Lilia Lechuga Ortiz
Yolanda Guadalupe Máximo Bastida
Leticia Trejo Hernández

Escuela Normal de Coacalco

Ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional de Transformación Educativa

Resu­men

A raíz de las polí­ti­cas edu­ca­ti­vas que en el mun­do se tor­nan glo­ba­les, se impul­sa la crea­ción de sis­te­mas de eva­lua­ción. Así ésta ha pasa­do de ser un pro­ce­so que sólo com­pe­tía a docen­tes y alum­nos en fun­ción de la asig­na­ción de cali­fi­ca­cio­nes y la cer­ti­fi­ca­ción de estu­dios, a una polí­ti­ca amplia, exter­na, ins­ti­tu­cio­na­li­za­da, cer­ti­fi­ca­da y con­so­li­da­da que atra­vie­sa a todas las escue­las en Méxi­co y cuyo pro­pó­si­to cen­tral está orien­ta­do al logro de la cali­dad de la educación.

Actual­men­te se eva­lúan a los alum­nos des­de el nivel bási­co has­ta el supe­rior, a las ins­ti­tu­cio­nes, a los pro­gra­mas edu­ca­ti­vos y a los docen­tes en aras de hacer del cono­ci­mien­to públi­co el posi­cio­na­mien­to de estos acto­res y acce­der a mayo­res nive­les de cali­dad educativa.

Par­ti­cu­lar­men­te la eva­lua­ción de los docen­tes, ha esta­do rela­cio­na­da con la asig­na­ción de recur­sos eco­nó­mi­cos dife­ren­cia­dos, que con­tri­bu­yen al incre­men­to sala­rial de algu­nos pro­fe­so­res que acre­di­tan los exá­me­nes y cum­plen con la serie de requi­si­tos que sus pro­gra­mas eva­lua­do­res les deman­dan. A raíz de este tipo de polí­ti­cas sur­gen algu­nas incon­sis­ten­cias, la más impor­tan­te es que las prue­bas de lápiz y papel son con­tun­den­tes en los resul­ta­dos para acce­der a mejo­res ingre­sos sala­ria­les, en con­tra­po­si­ción de lo que la eva­lua­ción como pro­ce­so aca­dé­mi­co impli­ca para el ejer­ci­cio docen­te; ade­más otro ries­go que se corre es que con la recien­te refor­ma cons­ti­tu­cio­nal al Artícu­lo Ter­ce­ro, la per­ma­nen­cia de los maes­tros de edu­ca­ción bási­ca, que­de con­di­cio­na­da de algu­na mane­ra tam­bién a los resul­ta­dos de un examen, lo que segu­ra­men­te favo­re­ce­rá la recon­fi­gu­ra­ción de la fun­ción que tra­di­cio­nal­men­te han teni­do los sin­di­ca­tos como garan­tes de los dere­chos laborales.

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Introducción

La cali­dad ha sido des­de el Pro­gra­ma para la Moder­ni­za­ción de la Edu­ca­ción, eje de las polí­ti­cas edu­ca­ti­vas para todos los nive­les esco­la­res en nues­tro país. A par­tir de ese enton­ces se empe­za­ron a deli­near meca­nis­mos para eva­luar inte­gral­men­te a la edu­ca­ción; la cali­dad de los pro­ce­sos edu­ca­ti­vos, las ins­ti­tu­cio­nes y los aca­dé­mi­cos. Meca­nis­mos que se han afian­za­do y otros más actual­men­te están en vías de ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción, de tal modo que, inclu­so hay aca­dé­mi­cos que con­si­de­ran que la eva­lua­ción ha reba­sa­do a la pla­nea­ción como polí­ti­ca cen­tral para la edu­ca­ción superior.

