Horacio Maldonado

La salud psíquica en maestros y profesores: sus efectos en los procesos de enseñanza-aprendizaje

Los pro­ce­sos de ense­ñan­za y apren­di­za­je han sido y son obje­to de nume­ro­sas inves­ti­ga­cio­nes; sin embar­go, no ha ocu­rri­do algo equi­va­len­te con res­pec­to a la salud psí­qui­ca de los docen­tes. Recién a par­tir de los años ’80 del pasa­do siglo, esta temá­ti­ca ocu­pa for­mal­men­te a algu­nos inves­ti­ga­do­res y estudiosos.

Nos lla­ma la aten­ción en cuan­to, des­de nues­tra pers­pec­ti­va, el docen­te, en tan­to suje­to psí­qui­co, cons­ti­tu­ye un com­po­nen­te cru­cial de la diná­mi­ca edu­ca­ti­va. Como coro­la­rio, obser­va­mos la esca­sa con­si­de­ra­ción que se le asig­na a la inci­den­cia que los aspec­tos psí­qui­cos del ense­ñan­te tie­nen sobre los estu­dian­tes y muy espe­cial­men­te sobre los esti­los de apren­di­za­je que estos desa­rro­llan. El docen­te, con fre­cuen­cia, asu­me dicha situa­ción y supo­ne que lo fun­da­men­tal para el ejer­ci­cio de su labor se cir­cuns­cri­be a la habi­li­dad téc­ni­ca (saber meto­do­ló­gi­co) que dis­po­ne para ejer­cer su pro­fe­sión o al domi­nio de la asig­na­tu­ra que ense­ña (saber disciplinario).

Sin dudas, dichos sabe­res son indis­pen­sa­bles, pero al mis­mo tiem­po son insu­fi­cien­tes. Nues­tra expe­rien­cia como psi­có­lo­gos edu­ca­cio­na­les nos deja saber que con­vie­ne enten­der a los ense­ñan­tes como suje­tos epis­té­mi­cos, pero tam­bién como suje­tos desean­tes.. Tene­mos la con­vic­ción fun­da­da que mien­tras más sabe el docen­te de sí mis­mo y mejor equi­li­brio psí­qui­co dis­po­ne o con­si­gue, mejo­res resul­ta­rán las prác­ti­cas edu­ca­ti­vas que lle­va a cabo y mejo­res serán los bene­fi­cios que obten­drán sus estu­dian­tes. En este pun­to radi­ca un sig­ni­fi­ca­ti­vo apor­te de la psi­co­lo­gía a la edu­ca­ción y quie­nes la eli­gen como pro­fe­sión. Estos tópi­cos serán desa­rro­lla­dos en la con­fe­ren­cia magistral.