Ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional de Transformación Educativa

Lucila Herrera Reyes,
Magally Martínez Reyes,
Claudio López García

Centro Universitario UAEM Valle de Chalco

Resu­men

A tra­vés de las per­cep­cio­nes se for­ma un mar­co de refe­ren­cia orga­ni­za­do que se va edi­fi­can­do de mane­ra cons­tan­te a tra­vés de las expe­rien­cias de vida, se asu­me enton­ces, que la for­ma en que los seres huma­nos per­ci­ben y abor­dan  los pro­ble­mas ambien­ta­les, no se sus­ten­ta, ni se repre­sen­ta de mane­ra  neu­tral en la for­ma de con­tem­plar el mun­do; estas apre­cia­cio­nes y los ses­gos que las lle­van a enno­ble­cer cier­tos pro­ble­mas por sobre otros con dis­tin­tos nive­les de impor­tan­cia están influi­das por intere­ses y rela­cio­nes de poder. En este estu­dio se ana­li­zan las impli­ca­cio­nes entre las per­cep­cio­nes ambien­ta­les que obser­van los uni­ver­si­ta­rios para la edu­ca­ción ambien­tal, per­fi­la­da como un cam­po de cons­truc­ción de nue­vas dis­yun­ti­vas que deman­da de otras áreas del cono­ci­mien­to para com­pren­der el ori­gen de los dis­tin­tos com­por­ta­mien­tos favo­ra­bles o des­fa­vo­ra­bles hacia el medio. Estas pers­pec­ti­vas apor­tan la infor­ma­ción esen­cial para deter­mi­nar las ideas que el suje­to se for­ma del entorno, así como sus acti­tu­des hacia él, es a par­tir de las ideas y cono­ci­mien­tos, en este sen­ti­do en que  radi­ca la impor­tan­cia de la inves­ti­ga­ción sobre  el tema. A par­tir de la iden­ti­fi­ca­ción de estos con­cep­tos es fac­ti­ble dise­ñar estra­te­gias edu­ca­ti­vas, que gene­ren en los dis­cen­tes la posi­bi­li­dad de tomar deci­sio­nes para el desa­rro­llo de accio­nes en el con­tex­to real universitario.

Pala­bras cla­ve: Edu­ca­ción ambien­tal, per­cep­cio­nes, per­cep­cio­nes ambien­ta­les, Estra­te­gia educativa.

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Introducción

Aten­dien­do la nece­si­dad de com­pren­der el mun­do que nos rodea se ana­li­zan las impli­ca­cio­nes entre per­cep­cio­nes ambien­ta­les que obser­van los estu­dian­tes del cen­tro uni­ver­si­ta­rio  UAEM Valle de Chal­co con res­pec­to a la edu­ca­ción ambien­tal, que en los últi­mos años ha toma­do un fuer­te matiz en los temas de dis­cu­sión socio­cul­tu­ral, eco­nó­mi­co, polí­ti­co y ambiental.

Las dife­ren­tes pro­ble­má­ti­cas que se pre­sen­tan en la actua­li­dad son ori­gi­na­das a tra­vés de las dis­tin­tas inter­ven­cio­nes que han desa­rro­lla­do los  seres huma­nos con el ambien­te, los esti­los de vida y  los modos social­men­te emplea­dos del uso y con­su­mo de recur­sos natu­ra­les que con­lle­va a una modi­fi­ca­ción en el entorno inme­dia­to, que gene­ra com­por­ta­mien­tos favo­ra­bles o des­fa­vo­ra­bles hacia él, toda vez, que la rela­ción entre indi­vi­duos y su ambien­te, no se refie­re exclu­si­va­men­te a una con­vi­ven­cia con la natu­ra­le­za, sino des­de una com­ple­ji­dad ambien­tal se acer­ca a cada uno de los con­tex­tos en los que se des­en­vuel­ve todos los días. 

