Blanca Lilia Téllez Aréyzaga
Raymunda Leticia Trejo Hernández
Pedro Emilio Guzmán Cervantes
Escuela Normal de Coacalco
Ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional de Transformación Educativa
Resumen
La práctica docente es una praxis social que enfrenta situaciones, eventos y personas, donde intervienen sentidos y significados, producto de las relaciones que en ella se dan. En el hacer diario de la práctica docente los maestros enfrentan retos, uno de ellos en la actualidad son las exigencias que desde las políticas educativas han asignado a los maestros “cambiar sus propias prácticas docentes”, por ser una necesidad consecuencia de la modernidad del siglo XXI.
México asumiendo la responsabilidad que dicta ésta modernidad, plantea una reforma educativa en la que deposita al maestro la responsabilidad de transformar e innovar la educación, asumiendo que la reforma educativa planteada funcione al margen de las propias debilidades formativas, al parecer ajenas a los requerimientos que la actualidad exige posean los docentes.
La nueva orientación pedagógica parece apostar a la autogogía; es decir a educarse a sí mismo, mediante el autoaprendizaje, la autoformación, la autodisciplina, la autoevaluación y la autogestión, las normas que se establecen en las nuevas políticas educativas internacionales parecen tener un marcado acento de adaptación a las reglas del juego, más que de posibilidad de discutir su racionalidad o su sentido.
Transformar las prácticas no es algo que se dé por decreto, ya que como sujetos históricos con saberes docentes producto de la formación, las resistencias para modificar nuestro hacer se hace presente, cambiar la práctica docente implica una ruptura con la tradición y la costumbre como alternativa, y renunciar a las pulsiones formativas; porque reconocernos es permitirnos conocer, comprender y hacer con otros tareas que nos permitan resignificar la propia práctica docente para seguir vigente y no permitirnos caducar. La confrontación que se da en el hacer diario de la docencia nos brinda la posibilidad de dialogar y acordar, afrontando la perversidad de algunas políticas educativas que continuamente desacreditan a los docentes.
INTRODUCCIÓN
Conceptualizar el término de práctica docente no es sencillo, ya que en ella se encuentran contradicciones porque se mueve entre la política educativa y el hacer de los docentes en el vivir diario cara a cara con la docencia; de compartir con los alumnos situaciones académicas, pero también familiares, económicas, políticas y sociales.
La práctica docente es una praxis social, es decir, un contacto directo con situaciones, eventos o personas que la hace objetiva al ser intencional, porque en ella intervienen significados, percepciones y acciones de todos aquellos implicados: alumnos, padres de familia, docentes, directivos; además de asuntos políticos, institucionales, laborales, administrativos, normativos, entre otros. “ La práctica docente, por su conformación, es heterogénea e histórica y concreta los significados de que se han apropiado los profesores durante su vida profesional” (Fregoso)
Los docentes, en su práctica como un ejercicio cotidiano, dan cuenta día a día de los éxitos y desventuras que tienen al ejercerla y también la posibilidad para mostrar sus capacidades de reflexionar su hacer. La práctica docente implica un sinfín de relaciones; la primera de ellas, fundamental para ejercerla, es la del maestro con sus alumnos y, con ello, el desprendimiento hacia otras relaciones como lo son las de sus padres, amigos, otros compañeros maestros, directivos grupos gremiales y comunidad. Todas esas relaciones conforman y forman al docente en el tiempo y el espacio; la tarea que la sociedad y las políticas educativas han dado a los docentes hacen que continuamente éstos tengan que modificar su práctica, a veces el cambio es natural, pero otras el cambio somete al docente en conflicto cognitivo y emocional fracturando su proceso intencional de formación al no encontrar claridad y explicación ante las nuevas formas que se dice deben ser las prácticas de los docentes: incertidumbre al pensar que sus habilidades, capacidades y, muy de moda, hoy sus competencias no le permitan formar al tipo de hombre que requiere la modernidad, el mundo globalizado y la actual sociedad del conocimiento del siglo XXI.
