Teresa Vilchis Morales, Rosa María Macías Hernández, Filiberta González Serrano

Preparatoria Oficial No. 60, Jocotitlán

Ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional de Transformación Educativa

INTRODUCCIÓN

Para algu­nos acto­res edu­ca­ti­vos, resul­ta de gran tras­cen­den­cia, hacer fren­te a las exi­gen­cias edu­ca­ti­vas de nues­tra épo­ca, por lo que exis­te la inquie­tud de tener herra­mien­tas que per­mi­tan desa­rro­llar el tra­ba­jo áuli­co coti­diano, bajo pará­me­tros que atien­dan las nece­si­da­des de ense­ñan­za y apren­di­za­je actuales.

El inte­rés por abor­dar este tipo de temá­ti­cas tie­ne su ori­gen en los diá­lo­gos que se lle­van a cabo al inte­rior de la “Red de Inves­ti­ga­ción des­de la Escue­la Mexi­quen­se” (RIDEM), nom­bre pro­pues­to a par­tir del obje­ti­vo de hacer inves­ti­ga­ción, diri­gi­da por el Dr. Rubén Madri­gal Segu­ra, aún en cons­truc­ción,  ade­más se hace paten­te, que varios de los miem­bros no son “inves­ti­ga­do­res”, ni de nom­bra­mien­to, ni de pro­fe­sión y que sin embar­go se ha coin­ci­di­do que debe  haber tra­ba­jo for­mal y des­de dife­ren­tes enfo­ques que sus­ten­ten y pro­vean de ele­men­tos a las situa­cio­nes que se vivan en el tra­ba­jo coti­diano, que a su vez guíen la con­duc­ción de accio­nes que con­lle­ven al logro de obje­ti­vos propuestos.

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 Por lo tan­to, el pro­fe­sor, resul­ta ser el prin­ci­pal agen­te para el desa­rro­llo de situa­cio­nes nove­do­sas e inno­va­do­ras den­tro de la escue­la, ya que es quien tie­ne el cono­ci­mien­to y domi­nio de las estra­te­gias didác­ti­cas que uti­li­za en el cam­po dis­ci­pli­nar que eje­cu­ta, a par­tir de la detec­ción de las for­ta­le­zas, opor­tu­ni­da­des, debi­li­da­des y ame­na­zas edu­ca­ti­vas y quien ade­más está en con­tac­to direc­to con los estu­dian­tes, que son el moti­vo prin­ci­pal del cam­bio de esque­mas y prac­ti­cas rutinarias.

De igual for­ma, las inno­va­cio­nes sólo son sig­ni­fi­ca­ti­vas en la medi­da que los inte­gran­tes de la comu­ni­dad esco­lar cola­bo­ren, toman­do como pun­to de par­ti­da la misión y visión ins­ti­tu­cio­nal que guia­rá y jus­ti­fi­ca­rá las accio­nes que se pro­gra­men duran­te el ciclo esco­lar. Los docen­tes que estén con­ven­ci­dos en hacer dife­ren­te su prác­ti­ca edu­ca­ti­va, se debie­ron haber  iden­ti­fi­ca­do con los pro­pó­si­tos ins­ti­tu­cio­na­les, lo que faci­li­ta el tra­ba­jo y las tareas a rea­li­zar, con­si­de­ran­do que todo ello irá enca­mi­na­do al logro de resul­ta­dos espe­ra­dos por los acto­res invo­lu­cra­dos, lo que se tra­du­ce en la mejo­ra de indi­ca­do­res tan­to de apro­ba­ción, como de aprovechamiento.

Si bien es cier­to, las polí­ti­cas esco­la­res siem­pre han sido par­te de la natu­ra­le­za exis­ten­cial de las ins­ti­tu­cio­nes, sin embar­go es posi­ble hacer cam­bios en su eje­cu­ción y segui­mien­to en vir­tud de modi­fi­car esque­mas coti­dia­nos y comu­nes que per­mi­tan el for­ta­le­ci­mien­to de prác­ti­cas socia­les posi­ti­vas y sobre todo que en un mar­co de armo­nía se pue­da hacer par­tí­ci­pe a todos, de los logros y fra­ca­sos que algu­na situa­ción o cir­cuns­tan­cia pre­sen­te, de ahí que invo­lu­crar al gru­po docen­te en la con­tri­bu­ción o toma de deci­sio­nes deba ser una prác­ti­ca más habi­tual den­tro de los cen­tros esco­la­res de la actua­li­dad, olvi­dan­do un poco tan­ta ver­ti­ca­li­dad gene­ra­da a par­tir de las jerar­quías de poder.