Des­de este pano­ra­ma, la edu­ca­ción ambien­tal posi­bi­li­ta un cam­po que se per­fi­la a la acción y no sola­men­te el deseo de sen­si­bi­li­za­ción y con­cien­ti­za­ción a los pro­ble­mas que nos aque­jan. Para este tra­ba­jo, las per­cep­cio­nes de los alum­nos son impor­tan­tes en el cono­ci­mien­to de ideas y con­cep­tos que se for­men del entorno,  por­que inci­den en la bús­que­da de prác­ti­cas coti­dia­nas que guíen a la incor­po­ra­ción de una dimen­sión ambien­tal, el dise­ño de  estra­te­gias edu­ca­ti­vas que gene­re en los alum­nos la posi­bi­li­dad de tomar deci­sio­nes para el desa­rro­llo de accio­nes en el con­tex­to real uni­ver­si­ta­rio, reco­no­cien­do que la edu­ca­ción ambien­tal es uno de los prin­ci­pa­les ejes para impul­sar pro­ce­sos de pre­ven­ción con­tra el dete­rio­ro del ambien­te, valo­ran­do el entorno inme­dia­to y explo­ran­do la impor­tan­cia de los pro­ce­sos de socia­li­za­ción e inte­gra­ción para apre­ciar el mun­do y enfren­tar las pro­ble­má­ti­cas en que se encuen­tra inmer­sa una pobla­ción como la nuestra.

En los siguien­tes apar­ta­dos  encon­tre­mos el mar­co con­cep­tual para la  com­pren­sión de las per­cep­cio­nes y la edu­ca­ción ambien­tal, ade­más de la inter­pre­ta­ción de las impre­sio­nes sen­so­ria­les obte­ni­das de los estu­dian­tes y la pro­pues­ta  de estra­te­gia educativa.

Per­cep­cio­nes: una mira­da al entorno 

Las explo­ra­cio­nes sobre per­cep­cio­nes ambien­ta­les, apor­tan infor­ma­ción rele­van­te y resul­tan de la nece­si­dad que se tie­ne para des­en­vol­ver­se en un ambien­te deter­mi­na­do y hacer fren­te a las exi­gen­cias o pro­ble­má­ti­cas de la vida. Estas per­cep­cio­nes se con­for­man en el pro­ce­so de extrac­ción de infor­ma­ción, en la adqui­si­ción de cono­ci­mien­to para con­ce­bir­la como un con­jun­to  que favo­rez­ca los nive­les de edu­ca­ción for­mal don­de el apren­di­za­je y el pen­sa­mien­to se inte­gren al mis­mo pro­ce­so per­cep­ti­vo auna­do a cono­ci­mien­tos y sabe­res del baga­je del estu­dian­te mis­mos que se inclu­yen al abor­dar las apre­cia­cio­nes. De esta for­ma, los suje­tos tie­nen ideas y per­ci­ben de mane­ra dis­tin­ta el entorno (Gif­ford, 1987) como una for­ma espe­cial que cada indi­vi­duo ve, orga­ni­za e inter­pre­ta las cosas, y la mane­ra como se per­ci­be el medio esta­ble­ce las acti­tu­des y com­por­ta­mien­to al ambien­te. A tra­vés de estas se for­ma un mar­co de refe­ren­cia esta­ble­ci­do   que se va crean­do y cons­tru­yen­do de mane­ra cons­tan­te por medio de las expe­rien­cias coti­dia­nas  y valo­res cimen­ta­dos  en el tra­yec­to de su vida.

Las per­cep­cio­nes no están ais­la­das y  las impre­sio­nes sen­so­ria­les de estí­mu­lo en el ambien­te  se expli­can a tra­vés de los sen­ti­dos y son expli­ca­das en repre­sen­ta­cio­nes men­ta­les (Veitch, y Ark­ke­lind, 1995) con las cua­les el indi­vi­duo se encuen­tra con­vi­vien­do  en su coti­dia­ni­dad, escu­cha y obser­va de for­ma emo­cio­nal lo que se quie­re, lo que se cono­ce o para lo que esta­mos pre­pa­ra­dos, así la per­cep­ción es úni­ca para cada per­so­na, no pue­de des­lin­dar­se de la per­so­na­li­dad, al reci­bir infor­ma­ción inter­pre­ta de acuer­do a las cir­cuns­tan­cias que se pre­sen­tan que explo­ra y experimenta.

Para Rob­bins (1987), la per­cep­ción es el pro­ce­so de orga­ni­za­ción e inter­pre­ta­ción de las impre­sio­nes sen­so­ria­les que dan un sig­ni­fi­ca­do al ambien­te, a tra­vés de carac­te­rís­ti­cas per­so­na­les de acti­tud, de moti­vo, de inte­rés de expe­rien­cias ante­rio­res y de la expec­ta­ti­va mis­ma. El autor invo­lu­cra a las acti­tu­des como aspec­to rele­van­te dado el carác­ter que se le otor­ga al ser la per­cep­ción  la que orien­ta  las acti­tu­des y la con­duc­ta con pre­dis­po­si­ción que inclu­ye pro­ce­sos cog­ni­ti­vos y afec­ti­vos, evo­ca a un sec­tor de la reali­dad que com­pren­de y asi­mi­la las esfe­ras y dimen­sio­nes del suje­to, enton­ces, las acti­tu­des se van con­so­li­dan­do o sufrien­do cam­bios a lo lar­go de la vida.