LA PRÁCTICA DOCENTE ENTRAMADOS Y REPERCUSIONES
El trabajo del maestro se fundamenta principalmente en las relaciones, éste se moviliza por la gestión1 compleja que se da en la vida cotidiana de todos y cada una de las personas que se relacionan en el espacio escolar y donde la práctica educativa cobra sentido y significado. “ La profesión docente es una función compleja, de clara significación social cuyo sentido y significado no está claramente definido en tanto hay tantos conceptos relativos e ella como concepciones acerca de la educación podamos encontrar” (Suñer, pág. 128). Cada evento de la práctica educativa es un motivo para entender, comprender, analizar y reflexionar, porque dependerá del lugar, espacio, tiempo, posición en la que se encuentran cada uno de los actores para interpretar o reinterpretar el hacer de la práctica docente en la vida cotidiana.
El espacio educativo es un lugar de conflicto en el que se juegan luchas de poder y donde las pulsiones personales o formativas no se hacen esperar cuando las relaciones entre los sujetos se dan. La posición de cada uno de ellos le hacen actuar desempeñando diferentes roles según momentos y espacios, también haciendo diferencias entre unos y otros por el vínculo afectivo o laboral en el que se encuentren y, son ahí donde las palabras con los discursos de cada uno de los sujetos cobran sentido. “Los trabajos de Agnes Heller sobre la vida cotidiana, con su esfuerzo por rescatar las tramas de sentidos cotidianos, donde los sentimientos y las emociones tienen un enorme peso” (Cullen, 2007, pág. 15), los significados que cada uno de los docentes posea respecto a la práctica docente no se hacen esperar ya que determina el tipo de acciones que realiza en el actuar regulado por lo que cada profesor cree, sabe y supone.
Conocer y comprender desde las creencias y actuaciones de cada una de las personas que conforman una institución educativa, es atender a la dimensión institucional para entretejer verdades y develar los sentidos y significados que les mueven para actuar con ella o en ella; ya que, el actuar de cada una de las personas en una institución es siempre intencional, sea esta laboral o personal. Las conductas en el actuar de éstas, en ocasiones, se repiten entre los grupos que integran a la institución; otras tantas el actuar entre grupos difiere de tal manera que dificultan los procesos o dinámicas que se establecen desde las figuras de poder o incluso desde la política educativa, de ahí la necesidad de referirlos cuando se habla de la práctica educativa, ya que son las relaciones las que posibilitarán o no los programas educativos, los proyectos institucionales e incluso el éxito o fracaso de una reforma educativa.
La realidad docente de una institución educativa depende de la percepción que haga cada uno de los involucrados en ella, de los saberes e intereses que les trastoque y la participación que tengan, buena o mala, dependerá del lugar y situación que viva en ella., la realidad para algunos será perversa, mientras que para otros será considerada justa. En ocasiones esas diferencias entre grupos generan en las instituciones conflictos que provocan crisis y con ello perturbación, inestabilidad, conmoción, dejando al descubierto situaciones producto a veces de luchas desleales que sin duda y de cualquier forma obligan a hacerse cambios. La crisis que se vive es una condición para el cambio.
Cambiar desde ésta mirada pareciera ser un evento natural y obligado cuando las relaciones se dan entre los sujetos, sin embargo, considero necesario repensar el hacer de la práctica docente, donde el cambio es una condición necesaria y obligada para transformarnos, no sólo por los eventos comunes que surgen en las relaciones de la vida cotidiana, sino porque existen propósitos claros hacia un bien común, propiciando intervenciones e ideas nuevas para que nuestro actuar sea innovador a favor del bien de una sociedad renovada, ya que, como bien expresaba Heidegger en las huellas de Nietzsche, “lo mismo no es igual”.