Así mis­mo, hablar de inves­ti­ga­ción no debe ser una situa­ción de blo­queo a nues­tra crea­ti­vi­dad docen­te, la for­ma­ción que cada uno posee, lle­va implí­ci­tas las herra­mien­tas de poder lle­var a cabo un tra­ba­jo sus­ten­ta­do y sopor­ta­do por ele­men­tos teó­ri­co-cien­tí­fi­cos que nos da el mis­mo acer­ca­mien­to a la actua­li­za­ción docen­te y solo por men­cio­nar un enfo­que de inves­ti­ga­ción, es que se inclu­ye la INVES­TI­GA­CION-ACCION, como estra­te­gia de esta inno­va­ción educativa.

Hoy en día los maes­tros debe­mos ser inves­ti­ga­do­res, inno­va­do­res y sobre todo for­ja­do­res y for­ma­do­res de esce­na­rios peda­gó­gi­cos atrac­ti­vos para los estu­dian­tes que están a car­go de cada uno, que per­mi­ta ope­rar un mode­lo edu­ca­ti­vo diná­mi­co y sobre todo intere­san­te para el estudiante.

De esta mane­ra, la pre­sen­te ponen­cia solo es un lla­ma­do a la refle­xión de que nues­tra labor debe ser revi­sa­da pri­me­ro des­de nues­tro inte­rior, en la inten­ción de ser esos agen­tes diná­mi­cos, con dis­po­ni­bi­li­dad al cam­bio social, que al mis­mo tiem­po nos per­mi­ta ser los pila­res de la inno­va­ción edu­ca­ti­va, que de mane­ra gra­dual se vea mani­fies­ta en acti­tu­des posi­ti­vas de los estu­dian­tes que están a nues­tro cargo.

LA INNO­VA­CION A TRA­VES DE LA INVES­TI­GA­CION EDUCATIVA

Lo sobre­sa­lien­te en esta ponen­cia es acer­car­nos al cono­ci­mien­to de las impli­ca­cio­nes de la inves­ti­ga­ción y la inno­va­ción edu­ca­ti­va, y reto­mar la esen­cia que el pro­ce­so de ense­ñan­za debe con­te­ner como pila­res de impac­to en dicha acción, de esta for­ma los fac­to­res que pode­mos con­si­de­rar como pri­mor­dia­les en este ámbi­to debe lle­var­nos a ana­li­zar los pro­ce­sos coti­dia­nos de nues­tro queha­cer docente.

Bajo este esque­ma es impor­tan­te reco­no­cer a la escue­la como una orga­ni­za­ción don­de inter­ac­túan prin­ci­pios, valo­res, intere­ses, acti­tu­des, nor­mas y fun­cio­nes con­te­ni­das en la nor­ma­ti­vi­dad vigen­te; lugar don­de se pug­na por el mejo­ra­mien­to de indi­ca­do­res que repre­sen­ta el ren­di­mien­to esco­lar de los estu­dian­tes y el desa­rro­llo de com­pe­ten­cias de acuer­do a nues­tro mode­lo edu­ca­ti­vo actual.

De esta for­ma se hace nece­sa­rio con­si­de­rar par­te de este esque­ma a la inno­va­ción edu­ca­ti­va, que de acuer­do al plan­tea­mien­to de Escu­de­ro (1988:88) la inno­va­ción edu­ca­ti­va: “…sig­ni­fi­ca refe­rir­se a pro­yec­tos socio-edu­ca­ti­vos de trans­for­ma­ción de nues­tras ideas y prác­ti­cas edu­ca­ti­vas en una direc­ción social e ideo­ló­gi­ca­men­te legi­ti­ma­da… trans­for­ma­ción que mere­ce ser ana­li­za­da a la luz de cri­te­rios de efi­ca­cia, fun­cio­na­li­dad, cali­dad y jus­ti­cia y liber­tad social… poten­cia­ción de apren­di­za­jes en todo el sis­te­ma edu­ca­ti­vo y como pro­ce­so en el que deben par­ti­ci­par diver­sas ins­tan­cias y suje­to en una ade­cua­da red de roles y rela­cio­nes com­ple­men­ta­rias”.  De lo cual pode­mos adver­tir que se con­ju­ga una serie de aspec­tos que son fun­da­men­ta­les para que la inno­va­ción edu­ca­ti­va sea una reali­dad fun­cio­nal y que no está ale­ja­da de las posi­bi­li­da­des per­so­na­les o pro­fe­sio­na­les de los docentes.