Las varia­cio­nes  en el tiem­po refle­jan cam­bios actua­les, las ideas que se ten­gan sobre un obje­to  de estu­dio deter­mi­na­do, indu­da­ble­men­te carac­te­ri­za­rán  el pen­sa­mien­to libre de una per­so­na, toman­do aspec­tos fun­da­men­ta­les de colec­ti­vi­dad, de la épo­ca, de su cul­tu­ra y de su pensamiento.

Cor­be­lla (1994), deter­mi­na la per­cep­ción  cuan­do la per­so­na extrae de for­ma auto­má­ti­ca e incons­cien­te la infor­ma­ción que el medio le ofre­ce como resul­ta­do de los hábi­tos y de la par­ti­ci­pa­ción acti­va en su con­tex­to. Otro con­cep­to refe­ri­do lo mues­tra Pid­geon (1998) y mani­fies­ta que la per­cep­ción deter­mi­na jui­cios, deci­sio­nes y con­duc­tas con­du­cien­do accio­nes con con­se­cuen­cias reales, para el autor la per­cep­ción con­du­ce a los estí­mu­los de la acción y de acuer­do a lo pro­pues­to, coin­ci­di­mos que la per­cep­ción  es una res­pues­ta a algún cam­bio o dife­ren­cia en el entorno que pue­da sen­tir­se con el pro­pó­si­to de adqui­rir cono­ci­mien­to de los even­tos y esen­cias vis­tas a tra­vés de los sentidos.

Es impe­ran­te men­cio­nar que cada sig­ni­fi­ca­do otor­ga­do por los suje­tos res­pec­to al ambien­te está estre­cha­men­te vin­cu­la­do con la reali­dad coti­dia­na, las pro­ble­má­ti­cas sus­ci­ta­das en tiem­po real y son adver­ti­das taci­ta y mani­fies­ta esti­man­do el esce­na­rio aun­que fue­ra de for­ma subjetiva.

Algu­nos repor­tes  sobre la situa­ción que pre­va­le­ce en el pla­ne­ta con res­pec­to al ambien­te, men­cio­nan que la acción de los indi­vi­duos, de los sis­te­mas socia­les, cul­tu­ra­les, eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos se cobi­jan en la gran mayo­ría de la cri­sis ambien­tal pre­sen­te (Mea­dows y Ran­ders, 1992) que sin duda no tie­ne un ori­gen natu­ral ni depen­de de la casua­li­dad, tam­po­co es coin­ci­den­cia pero se jus­ti­fi­ca en la inter­ven­ción  de los modos socia­les y edu­ca­ti­vos sobre las inter­ac­cio­nes que los suje­tos desa­rro­llan con su ambien­te (Dyring, 1995), al mis­mo tiem­po que ha sido plan­tea­da des­de una pers­pec­ti­va de la edu­ca­ción ambien­tal enca­mi­na­da a la sus­ten­ta­bi­li­dad y racio­na­li­dad pla­ne­ta­ria (Brown, 1997).

En el mar­co de la Psi­co­lo­gía ambien­tal se cen­tra el pre­sen­te docu­men­to de per­cep­cio­nes, infi­rien­do el estu­dio de la con­duc­ta de los indi­vi­duos en rela­ción con su ambien­te, des­de una dimen­sión inte­gral a par­tir de lo que se encuen­tra alre­de­dor, así como las con­di­cio­nes que pue­dan influir o afec­tar el desa­rro­llo de vida del ser humano en cual­quier con­tex­to determinado.

La psi­co­lo­gía ambien­tal dedi­ca­da al estu­dio de la per­cep­ción del ambien­te des­de el indi­vi­duo (Fer­nán­dez, 2008), reco­no­cien­do los prin­ci­pa­les sabe­res des­de esta corrien­te que apor­tan ele­men­tos impor­tan­tes en la rela­ción de la res­pues­ta del suje­to a su ambien­te a tra­vés de estí­mu­los sen­so­ria­les (Heath­co­te, 1980; Con­roy, 2002). Es en esta dis­ci­pli­na que sur­ge  el con­cep­to de ambien­te y cog­ni­ción (Itel­son, 1973) y es refe­ri­do al cono­ci­mien­to y res­pues­ta com­por­ta­men­tal del indi­vi­duo hacia el entorno, el cual es dibu­ja­do, crea­do y for­ma­do por otros seres huma­nos Cuan­do se habla sobre cono­ci­mien­to y con­duc­ta se aso­cia la per­cep­ción sen­so­rial y da paso a la per­cep­ción ambien­tal que pos­te­rior­men­te se dio un auge en tra­ba­jos e inves­ti­ga­cio­nes de  otras dis­ci­pli­nas (Stea, 2003).

