flujos migratorios y la inevitable influencia de la industria digital lo pretenden debilitar, de tal manera que hoy, en algunos casos, la reciprocidad no significa lo mismo para todas las culturas. Es decir, mientras en el pueblo Me Phaa de Moyotepec, municipio de Malinaltepec, los pobladores se acercan de manera libre y voluntaria a ayudarle al ciudadano que va a realizar una tarea de cosecha o construcción, la familia náhuatl de Totolapa, municipio de Huamuxtitlán, registra puntualmente a todos los que se acercan a ofrecer mercancías o mano de obra para el evento previamente anunciado. Muy a pesar de ello, la fuerza de la memoria colectiva lo mantienen muy vigente. El tequio como proyecto educativo posee características y viabilidad para ser situado en distintos ámbitos escolares, siempre y cuando se reoriente el trabajo docente mediante el diálogo como exigencia existencial, la intensidad intersubjetiva y la integralidad del proceso de aprendizaje. Lo anterior, exige un nuevo sujeto pedagógico capaz de movilizar su capacidad de asombro y sentido heurístico a partir de situaciones de vida cotidiana en la ruralidad o la urbanidad escolar.
Dr. Javier Rojas Rocha
Departamento de Titulación y profesor de Metodología de la Investigación en el Centro de Estudios Superiores en Educación (CESE). Asesor de más de 250 tesis de doctorado y maestría. Coordinador de la sección de titulación en la Escuela Normal Número 1 de Ciudad Nezahualcóyotl. Autor de dos libros de texto: Geometría y Trigonometría y Álgebra I para el CONALEP. Coordinador en la estructura curricular del Plan de Estudios de la Licenciatura en Matemáticas de la Normal Superior del Estado de México. Participación en la creación del modelo de docencia para Normal Número 1 de Nezahualcóyotl. Autor de los artículos El problema de la relación contenido método, “La escuela: Una institución para la emancipación o un aparato ideológico para la reproducción”, “La investigación posdoctoral: un espacio para poner en duda el conocimiento del conocimiento” y “El currículum crítico: Rasgos conceptuales desde una perspectiva de los intereses de conocimiento de J. Habermas” y “La construcción de un programa educativo consensuado para lograr la calidad educativa”. En la actualidad soy subdirector Académico de la Escuela Preparatoria Oficial Núm. 14 del Estado de México.
El tequio: una estrategia organizativa para construir conocimiento colectivo en la nueva escuela mexicana
Efectivamente, en las comunidades indígenas, han ejercido variadas formas de organización social para el trabajo comunal, que les ha permitido cultivar disciplina y mente des sus jóvenes, la más conocida y que empleaban con mayor intensidad hasta antes de la conquista de los españoles, fue el tequio, esta forma de organización social se realizaba bajo la modalidad de cooperación voluntaria, pero también tenía su parte obligatoria cuando el trabajo comunitario era para garantizar la seguridad y la subsistencia de la población, la armonía del grupo, para el mantenimiento y construcción de obras públicas como caminos, calles, construcción de la iglesia y la escuela del pueblo, la construcción de servicios como la electrificación, el agua potable, drenaje, construcción de clínicas, o como pago tributario, del servicio obligatorio fijado por la autoridad colonial, los hacendados o caciques. Es momento de retomar esta forma de organización social mediante el autogobierno, para hacer crecer el trabajo comunitario y la economía de los pueblos indígenas, creando empresas agrícolas comunitarias y cooperativas, donde se ponga en el centro a las personas y su bienestar, con ello, se impulsa la creación de empleo, el desarrollo de capacidades, se mejora el acceso a mercados locales y regionales, pero primordialmente, se crea un circuito de economía social y solidaria. Concientizándolos del valor comercial que tienen sus conocimientos, sus expresiones culturales y su capacidad de promover y de hacer crecer sus vínculos culturales con el medio ambiente, creándoles sentido de pertenencia, identidad y riqueza bicultural. Estos saberes culturales, nos brindar la oportunidad de crear una nueva pedagogía, donde los principios colectivos del tequio, marquen las prácticas pedagógicas y las opciones didácticas en clase, con una filosofía de aprendizaje basado en el aprender haciendo y con un enfoque por resultados, a diferencia de la escuela tradicional, que está ensimismada en enseñar al alumno, un conocimiento que no están conectados con su realidad y comunidad. Con el tequio podemos hacer cosas interesantes con los alumnos, como desarrollar su creatividad, que tengan iniciativa y libertad para impulsar el trabajo colaborativo que mejorar su escuela y su comunidad, a través de proyectos educativos, los maestros, tendrán la oportunidad de enseñarles a problematizar su contexto, llevar los problemas al aula para analizarlos, comprenderlos, conceptualizarlos y crear así un campo de posibilidades educativa para una pedagogía centrada en el aprendizaje del alumno.
