Reclu­so­rio Molino de las Flo­res
Tex­co­co, Méxi­co a 24 de octu­bre 2017.

 

Her­ma­nos y her­ma­nas que se encuen­tran injus­ta­men­te en prisión:

Dice el pro­ver­bio inglés que cien cone­jos no hacen un caba­llo, como cien sos­pe­chas no hacen una prueba.

Nos han acu­sa­do y man­da­ron a sus poli­cías para agre­dir­nos y some­ter­nos. Para trans­mi­tir un men­sa­je a toda la socie­dad, el men­sa­je dice que por enci­ma de todas las leyes hay un poder que está lis­to para apli­car su cruel­dad apro­pián­do­se de nues­tros cuerpos.

El esta­do de las ins­ti­tu­cio­nes, los jue­ces, fis­ca­les y códi­gos nos decla­ró pro­ba­bles res­pon­sa­bles, pre­sun­tos cul­pa­bles, suje­tos a pri­sión pre­ven­ti­va. El esta­do de las estruc­tu­ras ocul­tas, ese cuyos crí­me­nes de poder no se deja ins­pec­cio­nar y que no reve­la sus cono­ci­mien­tos para el con­trol, nos echa enci­ma su inge­nie­ría, para hun­dir­nos en su calen­da­rio de tor­tu­ga; para hacer­nos correr cues­ta arri­ba en sen­de­ros res­ba­la­di­zos; para suc­cio­nar la san­gre no sólo del encar­ce­la­do, tam­bién la de sus hijos, madres, her­ma­nos; para empa­par­nos con las pes­ti­len­tes aguas de la sos­pe­cha, de la intri­ga, del chis­mo­rreo; para arro­jar­nos al pozo de la indi­fe­ren­cia y el olvido.

El esta­do con su doble cara, la estri­den­te y la ocul­ta se ase­gu­ra que el men­sa­je lle­gue a don­de debe lle­gar: has­ta el mie­do que inmo­vi­li­za y has­ta el des­áni­mo de las cau­sas per­di­das. Por­que el len­gua­je del esta­do es el del con­trol, no el de las liber­ta­das. No fue cons­trui­do para libe­rar a las per­so­nas, ni para res­pe­tar los fue­ros comu­ni­ta­rios, ni para res­pe­tar la ley, es la bota que pisa para dar otro paso, hacia la úni­ca tra­yec­to­ria posi­ble: su designio.

Pero en la cár­cel se refle­xio­na libre­men­te, nues­tro orgu­llo ulce­ra­do, el tor­men­to de la humi­lla­ción, reem­pla­zan a la dia­léc­ti­ca y algo por ente­ro dis­tin­to se ela­bo­ra en el fon­do de nues­tra con­cien­cia: la len­ta reno­va­ción de hom­bre o de mujer.

 

Her­ma­nos y her­ma­nas que viven y luchan libres:

Juan Pablo de Tavi­ra escribió:

“digo con infi­ni­to des­alien­to que la cár­cel no tie­ne ver­da­de­ra sal­va­ción, siem­pre será un labe­rin­to de tinieblas.

Tal vez un día no habrá más cár­ce­les en el mun­do. Ese día, y sola­men­te enton­ces, el hom­bre esta­rá ver­da­de­ra­men­te cer­ca de Dios”.

¿Cuán­tos hom­bres y muje­res hacen fal­ta en este labe­rin­to de tinie­blas para recons­truir la his­to­ria en una socie­dad sin cárceles?

Quie­nes par­ti­ci­pan de este foro podrán dar­se cuen­ta que no nece­si­tan ser traí­dos a la sole­dad de la cár­cel para dar­se cuen­ta que no están solos y solas. Y podrán dar­se cuen­ta tam­bién que en nues­tro dia­lo­go, el dia­lo­go con un pre­so, se hace esa his­to­ria que nos acer­ca ver­da­de­ra­men­te a Dios, el dios de cada quien. Por­que nues­tro dia­lo­go des­pe­ja tinieblas.

Si dia­lo­ga­mos uste­des y noso­tros, enton­ces el sufri­mien­to acep­ta­do cobra un valor madu­ra­ti­vo, nos pro­du­ce un capa­ra­zón afec­ti­vo, un escu­do pro­tec­tor que nos ayu­da a “dar la talla” en esta exis­ten­cia pro­vi­sio­nal. Si uste­des no se dejan ven­cer, no nos deja­mos ven­cer y nos lla­ma­rán las metas futu­ras y anti­ci­pa­re­mos el triun­fo inte­rior. Si dia­lo­ga­mos los pre­sos y los libres redi­mi­mos el sufri­mien­to y le damos sen­ti­do a la historia.

Dijo Nietsz­che: “El que tie­ne un por­qué para vivir, pue­de sopor­tar casi cual­quier cosa”. Y es ver­da­de­ro. Muje­res u hom­bres deses­pe­ra­dos hemos de apren­der que aun­que no espe­re­mos nada de la vida, la vida espe­ra algo de nosotros.

Decía Vik­tor Frank lue­go de vivir en cam­po de con­cen­tra­ción nazi:

“Vivir sig­ni­fi­ca asu­mir la res­pon­sa­bi­li­dad de encon­trar la res­pues­ta correc­ta a las cues­tio­nes que la exis­ten­cia nos plan­tea, cum­plir con las obli­ga­cio­nes que la vida nos asig­na a cada uno en cada ins­tan­te en particular.”

Y para encon­trar la tarea que hemos de asig­nar­nos cada quien, libre­men­te aun­que viva­mos en la cár­cel, hay que dia­lo­gar. Aun sin mirar­nos cara a cara, si esta­mos cla­ros que nos hace­mos com­pa­ñía, si nos com­par­ti­mos en men­sa­jes o emo­cio­nes, uste­des y noso­tros esta­re­mos diri­gién­do­nos a algo o alguien dis­tin­to a uno mis­mo por­que nos hemos encon­tra­do el uno al otro y pode­mos ver más allá.

Hága­nos aptos para la sobre­vi­ven­cia, hacién­do­nos saber que se nos espe­ra y que nos apre­mia algu­na res­pon­sa­bi­li­dad o tarea por cumplir.

Estoy toman­do la pala­bra para asig­nar­les una misión: hága­nos saber que el mun­do nece­si­ta la voz, la mano, el cora­zón de los encar­ce­la­dos ino­cen­tes, por­que somos ya más aptos para resis­tir y para sobre­vi­vir a lo injus­to, a lo oscu­ro, a lo cruel.

¡Que flo­rez­ca la liber­tad y se mul­ti­pli­quen los cami­nos de lucha!
¡Nos fal­tan 43!
¡Has­ta la vic­to­ria CNTE!

Oscar Hernández Neri
www.niunpresuntoculpablemas.org