Por su par­te, Imber­nón (1991:69), seña­la que la inno­va­ción: “…es la acti­tud y pro­ce­so de inda­ga­ción de nue­vas ideas colec­ti­vas, de pro­pues­tas y apor­ta­cio­nes para la solu­ción, de situa­cio­nes con­flic­ti­vas de la prác­ti­ca, lo que com­por­ta­rá un cam­bio en los con­tex­tos y en la prác­ti­ca ins­ti­tu­cio­nal de la edu­ca­ción.” En este sen­ti­do ya se con­si­de­ra el ámbi­to de la inves­ti­ga­ción, con­di­ción que debe ir de la mano con la inno­va­ción, dado que a tra­vés de dicha inda­ga­ción se visua­li­zan las áreas de opor­tu­ni­dad para lle­var a cabo estra­te­gias nove­do­sas y atrac­ti­vas aca­dé­mi­ca­men­te hablando.

Por su par­te, Rivas (2000), con­si­de­ra algu­nas carac­te­rís­ti­cas que debe poseer toda ins­ti­tu­ción esco­lar inno­va­do­ra, las cua­les son:

  1. Cla­ri­dad de las metas, pro­pó­si­tos y obje­ti­vos institucionales.
  2. Auto­no­mía y des­cen­tra­li­za­ción inter­na, con par­ti­ci­pa­ción en las decisiones.
  3. Red inter­na de comu­ni­ca­cio­nes abier­tas y fluidas.
  4. Cola­bo­ra­ción entre per­so­nas, estruc­tu­ras y nive­les, con rela­cio­nes de cohesión
  5. Capa­ci­dad de reso­lu­ción de pro­ble­mas y géne­sis inter­na de innovaciones.
  6. Lide­raz­go acti­vo en la bús­que­da de infor­ma­cio­nes e impul­so innovador.
  7. Aper­tu­ra al entorno, en fun­cio­nes de bús­que­da de infor­ma­ción y adap­ta­ción, aun­que pre­ser­van­do la pro­pia auto­no­mía de pro­pó­si­tos y procesos.
  8. Diver­si­dad de las com­pe­ten­cias u orien­ta­cio­nes pro­fe­sio­na­les de los miembros.
  9. Una uni­dad o estruc­tu­ra orga­ni­za­ti­va para la ges­tión de la innovación.

Como pue­de apre­ciar­se, no son situa­cio­nes aje­nas a lo que cada ins­ti­tu­ción vive den­tro de su diná­mi­ca coti­dia­na, lo impor­tan­te es que cada aspec­to sea efi­cien­te para el éxi­to de los resul­ta­dos espe­ra­dos; por lo que repre­sen­ta un reto, que de mane­ra gra­dual debe­rá irse alcan­zan­do, siem­pre y cuan­do se ten­ga la con­vic­ción de tra­ba­jar bajo este enfo­que inno­va­dor. Por lo tan­to la escue­la debe pug­nar por lograr la con­cien­ti­za­ción de su for­ma de orga­ni­za­ción, que pro­mue­va cam­bios de for­ma pla­ni­fi­ca­da que per­mi­tan gene­rar el ambien­te moti­va­cio­nal espe­ra­do, sien­do una de las tareas más com­ple­jas por hacer.

La crea­ti­vi­dad es par­te fun­da­men­tal en este pro­ce­so inno­va­dor, aun­que por sí sola no es capaz de pro­vo­car cam­bios o nue­vas crea­cio­nes, ya que debe con­si­de­rar una serie de ele­men­tos que sis­te­ma­ti­cen el pen­sa­mien­to crea­ti­vo y lo lle­ven a la crea­ción de nue­vos esce­na­rios, cosa que sólo pue­de lograr­se median­te un pro­ce­so inten­cio­nal y orga­ni­za­do pre­via­men­te definido.