M en C Ana Isabel León Trueba
Química por la UNAM y Maestra en Ciencias por el Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, se ha dedicado a la investigación educativa, la formación de docentes y el desarrollo de proyectos educativos innovadores en el campo de la enseñanza y el aprendizaje de las Ciencias Naturales. Desde 1982 y hasta 1992 como integrante del equipo de Ciencias Naturales del Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV, desarrolló e impulsó la investigación sobre las concepciones infantiles sobre el mundo natural, fue pionera en México en este tipo de investigaciones y en el desarrollo de propuestas metodológicas constructivistas para la enseñanza de las ciencias naturales en la educación básica. En la Guía para el docente sobre Medio Ambiente publicada por la SEP en 1992 la Mtra. León presentó a los profesores de educación primaria el resultado de varios años de trabajo con alumnos y docentes en las aulas: una propuesta metodológica basada en procesos de construcción de conocimientos a partir de explicaciones y formas de pensar de los alumnos. Los resultados de las investigaciones realizadas han contribuido a la comprensión de los procesos de aprendizaje de las ciencias y han impactado significativamente los programas de estudio de los diferentes niveles de escolaridad. En 1992 y hasta 1999 trabajó intensamente en la formación de docentes y en la difusión del enfoque constructivista, cuando entonces existía un ambiente fuertemente influido por la “enseñanza de las ciencias por descubrimiento” sustentada en teorías positivistas del aprendizaje. En Diplomados, cursos, talleres, conferencias y diversas publicaciones compartió los resultados de su trabajo con docentes de todos los niveles. En la segunda mitad de la década de los 90s concibió y dirigió un proyecto educativo alternativo con el objetivo de construir en un contexto real, dentro del sistema educativo existente, una escuela primaria y secundaria que generara en los estudiantes procesos de aprendizaje integrales a partir de proyectos de investigación e incidencia sobre problemas existentes en la comunidad. Los resultados de 10 años de trabajo permitieron construir una metodología para la enseñanza de las ciencias naturales basada en proyectos vinculados con la comunidad. En 2007 crea el Centro Nacional para la Educación en Ciencias y Matemáticas, A.C. con el objetivo de difundir esta metodología entre los docentes de educación básica y generar proyectos que vinculen la escuela con las comunidades, con el fin de articular los saberes, prácticas y formas de concebir el mundo natural y social que poseen las comunidades con los conocimientos científicos y tecnológicos para analizar, comprender y transformar la realidad existente. Estos proyectos se han realizado en comunidades de Morelos y Oaxaca.
El tequio podría ser un organizador de la vida escolar
El Tequio, del nahuatl tequitl (trabajo o tributo), es un mecanismo de solidaridad social fundamental de las comunidades indígenas de nuestro país desde antes de la llegada de los españoles. Arturo Warman en su libro Los indios mexicanos en el umbral del milenio señala que “El tequio es una de las instituciones más vigorosas para la cohesión y persistencia de la comunidad, incluso está sustentado por un discurso igualitario y equitativo”. En la cosmovisión indígena el cosmos es un todo integrado y los seres que lo habitamos somos interdependientes unos de otros, si algunos no cumplen con sus responsabilidades el conjunto se debilita y el final sería una catástrofe, por ello la reciprocidad es esencial y se considera obligatoria. En su origen el Tequio tenía un significado amplio, se vinculaba con el concepto de “carga” que una persona tiene con respecto a los demás, ya sean personas comunes, autoridades o seres sobrenaturales, lo que cada uno debe dar y puede recibir para preservar el orden en el cosmos. Durante la conquista y la colonia las comunidades indígenas vivieron un proceso acelerado de transformaciones, nuevas formas de relación social, cultural y económica. El significado inicial del Tequio se fue debilitando y se transformó en un significado restringido, vinculado a una contribución principalmente laboral para el beneficio colectivo. El significado del Tequio está sujeto a factores económicos, sociales y culturales que inciden en las comunidades indígenas. En las sociedades capitalistas actuales la reciprocidad, la solidaridad y la cooperación no están en la base de su fundamento económico, social y cultural. Las culturas indígenas existentes en nuestro país pueden contribuir de muchas maneras a la educación de las nuevas generaciones, el Tequio en su significado amplio podría ser un organizador de la vida escolar, para ello se tendrían que transformar prácticas y concepciones educativas vigentes, se tendría que poner en el centro de la vida escolar la reciprocidad, la cooperación y la solidaridad.