Per­cep­cio­nes ambientales

La ense­ñan­za sobre el ambien­te se cobi­ja bajo el con­cep­to de edu­ca­ción ambien­tal, sien­do uno de los obje­ti­vos el sen­si­bi­li­zar, apor­tar cono­ci­mien­tos y sabe­res, crear con­cien­cia que haga posi­ble enfren­tar los pro­ble­mas socio-ambien­ta­les y actuar en bene­fi­cio de todos.

Las per­cep­cio­nes ambien­ta­les pue­den for­ta­le­cer la tarea edu­ca­ti­va a tra­vés de los inter­cam­bios, de las cola­bo­ra­cio­nes y de la retro­ali­men­ta­ción  para enri­que­cer con apor­ta­cio­nes y accio­nes  que pros­pe­ren en el tra­ba­jo dia­rio hacia un cam­bio: ima­gi­nar, crear, comu­ni­car, coope­rar y actuar con la fina­li­dad de dar res­pues­ta no solo a cues­tio­nes de orden edu­ca­ti­vo de nivel supe­rior sino trans­por­tar­las a lo fami­liar logran­do con ello un avan­ce en lo local a tra­vés de una edu­ca­ción ambien­tal integral.

El rol que desem­pe­ñan las per­cep­cio­nes ambien­ta­les en su jus­ta dimen­sión es situar­las en medios des­co­no­ci­dos, de tal for­ma que pue­dan obser­var­se los pro­ce­sos de apre­cia­ción que se han con­ver­ti­do en la segun­da natu­ra­le­za en ambien­tes ya cono­ci­dos en la vida de las per­so­nas. Es por ello que muchas de las acti­vi­da­des coti­dia­nas están enmar­ca­das por la arqui­tec­tu­ra, el dise­ño, el hogar, la escue­la y los cen­tros de tra­ba­jo, el dise­ño físi­co del ambien­te desem­pe­ña un papel impor­tan­te en la con­for­ma­ción de las expe­rien­cias de apren­di­za­je, las acti­vi­da­des extra­es­co­la­res y socia­les que com­pren­den la vida de los estu­dian­tes y que depen­de de la capa­ci­dad del indi­vi­duo para per­ci­bir en for­ma pre­ci­sa los dis­tin­tos ambien­tes que for­man par­te de su vida y del cual serán capa­ces de asu­mir como retos para tra­ba­jar­los en su con­tex­to universitario.

Pero, ¿que son las per­cep­cio­nes ambien­ta­les? En las siguien­tes líneas vere­mos algu­nos con­cep­tos que darán cla­ri­dad y apor­ta­rán ele­men­tos para com­pren­der y obser­var el entorno que nos rodea y actuar con accio­nes sen­ci­llas que mejo­ren el con­tex­to cercano.

Lefeb­vre (1991) con­si­de­ra que “La rela­ción exis­ten­te entre el ser humano y su ambien­te es en gran par­te el refle­jo de sus per­cep­cio­nes ambien­ta­les”. Las inter­ac­cio­nes que se lle­van a cabo entre indi­vi­duo y medio posi­bi­li­tan cons­truir un mar­co de refe­ren­cia don­de con­flu­yen aspec­tos dis­tin­tos que entre­la­zan for­mas y dimensiones.