Para Morrish (1978), la inno­va­ción es la intro­duc­ción de algo nue­vo y dife­ren­te, pero no sig­ni­fi­ca nece­sa­ria­men­te algo que sea ente­ra­men­te nove­do­so por su natu­ra­le­za, sino más bien algo que lo es para aque­llos que la uti­li­zan, lo que redi­tua­rá en el aumen­to de los apren­di­za­jes de los estu­dian­tes a par­tir de la mejo­ra de la enseñanza.

Toman­do en cuen­ta todas estas ideas, con­ta­mos con un pano­ra­ma inclu­yen­te de varios ele­men­tos, que debe­mos aten­der al momen­to de dise­ñar mode­los de inno­va­ción, como lo es el diag­nós­ti­co, pla­ni­fi­ca­ción y pro­gra­ma­ción de accio­nes que pue­dan ser eva­lua­das y con ello adver­tir a tiem­po su efi­cien­cia y efi­ca­cia en cuan­to a su apli­ca­ción y sobre todo con­tar con la par­ti­ci­pa­ción e invo­lu­cra­mien­to del equi­po de tra­ba­jo ins­ti­tu­cio­nal, quien deba adju­di­car­se el éxi­to o el fra­ca­so de los resul­ta­dos, a par­tir de la par­te que le toque hacer y de la medi­da en que su acti­tud fue tras­cen­den­te para obte­ner dicho efecto.

En este esque­ma de inno­va­ción, resul­ta impor­tan­te con­si­de­rar par­te fun­da­men­tal el aspec­to de la inves­ti­ga­ción, tarea por demás nece­sa­ria en todo acto edu­ca­ti­vo, ya que nos dará la orien­ta­ción pre­ci­sa del camino a seguir en las acti­vi­da­des que se pre­ten­dan lle­var a cabo, en vir­tud de gene­rar ambien­tes de apren­di­za­je dife­ren­tes, pero atrac­ti­vos. Sch­mel­kes (1988), seña­la que en nues­tro país en los años seten­ta, sur­ge la nece­si­dad de crear una inves­ti­ga­ción edu­ca­ti­va que per­mi­ta que la edu­ca­ción con­tri­bu­ya sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te a la recons­truc­ción de estruc­tu­ras socia­les y eco­nó­mi­cas más jus­tas, de ahí que Pablo Lata­pí, haya hecho estu­dios de la Edu­ca­ción Rural con el fin de detec­tar su pro­ble­má­ti­ca, de lo cual los pro­pó­si­tos serían mani­fes­tar los aspec­tos fun­cio­na­les y dis­fun­cio­na­les de la edu­ca­ción con res­pec­to al sis­te­ma social, esto como ante­ce­den­te a la inquie­tud de con­si­de­rar prác­ti­cas edu­ca­ti­vas efi­ca­ces, dicho pro­yec­to sugi­rió tres nive­les de acción, entre los cua­les está una trans­for­ma­ción en la estruc­tu­ra social del país, poco via­ble pero efec­ti­va.  Se tra­ta­ba de una acción edu­ca­ti­va que se rea­li­za­ra al mar­gen de las estruc­tu­ras socia­les. Se pro­po­nía enton­ces, la inves­ti­ga­ción ‑acción, como inves­ti­ga­ción edu­ca­ti­va, pues se con­si­de­ra­ba que en los pro­ce­sos de apren­di­za­je de los adul­tos cam­pe­si­nos se expli­ca­ban más en fun­ción de una prác­ti­ca con­cre­ta y de las posi­bi­li­da­des de rea­li­zar­la, que en fun­ción de medi­das sis­te­má­ti­cas espe­cí­fi­ca­men­te orien­ta­das a un cam­bio edu­ca­ti­vo, de estos estu­dios solo me intere­sa reto­mar la idea del enfo­que de la inves­ti­ga­ción y su utilidad.