El cambio es una ruptura con la tradición, con la costumbre. Ser docente vigente reta o provoca desafiar la propia formación, vivir el duelo movilizándose, no permitirse caducar ante las nuevas propuestas curriculares, reflexionar nuestras pulsiones formativas para incorporar las innovaciones, debatirse y competir entre lo que sé es, producto de la formación y lo que se exige; el escenario está claro, representar el papel requiere voluntad, actitud, decisión y esfuerzo.
La práctica docente está inmersa en un continuo cambio por el entramado de situaciones de la vida cotidiana que se presentan por medio de las relaciones y donde el diálogo es una posibilidad para enfrentar las crisis. Es con el diálogo donde las personas aclaramos situaciones, malos entendidos, desencuentros; también dialogando construimos, acordamos, entramos en razón, “por medio del diálogo, los maestros irán recuperando los dos grandes elementos que sirven de punto de partida para el trabajo: su experiencia y su saber pedagógico” (Fierro, 2006, pág. 27)
La dimensión personal del docente permite reconocer al sujeto como un ser conformado por su historia, marcado por el transitar de su vida en sociedad, elemento que sirve para comprender las razones que le han llevado al ejercicio de la docencia y lo que inspira su hacer en ella. Las inspiraciones que le invitan al maestro a tomar posición frente a las relaciones y sucesos de la vida cotidiana de una institución educativa es colectiva y, en ella se comparten saberes docentes, normas, tradiciones, costumbres, reglas y valores.Se puede pensar como el Marqués de Lampedusa “que todo cambie para que todo siga igual”, pero en ocasiones las reformas acaban fracasando si no hay un verdadero cambio en las escuelas, empezando por el profesorado: y en ello tiene un valor primordial el hecho de que se le haya tenido en cuenta y se sienta como colectivo profesional, y como individuo partícipe activo de la propia reforma y lo que ella signifique”. (Molina, 2010, pág. 137); el profesorado como agente fundamental de cualquier reforma educativa tiene el derecho de hacerse escuchar, para que asuma el cambio como suyo, “en palabras de Hargreaves, la idea de la voz de los profesores se refiere, en un sentido político, al derecho de hablar y a estar representado…. Y en ocasiones ni se siente representado ni partícipes activos de las reformas que se anuncian” (Molina, 2010, pág. 133)
Cada uno de los involucrados en el entramado de la práctica educativa posee una personalidad singular para ejercer la docencia, sin embargo, ser diferentes no es sinónimo de indiferencia porque las repercusiones podrían ser lamentables para la educación de cualquier país cuando “ el auge de las sociedades del conocimiento exige que se anuden nuevos vínculos entre el conocimiento y el desarrollo, ya que el conocimiento es tanto un instrumento para satisfacer las necesidades económicas como un componente pleno de desarrollo” (UNESCO, 2005)
La experiencia que pueda poseer cualquier docente, producto del ejercicio de la práctica, es, sin duda, un valor agregado al saber pedagógico ya que, es en el ejercicio donde el docente tiene la oportunidad de convertirse en experto. El saber pedagógico no sólo son los conocimientos teórico conceptuales, sino también incluye el saber hacer, así como saber por qué se hace.
El docente visto como un sujeto social que piensa, siente y decide nos obliga a reconocer que puede comprometerse con la propuesta o contraponerse a ella con acciones que pueden provocan resistencias, rechazo o aceptación de las nuevas formas planteadas en planes y programas, por lo que lo más difícil para que la actual reforma educativa de formación de docentes sea operada conforme a los ideales de sus diseñadores, es lograr que los formadores de docentes de las Escuelas Normales quieran y generen una actitud de cambio.