Gib­son (1980)  autor cono­ci­do en esta temá­ti­ca abor­dan­do las per­cep­cio­nes des­de la psi­co­lo­gía ambien­tal con­si­de­ra que “las sen­sa­cio­nes, los colo­res, soni­dos, tex­tu­ras, aro­mas y gus­tos son el mate­rial cru­do de la expe­rien­cia huma­na y las per­cep­cio­nes  el pro­duc­to manu­fac­tu­ra­do de la mis­ma”. El autor refie­re una inter­ac­ción del orga­nis­mo con el ambien­te que sur­ge de la ima­gen, de lo visual que per­mi­te orga­ni­zar y selec­cio­nar la infor­ma­ción obte­ni­da para cons­truir el con­te­ni­do don­de el acto de per­ci­bir y dimen­sio­nar es inme­dia­to y per­so­nal. Es así como las per­cep­cio­nes son  una  con­ti­nua inter­ac­ción entre lo social y natu­ral que de acuer­do como des­cri­be Allott (2001), esta rela­ción pre­sen­ta fac­to­res que son nece­sa­rios en la diná­mi­ca del suje­to que se des­en­vuel­ve en un entorno que no es úni­co ni ais­la­do pero que si es deter­mi­nan­te en la posi­ción que ocu­pan los indi­vi­duos den­tro de la natu­ra­le­za social.

Holahan (2002) sugie­re que la per­cep­ción ambien­tal “Es un pro­ce­so psi­co­ló­gi­co úni­co, por medio de la per­cep­ción los diver­sos estí­mu­los ambien­ta­les con que se encuen­tra el indi­vi­duo por todas par­tes se orga­ni­zan para for­mar un cua­dro cohe­ren­te e inte­gra­do del mundo”.

De acuer­do con Holahan, a medi­da que las per­so­nas  se hacen más sen­si­bles a las con­di­cio­nes ambien­ta­les que les rodean, reco­no­cen mejor  las for­mas  nor­mal­men­te imper­cep­ti­bles en que el ambien­te afec­ta las acti­vi­da­des huma­nas, por lo que algu­nos psi­có­lo­gos ambien­ta­les  refie­ren que el pro­ce­so de per­cep­ción  del ambien­te físi­co es com­ple­jo y diná­mi­co seña­lan­do que es un pro­ce­so acti­vo y no pasivo.

En este sen­ti­do las per­cep­cio­nes se com­pren­den a par­tir de la reali­dad que fun­cio­na  con el uso de los sím­bo­los y códi­gos esta­ble­ci­dos por fac­to­res socia­les diver­sos con mira­das dife­ren­tes carac­te­ri­za­das por la his­to­ria de vida  pre­sen­te y pasada.

Edu­ca­ción Ambiental

Sur­ge como una pro­pues­ta para fre­nar el dete­rio­ro ambien­tal  cau­sa­do por las acti­vi­da­des antró­pi­cas, es en  la segun­da mitad del siglo XX que se impul­san tra­ba­jos gra­cias al esfuer­zo de dife­ren­tes gru­pos, para asu­mir la res­pon­sa­bi­li­dad de los ries­gos ambien­ta­les glo­ba­les y se plan­tean solu­cio­nes a par­tir de una estra­te­gia de edu­ca­ción ambien­tal fun­da­da en edu­car para com­pren­der el mun­do, cuya base es que la edu­ca­ción  ha de ins­truir al ser humano para com­pren­der­se a sí mis­mo, a los demás y al mun­do que le rodea, con la con­fi­gu­ra­ción de orien­tar­lo hacia la obten­ción de sus poten­cia­li­da­des, que inclu­ye la adap­ta­ción  al ambien­te natu­ral y social en el cual el ser humano se des­en­vuel­ve y por el otro, un apren­di­za­je para supe­rar las caren­cias de ambos. No obs­tan­te, dis­tin­tos con­cep­tos sobre la natu­ra­le­za de la edu­ca­ción ambien­tal, han abier­to cami­nos que la pos­tu­lan en dife­ren­tes áreas y ha sido obje­to des­de con­cep­cio­nes gene­ra­les has­ta las más estre­chas, se plan­tea que la edu­ca­ción ambien­tal per­si­gue el desa­rro­llo ópti­mo de los jóve­nes y la cons­truc­ción de una mejor socie­dad, otros  seña­lan que está liga­da a la ense­ñan­za de la eco­lo­gía, de las cien­cias natu­ra­les y ambientales.

Para Sau­vé (1997a), obser­va que den­tro del eco­ci­vis­mo como enfo­que nor­ma­ti­vo diri­gi­do a las tareas y res­pon­sa­bi­li­da­des de los indi­vi­duos rela­cio­na­dos con la uti­li­za­ción de recur­sos colectivos.

La fina­li­dad de la edu­ca­ción ambien­tal no es la repro­duc­ción del mode­lo socio­cul­tu­ral domi­nan­te, sino su trans­for­ma­ción (Calix­to, 2006), enten­di­da como un pro­ce­so for­ma­ti­vo e inte­gral, que com­pren­de la cons­truc­ción de cono­ci­mien­tos y habi­li­da­des, la adqui­si­ción de ele­men­tos teó­ri­cos-meto­do­ló­gi­cos y el desa­rro­llo de una con­cien­cia crí­ti­ca, que posi­bi­li­te la toma de deci­sio­nes fun­da­men­ta en la rela­ción socie­dad- ser humano- naturaleza.