En Méxi­co, la inves­ti­ga­ción acción no se plan­tea como la úni­ca for­ma de gene­rar cono­ci­mien­to sobre edu­ca­ción, sino que tie­ne que inter­ac­tuar con otras for­mas con­ven­cio­na­les de hacer inves­ti­ga­ción. Se par­te de la con­cep­ción de inves­ti­ga­ción acción enten­di­da como un pro­ce­so dia­ló­gi­co, refle­xi­vo y prác­ti­co y don­de ade­más se pue­de  con­si­de­rar un tér­mino gené­ri­co que cuen­ta con una amplia gama de estra­te­gias que se ponen en prác­ti­ca para  mejo­rar el sis­te­ma edu­ca­ti­vo y por ende la prác­ti­ca coti­dia­na, de ahí que solo es una de tan­tas for­mas de cap­tar la pro­ble­má­ti­ca exis­ten­cial en las escue­las e inten­tar dis­mi­nuir los blo­queos que debi­li­tan los pro­ce­sos edu­ca­ti­vos victoriosos.

Con­si­de­ran­do la apor­ta­ción de Elliot (1993) quien defi­ne la inves­ti­ga­ción-acción como “un estu­dio de una situa­ción social con el fin de mejo­rar la cali­dad de la acción den­tro de la mis­ma”. Diri­ge nues­tro pen­sa­mien­to a lle­var a cabo la refle­xión  acer­ca de los pro­ble­mas prác­ti­cos a que los docen­tes nos enfren­ta­mos, orien­tán­do­nos a lle­var a cabo accio­nes que per­mi­tan cons­truir ambien­tes diver­sos y fun­cio­na­les en el cam­po educativo.

Lato­rre, (2003) defi­ne a la inves­ti­ga­ción-acción, como  “un estu­dio sis­te­má­ti­co orien­ta­do a mejo­rar la prác­ti­ca edu­ca­ti­va por gru­pos de suje­tos impli­ca­dos a tra­vés de sus pro­pias accio­nes prác­ti­cas y de refle­xión sobre los efec­tos de tales accio­nes”. Ello jus­ti­fi­ca ple­na­men­te la pues­ta en prác­ti­ca de pro­ce­sos inno­va­do­res den­tro del ejer­ci­cio de la docen­cia en la actualidad.

De acuer­do a la mis­ma idea, Kem­mis (1984)  enfa­ti­za que: la inves­ti­ga­ción-acción es: Una for­ma de inda­ga­ción auto refle­xi­va de los par­ti­ci­pan­tes (maes­tros, estu­dian­tes o direc­ti­vos) en situa­cio­nes socia­les y edu­ca­ti­vas para mejo­rar la racio­na­li­dad y jus­ti­cia de sus pro­pias prác­ti­cas socia­les o edu­ca­ti­vas, así como la com­pren­sión de tales prác­ti­cas y las situa­cio­nes e ins­ti­tu­cio­nes en que éstas prác­ti­cas se rea­li­zan, lo que gene­ra nue­va­men­te la refle­xión de la res­pon­sa­bi­li­dad enco­men­da­da y de las estra­te­gias didác­ti­cas y peda­gó­gi­cas que se ponen en prác­ti­ca en el desa­rro­llo de la labor docen­te, de esta mane­ra, se pre­ten­de pri­me­ra­men­te  que los pro­fe­sio­na­les de la edu­ca­ción, median­te la auto­rre­fle­xión ana­lí­ti­ca y crí­ti­ca de su tra­ba­jo, asu­man la res­pon­sa­bi­li­dad cola­bo­ra­ti­va del desa­rro­llo de una nue­va for­ma de com­par­tir el cono­ci­mien­to con los estu­dian­tes de ésta época.

Des­de esta pers­pec­ti­va, tan­to la inves­ti­ga­ción acción, como la inno­va­ción edu­ca­ti­va com­par­ten inquie­tu­des y esce­na­rios simi­la­res, lo que per­mi­te for­ta­le­cer el tra­ba­jo que pudie­ra pro­po­ner­se para la exis­ten­cia de cam­bios sus­tan­cia­les y el logro de metas programadas.