Dr. Marco Eduardo Murueta
Doctor en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México, donde también estudio la maestría en filosofía y la licenciatura en psicología. Autor de la Teoría de la Praxis. Sus investigaciones y construcciones teóricas han tenido un enlace continuo con su práctica por más de 40 años como psicoterapeuta; tiempo similar al de su ejercicio docente en la carrera de psicología de la UNAM Iztacala. Tutor del Doctorado en Pedagogía de la UNAM. Presidente de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología. Es director del Manual Latinoamericano de Salud y Enfermedad Psicológicas. Coordinador de organismos temáticos en la Mesa Coordinadora del Consejo Nacional del Pueblo Mexicano (CNPM). Creador de los conceptos de aprendizaje creador, cooperanzas, tequio escolar y sociedad del afecto.
El tequio escolar
Desde la antigua Grecia, la cultura occidental separó a los seres humanos de la naturaleza, a la mente del cuerpo, al pensamiento de la emoción y al individuo de la comunidad. Con algunos matices, las culturas orientales también mantuvieron esas separaciones. Escisiones conceptuales que corresponden a la apropiación individualista de los medios e instrumentos de producción que separó a los amos de los esclavos, a los feudales de los siervos y a los patrones de los trabajadores, con repercusiones para las relaciones de pareja y padres-hijos. En contraparte, las culturas originarias, especialmente en las de América Latina y, más especialmente, las que corresponden al actual territorio mexicano, han tenido énfasis en el sentido de naturaleza, de comunidad y de familia, relacionando las actividades de los seres humanos con el sol, la luna, las estrellas, los mares, los ríos, el viento, la lluvia, los árboles y los animales; y, asimismo, las actividades personales con la vida comunitaria y familiar. Como parte de esta vocación comunitaria, en náhuatl existe el concepto de Tequio, que es el servicio voluntario para el bien de las comunidades. Las escuelas occidentalistas se orientan a niños en lo individual que solamente reúnen en grupos para hacer más económica la enseñanza, pero donde cada niño debe aprender lo mismo que todos. Si bien la escritura y la lectura y las operaciones aritméticas son aprendizajes funcionales porque se utilizan cotidianamente, aunque su enseñanza suele ser impersonal (no se escribe para nadie, ni se lee para algo), desde el quinto año de primaria y hasta el tercer año de bachillerato, la mayor parte de los aprendizajes obligados suelen no aplicarse ni en el momento ni en la vida posterior de la gran mayoría de los estudiantes, por lo que se olvidan con facilidad, haciendo cada vez más tedioso el ir a la escuela. Por eso son proporcionamente muy pocos los que le encuentran sentido y llegan a estudios universitarios o de posgrado. Estamos proponiendo el Tequio escolar como proyecto educativo para que todo lo que hagan los estudiantes dentro de la escuela tenga destinatarios individuales o colectivos en su entorno familiar o comunitario, según sean los intereses individuales y colectivos de maestros y alumnos en cada grupo; comprendiendo que las comunidades pueden ser diversas: territoriales, sectoriales, temáticas. A las acciones escolares que tienen destinatario(s) específico(s) le llamamos cooperanzas. Antoine de Saint-Exúpery nos enseña, a través de El Principito, que el amor, lo que hace especial a una flor, es el tiempo o esfuerzo que se le ha dedicado. Si los estudiantes se esmeran creadoramente en el servicio a la comunidad se involucrarán afectivamente con ella y no podrán cometer abusos contra ella, al mismo tiempo que su autoestima y su sensación de trascendencia se desplegarán. El Tequio Escolar es crucial para desarrollar el sentido de comunidad y, por tanto, la Sociedad del Afecto.