Per­cep­cio­nes uni­ver­si­ta­rias para la edu­ca­ción ambiental

Las per­cep­cio­nes ambien­ta­les del entorno uni­ver­si­ta­rio son el camino para que los estu­dian­tes de las dife­ren­tes licen­cia­tu­ras com­pren­dan el ambien­te como un sitio que les per­mi­ta inter­ac­tuar con accio­nes que ayu­den a mejo­rar su cen­tro esco­lar, obser­van­do situa­cio­nes o pro­ble­mas que pue­dan reme­diar a tra­vés de la prác­ti­ca con­ti­nua y basa­da en el cono­ci­mien­to y acti­tu­des favo­ra­bles  que guíen su tra­ba­jo  pro­fe­sio­nal des­de una visión inte­gral y a tra­vés de la edu­ca­ción ambien­tal como eje trans­ver­sal. Las per­cep­cio­nes sobre ambien­te y edu­ca­ción ambien­tal que refle­jan los uni­ver­si­ta­rios mues­tran su pers­pec­ti­va de acuer­do con su expe­rien­cia y sabe­res, sobre todo a las obser­va­cio­nes hechas y asu­mi­das de lo que explo­ran,  selec­cio­nan y cla­si­fi­can a par­tir de los estí­mu­los que ema­nan del mis­mo. De esta mane­ra, los suje­tos son capa­ces de per­ci­bir, de cono­cer y reco­no­cer para actuar de acuer­do con el rol que desem­pe­ñan o bien por sus esti­los de vida indi­vi­dual y cul­tu­ral de acuer­do al gru­po que per­te­ne­cen. El carác­ter cua­li­ta­ti­vo de este tra­ba­jo, con­si­de­ra la coti­dia­ni­dad de la reali­dad social de los alum­nos entre­vis­ta­dos  con rela­ción al ambien­te y a la edu­ca­ción ambien­tal: como lo viven, como los reco­no­cen, como lo asu­men y como par­ti­ci­pan. Dal­ta­buit (1994) seña­la que el pro­ce­so para lle­gar a la per­cep­ción ambien­tal inclu­ye la expe­rien­cia direc­ta a tra­vés de los sen­ti­dos, así tam­bién influ­ye la infor­ma­ción direc­ta que se tie­ne de otras per­so­nas, de medios infor­ma­ti­vos o de comu­ni­ca­ción. Los estu­dian­tes del cen­tro uni­ver­si­ta­rio per­ci­ben el ambien­te, la edu­ca­ción ambien­tal des­de su expe­rien­cia y la com­par­ten fina­li­zan­do con accio­nes que les gus­ta­ría implementar:

El ambien­te lo per­ci­ben como:

Diagrama 1. Ambiente percibido
Elaboración propia.

 

Den­tro de las per­cep­cio­nes, el tér­mino ambien­te sugie­re dis­tin­tas for­mas (Dia­gra­ma 1), por ejem­plo, para un médi­co pue­de repre­sen­tar ele­men­tos como el sue­lo, el aire y el agua que influ­yen de for­ma direc­ta o indi­rec­ta en la salud, para un inge­nie­ro pue­de repre­sen­tar un espa­cio cerra­do, mien­tras que para el arqui­tec­to pue­de ser el área deli­mi­ta­da en la cons­truc­ción, los docen­tes por su par­te repre­sen­tan el ambien­te de acuer­do a su per­fil y cono­ci­mien­tos, influen­cia­dos por el área aca­dé­mi­ca que desem­pe­ñan, así el bió­lo­go deli­mi­ta el hábi­tat como tér­mino natu­ral de ambien­te y todo aque­llo que le rodea. Ante tal pano­ra­ma, es impor­tan­te que el ambien­te sea vis­to como un todo y no solo como una par­te, don­de los fac­to­res socia­les, eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos se inter­re­la­cio­nen dan­do un enfo­que inte­gral y no vis­to como un ses­go eco­ló­gi­co. Cada per­so­na­je reco­no­ce y ve el mun­do, el estu­dio de las per­cep­cio­nes ambien­ta­les da la posi­bi­li­dad de com­pren­der el ori­gen de las rela­cio­nes que se esta­ble­cen con el medio y pro­por­cio­na ele­men­tos para com­pren­der los alcan­ces de la edu­ca­ción ambien­tal” Calix­to (2004). 