La inno­va­ción edu­ca­ti­va, debe situar­se en la for­ma de hacer las cosas dife­ren­te, que per­mi­ta que los resul­ta­dos sean dis­tin­tos y sobre todo satis­fac­to­rios. La diná­mi­ca edu­ca­ti­va tie­ne diver­sos mati­ces, por lo que el com­pro­mi­so es mayor para cada docen­te que atien­de gene­ra­cio­nes dife­ren­tes cada vez y su prác­ti­ca debe res­pon­der a lograr resul­ta­dos y alcan­zar obje­ti­vos pro­pues­tos a par­tir de la intro­duc­ción de situa­cio­nes y esce­na­rios con accio­nes que ayu­den al pro­ce­so ense­ñan­za apren­di­za­je y que a par­tir de ello el estu­dian­te con­ti­núe apren­dien­do a hacer, a ser, a cono­cer, a convivir.

En tan­to que la inves­ti­ga­ción acción pro­por­cio­na las herra­mien­tas que pue­dan dar sopor­te a la diná­mi­ca peda­gó­gi­ca que per­mi­ta gene­rar los ambien­tes nece­sa­rios para el desa­rro­llo de acti­vi­da­des que con­lle­ve al cam­bio tan espe­ra­do y que la diná­mi­ca social exi­ge en estos tiempos.

De algu­na mane­ra los docen­tes debe­mos tener en cuen­ta que la par­ti­ci­pa­ción dia­ria y el com­pro­mi­so  impli­can con­si­de­rar un cam­bio en la acti­tud per­so­nal y con los demás, que el desa­rro­llo de la habi­li­dad inter­per­so­nal per­mee en cir­cuns­tan­cias de tra­to con los demás inte­gran­tes de la comu­ni­dad don­de desa­rro­lle­mos nues­tra prác­ti­ca edu­ca­ti­va y que ello se tra­duz­ca en un equi­po fuer­te de accio­nes que atien­dan los recla­mos indi­rec­tos de aque­llos estu­dian­tes que espe­ran encon­trar en cada uno de sus maestros.

El impac­to en los resul­ta­dos podrá ver­se refle­ja­do tan pron­to empie­ce a ser fun­cio­nal la nue­va gama de estra­te­gias que ema­nen del estu­dio de la pro­ble­má­ti­ca detec­ta­da y que se pre­ten­da erra­di­car bajo el nue­vo esque­ma de tra­ba­jo de los docen­tes con­ven­ci­dos y deci­di­dos a ser par­te del tra­ba­jo arduo que esto repre­sen­ta. Y don­de la nece­si­dad de cam­bio sea cons­cien­te y desea­da, que dicho resul­ta­do sea pro­duc­to de un pro­ce­so que invo­lu­cre a la pla­ni­fi­ca­ción y que dicho cam­bio se pro­pon­ga lle­var a cabo den­tro del área don­de se for­ma parte.

Debe­mos tener en cuen­ta que la inno­va­ción edu­ca­ti­va impli­ca cam­bios espe­cial­men­te en la prác­ti­ca pro­fe­sio­nal, lo que repre­sen­ta ser una de las gran­des opor­tu­ni­da­des que los docen­tes tene­mos para imple­men­tar estra­te­gias que poda­mos lle­var a cabo y pue­dan ser eva­lua­das de mane­ra inme­dia­ta con el fin de adver­tir su mejo­ra o modi­fi­ca­ción de la mis­ma. La uti­li­za­ción de estra­te­gias nos da la posi­bi­li­dad de ampliar nues­tro ran­go de acción fren­te a pro­ble­mas com­ple­jos, como los que se pre­sen­tan en la reali­dad socio­edu­ca­ti­va. A dife­ren­cia de las meto­do­lo­gías o téc­ni­cas gru­pa­les que solo tien­den a encua­drar las acti­vi­da­des en pro­ce­di­mien­tos rígi­dos, con pasos que no pode­mos dejar de rea­li­zar para con­se­guir los obje­ti­vos pre­vis­tos y lo cier­to es que en el ámbi­to edu­ca­ti­vo, ade­más de bue­nos pro­ce­di­mien­tos reque­ri­mos de cier­ta fle­xi­bi­li­dad para adap­tar nues­tras deci­sio­nes y accio­nes en situa­cio­nes con­tin­gen­tes no pre­vis­tas por el méto­do, es que se inclu­ye la inves­ti­ga­ción-acción, como fuen­te de crea­ción de estra­te­gias didác­ti­cas fun­cio­na­les y sobre todo innovadoras.

