Con el pro­pó­si­to de lle­var a las aulas a los mejo­res docen­tes y a las escue­las los mejo­res direc­to­res y de este modo avan­zar en la refor­ma edu­ca­ti­va, la Secre­ta­ría de Edu­ca­ción Públi­ca y el Ins­ti­tu­to Nacio­nal para la Eva­lua­ción de la Edu­ca­ción (INEE) pusie­ron en mar­cha un con­cur­so nacio­nal que ame­ri­ta dos seña­la­mien­tos: a) la con­si­de­ra­ción de que los mejo­res maes­tros y direc­to­res pue­den selec­cio­nar­se con una prue­ba de opción múl­ti­ple es una abe­rra­ción, y un agra­vio para quie­nes quie­ren dedi­car­se a esta com­ple­ja tarea, y b) como ha seña­la­do en estas pági­nas el doc­tor Enri­que Cal­de­rón Alza­ti, el apa­ra­to de vigi­lan­cia de dicho con­cur­so, sos­te­ni­do has­ta con el Ejér­ci­to, impli­ca que la SEP y el INEE con­ci­ben a los aspi­ran­tes a maes­tros como poten­cia­les delincuentes.

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La impo­si­ción de un meca­nis­mo cen­tral, úni­co, de selec­ción de pro­fe­so­res y direc­to­res, con miles de vigi­lan­tes y el apo­yo del Ejér­ci­to, con­fir­ma que los gober­nan­tes están ani­ma­dos por una total des­con­fian­za, no sólo en quie­nes quie­ren ser maes­tros, sino tam­bién en quie­nes en todo el terri­to­rio nacio­nal se ocu­pan de las ins­ti­tu­cio­nes esco­la­res (que debe­rían tener par­ti­ci­pa­ción real en la desig­na­ción de sus nue­vos maes­tros), y en quie­nes que­dan sin auto­ri­dad algu­na: las lla­ma­das auto­ri­da­des loca­les. La pro­pia SEP, con este meca­nis­mo, rati­fi­ca su igual fal­ta total de auto­ri­dad, ya sea que se con­ci­ba ésta como la capa­ci­dad de ser obe­de­ci­da sin el uso de la fuer­za, o como la capa­ci­dad de con­ven­cer; fal­ta de auto­ri­dad que, a pesar de los dig­nos orí­ge­nes de esta secre­ta­ría, los gobier­nos priís­tas y panis­tas le han gana­do a pul­so al con­ver­tir­la en un apa­ra­to de uso polí­ti­co, en gra­ve detri­men­to de su tarea educadora.

La Secre­ta­ría de Edu­ca­ción Públi­ca fede­ral –cali­fi­ca­da en 1983 como un ele­fan­te reu­má­ti­co (por el enton­ces secre­ta­rio de Edu­ca­ción Jesús Reyes Hero­les) y hace unos meses como una torre de Babel (por el actual secre­ta­rio Emi­lio Chuayf­fet)– tie­ne la res­pon­sa­bi­li­dad de aten­der pro­ble­mas gigan­tes­cos y muy com­ple­jos, entre ellos la ense­ñan­za bási­ca (más de 25 millo­nes de estu­dian­tes), el reza­go edu­ca­ti­vo (más de 35 millo­nes de mexi­ca­nos adul­tos que no han con­clui­do la pri­ma­ria o la secun­da­ria), la alfa­be­ti­za­ción de otros 6 millo­nes de adul­tos, la edu­ca­ción indí­ge­na de más de 50 cul­tu­ras (etnias).

Estas tareas las rea­li­za ese ato­lon­dra­do ele­fan­te con una inefec­ti­vi­dad indis­cu­ti­ble. Las pro­pias auto­ri­da­des de la SEP se han dedi­ca­do –en espe­cial en los años recien­tes– a docu­men­tar esa incom­pe­ten­cia; por ejem­plo con los bají­si­mos resul­ta­dos de las prue­bas Enla­ce y PISA, aun cuan­do con una esqui­zo­fre­nia paté­ti­ca los fun­cio­na­rios y sus socios ase­so­res (la OCDE, el Ban­co Mun­dial y Televisa/Mexicanos Pri­me­ro) han res­pon­sa­bi­li­za­do de este fra­ca­so a un sec­tor de las víc­ti­mas: los maes­tros. En cuan­to al reza­go edu­ca­ti­vo, no sólo no dis­mi­nu­ye sino que aumen­ta año con año. Tam­bién es prue­ba de la incom­pe­ten­cia de esta secre­ta­ría la can­ce­la­ción ya ruti­na­ria de sus múl­ti­ples ini­cia­ti­vas fra­ca­sa­das, entre ellas, una tras otra, la refor­ma edu­ca­ti­va eche­ve­rris­ta, la revo­lu­ción edu­ca­ti­va de Reyes Hero­les, la moder­ni­za­ción edu­ca­ti­va de Sali­nas, la des­cen­tra­li­za­ción edu­ca­ti­va de Zedi­llo, las refor­mas inte­gra­les de los gobier­nos panis­tas (la RIEB y la RIEMS, esta últi­ma des­ca­li­fi­ca­da y recha­za­da por el Con­se­jo Uni­ver­si­ta­rio de la UNAM), el Acuer­do por la Cali­dad de la Edu­ca­ción, el examen uni­ver­sal a los maes­tros y la Enciclomedia.