La Edu­ca­ción ambien­tal es:

Diagrama 2. Educación ambiental
Elaboración propia.

 

La edu­ca­ción ambien­tal es rele­van­te  den­tro de los dife­ren­tes con­tex­tos para for­mar indi­vi­duos pre­pa­ra­dos, pro­po­si­ti­vos y par­ti­ci­pa­ti­vos que actúen  ante la diver­si­dad y com­ple­ji­dad ambien­tal de su entorno inme­dia­to per­fi­la­dos en la inves­ti­ga­ción edu­ca­ti­va e inter­dis­ci­pli­na­ria vin­cu­la­da a cono­cer las per­cep­cio­nes del ambien­te que apor­ten ele­men­tos para cons­truir un mar­co de refe­ren­cia  y de estra­te­gia edu­ca­ti­va uni­ver­si­ta­ria (Dia­gra­ma 2).

Accio­nes para mejo­rar el entorno universitario:

Diagrama 3. Acciones entorno universitario
Elaboración propia.

 

Con­ven­ci­dos que la mejor mane­ra de plan­tear­se una soli­da­ri­dad ambien­tal es  pen­san­do de for­ma glo­bal pero actuan­do con accio­nes sen­ci­llas en el terreno local, des­de esta pers­pec­ti­va, la edu­ca­ción ambien­tal como un cam­po  emer­gen­te ha de com­pren­der las apor­ta­cio­nes inter­dis­ci­pli­na­rias, enten­dien­do las rela­cio­nes que esta­ble­ce en el ámbi­to social hacia una dimen­sión que sea recu­pe­ra­ble en ámbi­to local esco­lar (Dia­gra­ma 3).

Cada una de las per­cep­cio­nes y  de las algu­nas de las res­pues­tas suge­ri­das en los dia­gra­mas, así como la orien­ta­ción de esta inves­ti­ga­ción obser­va de for­ma inter­pre­ta­ti­va los pun­tos de vis­ta y las opi­nio­nes como expre­sio­nes ver­ba­les que no tie­nen con­se­cuen­cias prác­ti­cas por­qué actúan res­pec­to de las cosas, basán­do­se en los sig­ni­fi­ca­dos qué estas tie­nen para ellos en corres­pon­den­cia con su reali­dad coti­dia­na, expre­sio­nes basa­das en la per­cep­ción pro­pia como obje­to, lo que resul­ta del pro­ce­so de inter­ac­ción social con otros seres huma­nos (Álva­rez, 2005).

Estra­te­gia edu­ca­ti­va: una pro­pues­ta universitaria

Algu­nas estra­te­gias para pro­mo­ver que los alum­nos uni­ver­si­ta­rios pue­dan tener una visión más amplia de lo que es el ambien­te, se requie­re por prin­ci­pio de cuen­tas inser­tar una dimen­sión ambien­tal en las dis­tin­tas asig­na­tu­ras de cada licen­cia­tu­ra, esto se logra­rá con la pues­ta en mar­cha de dife­ren­tes pro­gra­mas de actua­li­za­ción docen­te en edu­ca­ción ambien­tal que nos permita:

  • Cele­brar con­ve­nios con ins­ti­tu­cio­nes de nivel supe­rior y cen­tros de inves­ti­ga­ción,  para gene­rar pro­gra­mas de actua­li­za­ción docen­te  en  edu­ca­ción ambiental.
  • Vin­cu­lar a la uni­ver­si­dad con el sec­tor pro­duc­ti­vo para obte­ner apo­yos e imple­men­tar  even­tos de edu­ca­ción ambien­tal rela­cio­na­dos con las dis­tin­tas carre­ras que se imparten.
  • Incor­po­rar  a la uni­ver­si­dad pro­yec­tos de edu­ca­ción ambien­tal que los alum­nos pue­dan lle­var a la prác­ti­ca y vigi­lar su seguimiento.
  • Ges­tio­nar ante las auto­ri­da­des edu­ca­ti­vas los per­mi­sos corres­pon­dien­tes para que se par­ti­ci­pen acon­te­ci­mien­tos de edu­ca­ción ambien­tal a nivel nacio­nal e internacional.
  • Rea­li­zar prác­ti­cas de cam­po don­de los estu­dian­tes pue­dan entrar en con­tac­to con la natu­ra­le­za y sen­si­bi­li­zar­los para res­pe­tar y pro­po­ner alter­na­ti­vas en su cen­tro escolar.
  • Crear una red de inter­cam­bio de expe­rien­cias en tra­ba­jo de edu­ca­ción ambien­tal con otros gru­pos uni­ver­si­ta­rios de dis­tin­tas carre­ras, con el pro­pó­si­to de impul­sar el tra­ba­jo interdisciplinario.
  • For­mar un comi­té en edu­ca­ción ambien­tal que inclu­ya a alum­nos de las dis­tin­tas carre­ras que pue­da pro­po­ner y vigi­lar accio­nes que se deban lle­var a cabo en la universidad.
  • Pro­pi­ciar la vin­cu­la­ción de la uni­ver­si­dad con orga­ni­za­cio­nes, socie­da­des o gru­pos ambien­ta­les, que desa­rro­llen un tra­ba­jo más acti­vo en cola­bo­ra­ción con los estu­dian­tes del centro.