Por su par­te, los estu­dian­tes tam­bién deben mani­fes­tar acti­tud de tra­ba­jo y cola­bo­ra­ción a las acti­vi­da­des suge­ri­das por el docen­te, ya que no podrá haber resul­ta­dos, sin esta par­ti­ci­pa­ción, ello per­mi­ti­rá al docen­te deter­mi­nar opor­tu­na­men­te la fun­cio­na­li­dad de la pla­nea­ción de sus acti­vi­da­des y de poder dar­se cuen­ta que pue­de corre­gir, omi­tir o bien modificar.

Con rela­ción a las inno­va­cio­nes que se orien­tan des­de el para­dig­ma crí­ti­co-social, Moreno (1996), con­si­de­ra 5 prin­ci­pios que deben con­si­de­rar­se al rea­li­zar estra­te­gias bajo esta perspectiva:

  1. La inno­va­ción peda­gó­gi­ca crí­ti­ca, está arti­cu­la­da por la inves­ti­ga­ción inter­dis­ci­pli­na­ria para la recons­truc­ción del cono­ci­mien­to por par­te de los acto­res que par­ti­ci­pan en ella. A par­tir de la inter­ac­ción comu­ni­ca­ti­va, los docen­tes refle­xio­nan sobre su prác­ti­ca, hacién­do­se cons­cien­tes de su saber pedagógico.
  2. La inno­va­ción peda­gó­gi­ca crí­ti­ca, tie­ne como prin­ci­pal des­ti­na­ta­rio a los alum­nos y alum­nas, por medio de los cua­les se pro­mue­ve la trans­for­ma­ción cul­tu­ral que bus­ca mejo­rar el nivel per­so­nal y social.
  3. La inno­va­ción peda­gó­gi­ca crí­ti­ca, es el espa­cio natu­ral que per­mi­te la con­fron­ta­ción de ideas, a tra­vés de la argu­men­ta­ción de cada uno de los suje­tos participantes.
  4. La inno­va­ción peda­gó­gi­ca crí­ti­ca, para que pue­da desa­rro­llar­se y con­se­guir los pro­pó­si­tos de trans­for­ma­ción per­so­nal y social, requie­re de espa­cios de auto­no­mía que estén más allá de los que otor­ga la nor­ma­ti­va escolar.
  5. La inno­va­ción peda­gó­gi­ca crí­ti­ca, se legi­ti­ma des­de y para la prác­ti­ca docen­te, por­que sólo a par­tir de ella es posi­ble pro­du­cir una acción comu­ni­ca­ti­va dis­cur­si­va que posi­bi­li­te su transformación.

 

Sin lugar a dudas la pre­pa­ra­ción docen­te repre­sen­ta una carac­te­rís­ti­ca que apo­ya el éxi­to de la inno­va­ción edu­ca­ti­va, ya que los ele­men­tos tan­to teó­ri­cos, peda­gó­gi­cos y dis­ci­pli­na­res de las mate­rias que impar­te, reper­cu­te en alcan­zar los obje­ti­vos pro­pues­tos, de esta for­ma la pro­pues­ta para invo­lu­crar­nos en un rit­mo dife­ren­te de tra­ba­jo está mani­fies­ta, la deci­sión será de cada uno que ten­ga la visión de cons­truir de mane­ra con­jun­ta la prác­ti­ca edu­ca­ti­va bajo esque­mas de diver­si­dad y sobre todo úti­les y atrac­ti­vos para el estu­dian­te, quie­nes son el moti­vo de exis­ten­cia de cada docente.

CONCLUSIONES

Tra­ba­jar bajo un pano­ra­ma de posi­bi­li­da­des, repre­sen­ta una labor mayor­men­te com­pro­me­ti­da por cada docen­te den­tro de los dife­ren­tes plan­te­les de tra­ba­jo, don­de los efec­tos de las inno­va­cio­nes se verán obser­va­dos en los alum­nos, quie­nes demos­tra­rán el desa­rro­llo de com­pe­ten­cias cog­nos­ci­ti­vas y socio-afec­ti­vas y por ende los pro­fe­so­res expe­ri­men­ta­rán una mayor satis­fac­ción personal.