“La eva­lua­ción como con­cep­to inte­gran­te de las polí­ti­cas públi­cas, ha esta­do pre­sen­te en el con­tex­to edu­ca­ti­vo mexi­cano, en los últi­mos vein­te años. El tér­mino ha esta­do vin­cu­la­do con otro con­cep­to: el de la cali­dad de la edu­ca­ción” (De la Gar­za, 2004:807)

Para el nivel supe­rior al igual que para el bási­co, un pro­pó­si­to fun­da­men­tal de la eva­lua­ción ha sido mejo­rar la cali­dad de la edu­ca­ción. En el prin­ci­pal docu­men­to rec­tor de la polí­ti­ca edu­ca­ti­va a media­dos de los noven­tas se ini­ció el esta­ble­ci­mien­to del víncu­lo ofi­cial cali­dad-eva­lua­ción. “Un ele­men­to deci­si­vo para ele­var la cali­dad es la eva­lua­ción de los dis­tin­tos aspec­tos que con­cu­rren en la edu­ca­ción” (Pro­gra­ma de Desa­rro­llo Edu­ca­ti­vo 1995–2000:140)

Asi­mis­mo el Plan Nacio­nal de Desa­rro­llo 2007–2012 esta­ble­ce que la eva­lua­ción es una herra­mien­ta para mejo­rar la cali­dad de la edu­ca­ción y deja asen­ta­do el pro­pó­si­to cen­tral de for­ta­le­cer la eva­lua­ción como un ins­tru­men­to para la ren­di­ción de cuen­tas, que a su vez ofrez­ca evi­den­cias para sus­ten­tar la toma de deci­sio­nes para mejo­rar la cali­dad de la edu­ca­ción que el país nece­si­ta y merece.

Ins­ti­tu­cio­nes, pro­yec­tos de tra­ba­jo, alum­nos y maes­tros de todos los nive­les esco­la­res han pasa­do por fil­tros eva­lua­do­res, para los docen­tes los estí­mu­los dife­ren­cia­dos han traí­do entre otras con­se­cuen­cias bene­fi­cios eco­nó­mi­cos eli­tis­tas, segre­ga­ción gre­mial, resis­ten­cias a su apli­ca­ción, indi­vi­dua­li­za­ción de la tarea docen­te, entre otros, pero a futu­ro se vis­lum­bran resul­ta­dos que podrían afec­tar su posi­ción y segu­ri­dad labo­ral, aspec­to que segu­ra­men­te será moti­vo de amplio cues­tio­na­mien­to y debate.

Individualización de los procesos de evaluación

Si bien, des­de hace varios lus­tros, se crea­ron pro­gra­mas tan­to en la edu­ca­ción bási­ca como en la supe­rior para la moder­ni­za­ción de espa­cios, equi­pa­mien­to o mejo­ra de la infra­es­truc­tu­ra, a par­tir de pro­yec­tos de tra­ba­jo que pasa­ban por pro­ce­sos de eva­lua­ción como el Fon­do para la Moder­ni­za­ción de la Edu­ca­ción Supe­rior (FOMES), el Pro­gra­ma Escue­las de Cali­dad, o el Pro­gra­ma para el For­ta­le­ci­mien­to a la Edu­ca­ción Nor­mal (PRO­FEN), cobra­ron rele­van­cia tam­bién los pro­gra­mas ten­dien­tes a la eva­lua­ción individual.

“Hace ya algu­nos años que el sis­te­ma edu­ca­ti­vo en su con­jun­to, y como par­te de él los pro­fe­so­res e inves­ti­ga­do­res de las uni­ver­si­da­des mexi­ca­nas, se han vis­to envuel­tos en cam­bios más o menos pro­fun­dos en los pro­ce­di­mien­tos de eva­lua­ción de su tra­ba­jo aca­dé­mi­co.” (Arria­ga, 3003:295)

A par­tir de la déca­da de los noven­ta, a ins­tan­cia del gobierno fede­ral sur­gen los pro­gra­mas de eva­lua­ción del desem­pe­ño indi­vi­dual, como una polí­ti­ca para equi­li­brar los sala­rios con­traí­dos duran­te la déca­da de los ochen­tas. Al igual que en edu­ca­ción bási­ca con carre­ra magis­te­rial, en edu­ca­ción supe­rior se empe­za­ron a tejer las redes buro­crá­ti­cas para otor­gar estí­mu­los eco­nó­mi­cos dife­ren­cia­dos al per­so­nal de las ins­ti­tu­cio­nes de edu­ca­ción supe­rior del país, con el sub­ya­cen­te pro­pó­si­to de ele­var la cali­dad educativa.