De todos estos fra­ca­sos, públi­cos y cos­to­sí­si­mos, nadie res­pon­de; y a pesar de ellos, sin jus­ti­fi­ca­ción, la SEP pre­ten­de ampliar y for­ta­le­cer el con­trol direc­to y total de todo el espa­cio de la edu­ca­ción públi­ca del país. El ele­fan­te sigue cre­cien­do. Este acha­co­so paqui­der­mo tam­bién diri­ge y admi­nis­tra una par­te impor­tan­te de la edu­ca­ción supe­rior. Ade­más, ha asu­mi­do la coor­di­na­ción y super­vi­sión de la edu­ca­ción de este tipo que no está bajo su man­do direc­to, abor­da la tarea de fomen­tar la cul­tu­ra y la inves­ti­ga­ción cien­tí­fi­ca, y desa­rro­lla varia­dí­si­mas acti­vi­da­des en estos campos.

Des­de la admi­nis­tra­ción de Luis Eche­ve­rría, el gobierno fede­ral deci­dió adju­di­car­se median­te la SEP el con­trol de toda la edu­ca­ción y la cul­tu­ra nacio­na­les. Pre­ten­dió absor­ber toda la edu­ca­ción media supe­rior, extir­pan­do los bachi­lle­ra­tos a casi todas las uni­ver­si­da­des para cons­ti­tuir el Cole­gio de Bachi­lle­res, hizo de la ANUIES un apa­ra­to median­te el cual esa secre­ta­ría ejer­ce el con­trol de las antes autó­no­mas ins­ti­tu­cio­nes de edu­ca­ción supe­rior, y cons­ti­tu­yó el Conacyt y el Cona­cul­ta (tam­bién depen­dien­tes de esa secre­ta­ría) que regen­tean con nota­ble des­acier­to la mayor par­te de las acti­vi­da­des en esos cam­pos (véan­se, por ejem­plo, las crí­ti­cas al Sis­te­ma Nacio­nal de Inves­ti­ga­do­res, del Conacyt, hechas por fun­cio­na­rios de dicho con­se­jo). En el espa­cio de la edu­ca­ción supe­rior, la SEP ha pro­pi­cia­do el desa­rro­llo de un sub­sis­te­ma de ins­ti­tu­cio­nes pri­va­das comer­cia­les a las que da su aval (RVOE) y que cons­ti­tu­yen un escan­da­lo­so frau­de a los jóve­nes y a la sociedad.

Ade­más, la SEP ha cons­trui­do un gigan­tes­co apa­ra­to de edu­ca­ción téc­ni­ca con más de mil plan­te­les e ins­ti­tu­cio­nes dedi­ca­das a una muy ine­ficiente capa­ci­ta­ción espe­cia­li­za­da para el empleo. El fra­ca­so de este apa­ra­to de edu­ca­ción para el empleo de la SEP lo ilus­tra, por ejem­plo, el hecho de que unos años des­pués de haber sido pues­to en mar­cha, el Cona­lep tuvo que aban­do­nar su plan ori­gi­nal e impro­vi­sar un nue­vo pro­yec­to con­fu­so. Por otra par­te, el sis­te­ma de los ins­ti­tu­tos tec­no­ló­gi­cos, amplia­do masi­va­men­te por la admi­nis­tra­ción eche­ve­rris­ta y las siguien­tes, ha sido mar­gi­na­do por el de las uni­ver­si­da­des tec­no­ló­gi­cas, y aho­ra éste por el de las uni­ver­si­da­des poli­téc­ni­cas; ya no saben qué inven­tar para uncir la edu­ca­ción al raquí­ti­co apa­ra­to pro­duc­ti­vo. Otro fra­ca­so de la SEP: los egre­sa­dos de las ins­ti­tu­cio­nes de ense­ñan­za media supe­rior depen­dien­tes de esta secre­ta­ría (inclu­yen­do al Cona­lep y el Cole­gio de Bachi­lle­res) están entre los que obtie­nen los peo­res resul­ta­dos en los exá­me­nes de admi­sión de la UNAM.

No obs­tan­te estos des­ca­la­bros de cos­tos incal­cu­la­bles, el gobierno fede­ral se empe­ña en con­so­li­dar a tra­vés de la SEP el con­trol total de la edu­ca­ción y la cul­tu­ra del país, aho­ra inclu­so con el apo­yo del Ejér­ci­to, atro­pe­llan­do valio­sas ini­cia­ti­vas que muchos mexi­ca­nos han empren­di­do con gran­des esfuer­zos a lo lar­go y ancho del terri­to­rio nacio­nal. La satis­fac­ción de las nece­si­da­des edu­ca­ti­vas de los mexi­ca­nos exi­ge avan­zar en la direc­ción con­tra­ria: la cons­truc­ción de un sis­te­ma de edu­ca­ción públi­ca demo­crá­ti­co, des­cen­tra­li­za­do, abier­to y participativo.