Consideraciones finales

El ambien­te no es sinó­ni­mo de natu­ra­le­za, no son plan­tas y ani­ma­les, impli­ca la rela­ción bási­ca en tres aspec­tos: social, natu­ral y cons­trui­do nece­sa­rias para el desa­rro­llo  de las socie­da­des moder­nas y de masas. La edu­ca­ción ambien­tal es amplia y com­ple­ja y no un ses­go eco­ló­gi­co para con­ser­var las espe­cies o el dete­rio­ro del ambien­te inclu­ye tres rela­cio­nes bási­cas (Reyes, 1997) con­si­go mis­mo, con los seres huma­nos y con la natu­ra­le­za. Par­tien­do de esta idea se plan­tea al indi­vi­duo con­tem­po­rá­neo en la socie­dad indus­trial y tec­no­ló­gi­ca vivien­do en una pro­fun­da cri­sis civi­li­za­to­ria (Boa­da y Tole­do, 2003), la pri­me­ra nos tras­la­da a carac­te­ri­zar la caren­cia de los valo­res huma­nos, la segun­da mues­tra un dete­rio­ro que lo acer­ca a con­flic­tos en casi todos los espa­cios de la coti­dia­ni­dad, don­de las prin­ci­pa­les deci­sio­nes públi­cas que­da en manos de un redu­ci­do gru­po que dic­ta el esti­lo y avan­ce de un país, y la ter­ce­ra, la rela­ción del ser humano con la natu­ra­le­za, no mues­tra de ser una cri­sis pasa­je­ra, sino que exi­ge alter­na­ti­vas pro­fun­das que no exclu­yan los valo­res y plan­tea un cam­bio civi­li­za­to­rio don­de la edu­ca­ción ambien­tal es vis­ta como una dimen­sión con carác­ter inter­dis­ci­pli­na­rio, un solo ambien­te como una sola uni­dad. La edu­ca­ción ambien­tal como seña­la Terrón (2000) requie­re del cono­ci­mien­to de los pro­ce­sos de socia­li­za­ción, de las diver­sas for­mas de inte­rio­ri­zar, en la mane­ra de pen­sar y de apre­ciar el mun­do, de rela­cio­nar­se con la natu­ra­le­za, de ver­se así mis­mo y a los demás, requie­re ade­más del cono­ci­mien­to sobre las cau­sas, con­se­cuen­cias y alter­na­ti­vas a la pro­ble­má­ti­ca de nues­tros días en la que se encuen­tra la socie­dad actual. La edu­ca­ción ambien­tal vis­ta a tra­vés de las per­cep­cio­nes de los uni­ver­si­ta­rios es posi­ble con­se­guir y cons­truir un espa­cio físi­co y tan­gi­ble de lo que que­re­mos prac­ti­can­do con­duc­tas que favo­rez­can el ambien­te (Herre­ra, 2007) toda infor­ma­ción, cono­ci­mien­to y viven­cias de los indi­vi­duos que van inte­gran­do ideas, opi­nio­nes y con­cep­tos en su baga­je men­tal podrán incur­sio­nar des­de una per­cep­ción indi­vi­dual orien­ta­da a accio­nes que mejo­ren el entorno, la edu­ca­ción ambien­tal pue­de crear nue­vos valo­res, creen­cias y per­cep­cio­nes que fomen­ten esti­los de vida dife­ren­tes que sean la pau­ta para con­se­guir una estra­te­gia edu­ca­ti­va más en los espa­cios de nivel superior.

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