Será digno de reco­no­cer a aquel actor que pro­vo­que situa­cio­nes de cam­bio, no impor­ta que sean gra­dua­les, lo tras­cen­den­te será que a tra­vés de su ejer­ci­cio, cons­tan­cia y de invo­lu­crar y com­par­tir con sus demás com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo las estra­te­gias que esté ponien­do en prác­ti­ca, per­mi­ta lograr mejo­ras en los indi­ca­do­res de deser­ción, apro­ba­ción y apro­ve­cha­mien­to. Segu­ra­men­te en muchas oca­sio­nes solo se ten­gan que per­fec­cio­nar algu­nas accio­nes que ya estén dan­do resul­ta­dos y con­cluir con la socia­li­za­ción de meto­do­lo­gías y estra­te­gias efec­ti­vas en su prác­ti­ca docen­te, ello se tra­du­ce en que no nece­sa­ria­men­te deba ser algo des­co­no­ci­do has­ta enton­ces, sino que algu­na estra­te­gia pue­da pre­sen­tar­se de mane­ra diferente.

Por lo tan­to la comu­ni­ca­ción debe ser obli­ga­da y efi­cien­te entre los miem­bros del plan­tel edu­ca­ti­vo pri­me­ra­men­te, en vir­tud de reci­bir comen­ta­rios o crí­ti­cas, así como las suge­ren­cias que indi­quen el per­fec­cio­na­mien­to o mejor fun­cio­na­li­dad de las accio­nes que se empren­dan, con­si­de­ra­das como par­te de la inno­va­ción educativa.

La inves­ti­ga­ción debe ver­se for­ta­le­ci­da en reunio­nes cole­gia­das por aque­llos, cuya empa­tía les vin­cu­le para la crea­ción y dis­tri­bu­ción de estra­te­gias que per­mi­tan al docen­te abor­dar sus temá­ti­cas de mane­ra diná­mi­ca para el estu­dian­te. Entre todos las ideas pue­den sur­gir de mane­ra exce­si­va y ver­se con­cre­ta­das en acti­tu­des y efec­tos posi­ti­vos mani­fies­tos en la ins­ti­tu­ción edu­ca­ti­va a la que se pertenezca.

Los resul­ta­dos con­cre­tos en los estu­dian­tes no serán otra cosa que obser­var en ellos una mayor par­ti­ci­pa­ción y comu­ni­ca­ción con los demás, el que adquie­ran ele­men­tos o herra­mien­tas que les per­mi­tan la reso­lu­ción de pro­ble­mas, mayor con­fian­za en sí mis­mos y mejo­res con­duc­tas sociales.

La inno­va­ción edu­ca­ti­va no es un tema nue­vo, ni un con­cep­to de moda, solo es una opor­tu­ni­dad que tene­mos quie­nes nos dedi­ca­mos a la edu­ca­ción, de inver­tir nues­tro tiem­po en for­jar ambien­tes y espa­cios de estu­dio gene­ra­do­res de hom­bres con­sien­tes con su reali­dad y com­pro­me­ti­dos con su país.

Para los docen­tes cuya empa­tía se vin­cu­le con el cam­bio y la modi­fi­ca­ción de prác­ti­cas didác­ti­cas nove­do­sas, debe exis­tir la men­ta­li­dad de la comu­nión con aque­llos pro­yec­tos que pue­dan ser posi­bi­li­dad de cam­bio. A tra­vés de la inves­ti­ga­ción-acción, pode­mos encon­trar las situa­cio­nes que ayu­den a empren­der estra­te­gias que deban gene­rar el pro­pó­si­to ins­ti­tu­cio­nal, resu­mi­do en la misión y visión de la escuela.

La inno­va­ción de nues­tra prác­ti­ca edu­ca­ti­va, solo se encuen­tra a la dis­tan­cia de deci­dir­nos por trans­for­mar la coti­dia­nei­dad áuli­ca por esce­na­rios atrac­ti­vos para nues­tros estu­dian­tes y será a tra­vés de la inves­ti­ga­ción-acción el sopor­te que apo­ye las accio­nes que deban poner­se en prác­ti­ca para alcan­zar el obje­ti­vo for­mu­la­do cada ini­cio de ciclo escolar.

Nues­tra reali­dad edu­ca­ti­va no pue­de seguir espe­ran­do, nues­tro pre­sen­te exi­ge com­pe­ten­cias aca­dé­mi­cas sóli­das en cada indi­vi­duo que a su vez tie­ne una misión por cum­plir con su región, con su  país y con el mundo.

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