Lo ante­rior empe­zó a gene­rar una serie de efec­tos inme­dia­tos, en pri­mer tér­mino se abrió una bre­cha entre los docen­tes “pre­mia­dos” y los que no acce­die­ron a los pun­ta­jes míni­mos reque­ri­dos. El estí­mu­lo eco­nó­mi­co, ade­más de deno­tar una dife­ren­cia­ción finan­cie­ra, refi­rió a un pro­ce­so social de pri­vi­le­gio-exclu­sión que impac­tó a las ins­ti­tu­cio­nes como uni­dad de maes­tros o aca­dé­mi­cos de “diver­sas cate­go­rías” don­de la indi­vi­dua­li­dad pasó a pri­mer plano, la ins­ti­tu­cio­na­li­dad y sus pro­ce­sos aca­dé­mi­cos a segundo.

La eva­lua­ción para acce­der a carre­ra magis­te­rial, se con­cen­tró es sus pri­me­ras eta­pas, prin­ci­pal­men­te en los pun­ta­jes obte­ni­dos en el examen dise­ña­do para tal efec­to, en ese sen­ti­do la eva­lua­ción se ale­jó de la con­cep­ción aca­dé­mi­ca a la que se pide se acer­quen los maes­tros duran­te su ejer­ci­cio pro­fe­sio­nal, es decir, la eva­lua­ción enten­di­da como un pro­ce­so inte­gral que valo­ra no sólo resul­ta­dos, sino pro­ce­sos en rela­ción a cono­ci­mien­tos, habi­li­da­des, acti­tu­des y valores.

Los exá­me­nes, al menos para docen­tes de edu­ca­ción bási­ca no ha toma­do en cuen­ta la diver­si­dad de las carac­te­rís­ti­cas y con­tex­tos de desem­pe­ño labo­ral de los maes­tros, éstos “se han enfren­ta­do a una deci­sión ver­ti­cal y alta­men­te cen­tra­li­za­da a nivel nacio­nal” (Aboi­tes, 2012: 96) en ese tenor se encuen­tra otra con­tra­dic­ción en el sen­ti­do amplio de lo que impli­ca a la eva­lua­ción, con­si­de­ra­da como un pro­ce­so que sir­ve para la mejo­ra de los pro­ce­sos en su con­tex­to social, eco­nó­mi­co, polí­ti­co y cultural.

Al con­cen­trar­se la eva­lua­ción docen­te para alcan­zar estí­mu­los, prin­ci­pal­men­te en resul­ta­dos de exá­me­nes, ya sea de los maes­tros o de los resul­ta­dos de sus alum­nos, como es el caso de ENLA­CE en edu­ca­ción bási­ca, se deva­lúa el com­pro­mi­so aca­dé­mi­co de la labor con los alum­nos, ya que los maes­tros se preo­cu­pan por cubrir los requi­si­tos exi­gi­dos y en ejer­ci­tar a los niños con exá­me­nes y ejer­ci­cios simi­la­res a los de ENLA­CE, que favo­re­cen la memo­ri­za­ción y no la valo­ra­ción del logro de los apren­di­za­jes espe­ra­dos y el desa­rro­llo de competencias.

En la edu­ca­ción supe­rior, como men­cio­na Aboi­tes (2012) los aca­dé­mi­cos cen­tra­ron sus esfuer­zos por acu­mu­lar cons­tan­cias que apor­ta­ran pun­tos para las eva­lua­cio­nes, a más cons­tan­cias mayor cali­dad. “el volu­men de pro­duc­tos comen­zó a fun­cio­nar como un feti­che que hacía inne­ce­sa­ria cual­quier trans­for­ma­ción que die­ra lugar a una mejor mane­ra de hacer las cosas y, menos, gene­rar más cali­dad en el queha­cer ins­ti­tu­cio­nal” (Aboi­tes, 2012:113)

La ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción de la eva­lua­ción en aras del logro de la cali­dad es una reali­dad en todas las ins­ti­tu­cio­nes edu­ca­ti­vas. A lo lar­go de todo el país, se han estruc­tu­ra­do depen­den­cias admi­nis­tra­ti­vas que con­tro­lan y legi­ti­man los pro­ce­sos eva­lua­to­rios. Esas ins­tan­cias admi­nis­tra­ti­vas de regu­la­ción y vigi­lan­cia, poseen muchas veces poder amplio y dis­cre­cio­nal para fijar los pará­me­tros de acce­so a los pro­gra­mas; ade­más, en su sos­te­ni­mien­to, absor­ben par­te de los recur­sos finan­cie­ros que final­men­te se ten­drían que otor­gar a las ins­ti­tu­cio­nes o al per­so­nal docen­te y/o académico.