El asunto entonces que debiera ocuparnos es ¿cómo lograr que los formadores de docentes quieran y generen cambios en sus prácticas? Los docentes “son actores que tienen un rol central que jugar y, ese rol, depende de mayor o menor grado en que se sientan, ejerzan y sean reconocidos como profesionales de la educación” Avalos 1999 citado en (Aguerrondo, 2002, pág. 98), reconocimiento que en algunos documentos de la propia política educativa no se han dejado escuchar, un ejemplo de ello es la alianza por la calidad de la educación “más que reforma representa un acuerdo de intereses con todas sus negativas implicaciones, así como la pérdida de las conquistas laborales de los maestros que serán víctimas de una enfermiza y excluyente política evaluadora” (Delfino, 2011, pág. 192). Para querer cambiar las propias prácticas es necesario reconocer las historias formativas de cada uno de los docentes, conocer las formas en las que se han insertado las diversas reformas educativas para la formación de docentes en México, pero sobre todo confiar que los docentes, como profesión de Estado que somos , siempre nos hemos asumido a los intereses que nos han dictado las propias políticas educativas, pero que no somos los únicos culpables de los resultados obtenidos en evaluaciones de orden internacional, ¡mira a los maestros y sus condiciones laborales y profesionales!, condiciones que el propio sistema ha legitimado y desprestigiado cuando así conviene a sus intereses.
CONCLUSIONES
Los docentes en su práctica docente, dan cuenta de éxitos y desventuras.
El cambio somete al docente en conflicto cognitivo y emocional fracturando su proceso intencional de formación.
El espacio educativo es un lugar de conflicto en el que se juegan luchas de poder y donde las pulsiones personales o formativas no se hacen esperar cuando las relaciones entre los sujetos se dan ya que el actuar está regulado por lo que cada profesor cree, sabe y supone.
El tipo de relaciones que se dan en las prácticas docentes posibilitan o no programas educativos, proyectos institucionales e incluso el éxito o fracaso de una reforma educativa.
El cambio es una condición necesaria y obligada para transformarnos, rompiendo con la tradición y la costumbre sí de mejorar la práctica docente se trata.
El diálogo entre las prácticas docentes, es un potencializador para rescatar las experiencias y los saberes pedagógicos, que les convierte en expertos.
Para lograr que los formadores de docentes quieran y generen cambios verdaderos, es conveniente que sean reconocidos valorando sus saberes docentes y evitando ser blanco para los medios de comunicación que se encargan de satanizar la labor.
Ser docente vigente reta o provoca desafiar la propia formación, porque para ello se requiere voluntad, actitud, decisión y esfuerzo para movilizarnos, comprometernos y cambiar mejorando la práctica docente.
La historia de la educación en México con sus políticas educativas, ha legitimado y desprestigiado la práctica de los docentes cuando así a convenido a sus intereses.
BIBLIOGRAFÍA.
Aguerrondo, I. (10–12 de julio de 2002). Maestros en América Latina. Recuperado el 16 de enero de 2013, de http://www.ub.edu/obipd/PDF%20docs/Formaci%C3%B3%20Permanent/Educaci%C3%B3%20Universitaria/Documents/desafios_politica_educativa_reformas_formacion_docente_aguerrondo.pdf
Cullen, C. A. (2007). Resistir con inteligencia. México: Pueblo Nuevo.
Delfino, J. T. (2011). Un modelo educativo en cuestión. Plaza y Valdes.
Fierro, C. (2006). Transformando la práctica docente. México: Paidós.
Fregoso, M. V. (s.f.). Significados de la práctica docente que tienen los profesores de educación primaria.
Molina, F. (2010). La interculturalidad y el papel del profesorado en las Reformas educativas. Ra Ximhai Vol 6 Núm 1 enero-abril, 131–134.
Suñer, E. T. (s.f.). Academia Nacional de Educacción. Recuperado el 15 de enero de 2013, de http://www.educ.ar
UNESCO. (2005). Hacia las sociedades del conocimiento.
Notas
1. Entiéndase gestión como los procesos de decisión, negociación y acción comprometida que se da en las instituciones educativas como lo son las Escuelas, por parte de las personas que en ella intervienen.