 Los incre­men­tos sala­ria­les dife­ren­cia­dos, se jus­ti­fi­can hoy ple­na­men­te, el alcan­ce de éstos aho­ra ha pasa­do a ser res­pon­sa­bi­li­dad indi­vi­dual. El per­so­nal aca­dé­mi­co tie­ne la “opor­tu­ni­dad” de com­pe­tir, esfor­zar­se, pro­du­cir, ser eva­lua­dos; bajo meca­nis­mos prin­ci­pal­men­te cuan­ti­ta­ti­vos, de eva­lua­ción veri­fi­ca­to­ria y de carác­ter ins­tru­men­tal que le per­mi­ti­rán alcan­zar un mejor ingre­so y ¿por qué no? pres­ti­gio académico.

Sin embar­go, la eva­lua­ción moder­na y la medi­ción “cien­tí­fi­ca” tie­ne sus bemo­les, incon­sis­ten­cias y con­tra­dic­cio­nes. De acuer­do a Aboi­tes (2012), esa eva­lua­ción ha sido inca­paz de gene­rar una diná­mi­ca de mejo­ra­mien­to de la edu­ca­ción y más bien ha con­tri­bui­do a degradarla.

A pesar de los aná­li­sis de los resul­ta­dos de la apli­ca­ción de las prue­bas estan­da­ri­za­das en la edu­ca­ción en nues­tro país, se con­ti­núan el dise­ño de polí­ti­cas que siguen con­si­de­ran­do a este tipo de ins­tru­men­tos como la pana­cea para algu­nos pro­ce­sos, por ejem­plo: el examen para ingre­so al ser­vi­cio de pla­zas docen­tes y la pró­xi­ma eva­lua­ción obli­ga­to­ria para la per­ma­nen­cia en el ser­vi­cio que esta­ble­ce el Artícu­lo Ter­ce­ro constitucional.

Ante la refor­ma cons­ti­tu­cio­nal, los dere­chos labo­ra­les de los maes­tros de edu­ca­ción bási­ca esta­rán en el ojo del hura­cán. Mien­tras no se creen y aprue­ben las leyes regla­men­ta­rias al Artícu­lo Ter­ce­ro, las espe­cu­la­cio­nes serán pro­fun­das, los deba­tes impor­tan­tes y la voz de los maes­tros un refe­ren­te fun­da­men­tal en esta épo­ca en que tal pare­ce que los medios masi­vos de comu­ni­ca­ción y gran par­te de la opi­nión públi­ca han con­fi­gu­ra­do al gre­mio magis­te­rial como a un enemigo.

El papel de los sin­di­ca­tos del magis­te­rio como garan­tes de los dere­chos labo­ra­les se recon­fi­gu­ra­rán. Tam­bién se vis­lum­bra a cor­to pla­zo la pér­di­da de poder de esas ins­ti­tu­cio­nes res­pec­to al “con­trol” o “poder” en cuan­to al mane­jo de las pla­zas, el poder polí­ti­co, labo­ral y social se verá men­gua­do mos­tran­do el apo­geo del esta­do neo­li­be­ral que eclip­sa poco a poco al esta­do de bien­es­tar social de México.

Conclusiones

Las polí­ti­cas edu­ca­ti­vas actua­les, han otor­ga­do un papel pro­ta­gó­ni­co a las eva­lua­cio­nes de los acto­res escolares.

Los meca­nis­mos emplea­dos en la eva­lua­ción de los docen­tes de edu­ca­ción bási­ca y a aca­dé­mi­cos del nivel supe­rior, se han des­vir­tua­do y no han dado mues­tras de corre­la­ción direc­ta entre el acce­so de estí­mu­los y mejo­ra en la cali­dad de los pro­ce­sos aca­dé­mi­cos de los alum­nos y las ins­ti­tu­cio­nes educativas.

Los sin­di­ca­tos de maes­tros al igual que muchos otros en el país, ves­ti­rán en poco tiem­po un atuen­do com­ple­ta­men­te neo­li­be­ral, la dimen­sión polí­ti­ca se impon­drá por enci­ma de la dimen­sión social para los agre­mia­dos, la segu­ri­dad labo­ral podrá ser para las pró­xi­mas gene­ra­cio­nes un vago recuer­do del pasado.

Bibliografía

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